Víctor Jara vuelve del exilio del silencio

Se acaban de editar seis álbumes que reúnen el cancionero completo del compositor chileno

BUENOS AIRES (Télam).- La edición de seis álbumes en los que se reúne el cancionero completo del cantautor chileno Víctor Jara, motivó la presencia en la Argentina de su viuda Joan Turner Jara, quien recibió hace, unos días, la distinción de Huésped Ilustre de la Ciudad junto al grupo Inti Illimani, que actuó el fin de semana en Parque Centenario.

A la poesía, guitarra y canto, Jara fue un artista capaz de vincular su creación con la lucha del pueblo chileno en un momento trascendental de la historia del país trasandino.

El músico fue embajador cultural del gobierno socialista de Salvador Allende, y durante las jornadas posteriores al golpe de Estado encabezado por el dictador Augusto Pinochet, Jara fue detenido, torturado y asesinado en el Estadio Nacional.

«La razón del nacimiento de la Fundación Víctor Jara fue crear un puente de memoria con el pasado, porque hasta ahora Víctor estuvo presente en Chile pero de una manera muy clandestina, hasta que resurgió en la última década por la presión que ejerce la juventud que quiere conocer», contó su viuda Joan Jara en diálogo.

«Privados de sus raíces, los jóvenes quieren saber lo que significa Víctor como artista y sus valores. Esto se debe en parte al trabajo de la Fundación, al que luego sucedió un movimiento de «bola de nieve» en la que las discográficas también se interesaron», razonó.

La Fundación coaligada con el sello discográfico Warner Music de Chile editó la obra musical completa de Jara en versión remasterizada, incluyendo temas inéditos. Aunque el trabajo formal de recuperación constó de ocho volúmenes, solamente media docena de ellos están llegando a la Argentina.

La colección incluye los discos «Víctor Jara» (con grabaciones de 1957, 1958 y 1966, algunas de ellas con el Conjunto Cuncumén); «Pongo en tus manos abiertas» (con acompañamiento de Quilapayún y registros de 1968, 69 y «70); «El derecho de vivir en paz» (1971/72); «La población» (1972/73); «Canto por travesura» (1965 y 1973); y «Manifiesto» (últimas grabaciones, de 1973).

«Ha habido una censura muy grande con la obra de Víctor y con la del movimiento del cual él era sólo una parte; al punto que los medios de difusión recién pusieron su música en el vigésimo aniversario de su asesinato», contó.

«Yo no quiero que Víctor se ponga de moda sino que quiero estar cumpliendo con su historia, su canción, su música y su ejemplo para que la juventud valore su propia expresión y realidad, y piense que el arte puede ayudar a cambiar la sociedad», deseó Joan.

«Que no simplemente imiten, que es la misma lucha que tuvieron Víctor Jara y sus compañeros en las décadas del «60 y «70», advirtió.

«El significado de la nueva canción chilena era ése, y ahora lo encuentro yo más necesario todavía, porque entre la globalización y las nuevas tecnologías la gente olvida lo propio, que ayuda a vivir, aunque ahora va resurgiendo», opinó.

Joan Jara tiene actualmente 73 años y hace 40 pasó por Buenos Aires para bailar en el Teatro Colón. Su infancia transcurrió en la Inglaterra asediada por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

En 1954, ya miembro del británico Ballet Jooss y casada con el bailarín chileno Patricio Bunster, Joan se embarcó en el puerto de Liverpool hacia lo que sería su nueva patria, Chile, donde se integró a la compañía del Ballet de Santiago, dependiente de la Universidad de Chile.

Víctor Jara nació en la pequeña población de Lonquén, una región donde el folclore y la superstición formaban parte de la vida cotidiana y reinaba el latifundio.

El pequeño Víctor solía acompañar a su padre a trabajar en el campo, y de regreso se entretenía escuchando tocar la guitarra a un joven maestro rural, pensionista en su casa. Hasta que su familia se instaló Santiago de Chile, donde su mamá trabajó de cocinera y Víctor ingresó a una escuela católica.

Pasó por un seminario y por una escuela militar, pero evidentemente no era lo suyo, y decidió presentarse a una prueba para formar parte del coro del Teatro Municipal, a donde ingresó como tenor, para luego, en 1956, formar parte de la escuela de teatro de la Universidad de Chile. Por entonces comenzó el movimiento artístico y cultural del que también formaron parte los fundadores del grupo Inti Illimani.

Hacer del Estadio Nacional un centro cultural

BUENOS AIRES (Télam).- «La Justicia no llega», dice Joan Jara al referirse a su balance de los acontecimientos de castigo de la represión ejercida por la dictadura de Augusto Pinochet, cuando aun no sabía las últimas acerca de su «fichaje» por parte de la justicia chilena.

«A partir de la detención de Pinochet en Inglaterra ha habido un cambio en Chile, aunque todavía no hay justicia, pero por lo menos, dolorosamente, se está sabiendo algo de la verdad de lo que pasó, que antes estaba borrada la historia por la historia oficial», comentó la viuda de Jara.

El equivalente a la modalidad de condena social llamado «escrache» en la Argentina se denomina en Chile «funar» y, según la artista, «es protagonizada en forma creciente por los jóvenes».

«Yo admiro a las Madres de Plaza de Mayo, a las mujeres y a los familiares en Chile, pero yo he tomado el camino del legado de Víctor, que es otra manera de tomar los Derechos Humanos que no pasa por los Tribunales», dijo quien fuera presidente del primer Comité de Derechos Humanos en Londres (Inglaterra).

«Las querellas las hice en los años «70 pero inútilmente, sin la menor posibilidad de que pasara algo, y he tomado el ejemplo de Víctor como artista comprometido con la justicia social para ir haciendo cosas que tienen que ver el movimiento cultural», observó.

«Estamos trabajando un tremendo proyecto para administrar desde la Fundación el ex Estadio de Chile para hacer de ese sitio un lugar de creación cultural. Es la manera de transformar el pasado en forma positiva», contó Joan.


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