Victoria parcial del gobierno nacional

ANÁLISIS

CLAUDIO RABINOVITCH Agencia Buenos Aires

El traspaso del subte desde el gobierno nacional al porteño se resolvió de forma precipitada e inesperada. Por un lado, se impuso el reclamo de Cristina Kirchner cuando la semana pasada -rodeada por los gobernadores- le pidió a Macri que “se haga cargo” desde el 1 de enero del servicio que “no tiene ninguna de las provincias”. “Es como si desde Nación nos obligaran a financiar el Metro de Córdoba” dijo. De ese modo, la presidenta convirtió un momento sensible (anunció allí que se operaba por su cáncer de tiroides) en una “victoria política”, ya que tornaba antipático un endurecimiento de Macri. En primera instancia el ministro de Hacienda porteño, Néstor Grindetti, señaló que el traspaso se efectuaría en unos meses (lo cual era un avance ya que al anunciarse la quita paulatina de los subsidios el macrismo requirió un plazo de un lustro para asumir el pleno manejo de los subtes). Pero en reunión previa a fin de año entre el secretario de Transporte de la Nación Juan Pablo Schiavi (quien paradójicamente fuera asesor de Macri en 2003) y su par de Desarrollo Urbano, Daniel Chaín, la cuestión se destrabó y la administración capitalina aceptó asumir hoy el servicio recibiendo de Nación la mitad del subsidio de este año (unos 400 millones de pesos) para luego absorber el costo en su totalidad. Lo complejo es que el anuncio de la inevitable suba tarifaria correrá por cuenta de Macri con su inevitable “costo político”. El propio jefe de Gobierno no descartó un incremento de los boletos (se especula podría pasar del actual 1,10 a algo menos de 3 pesos). “Se estudiará el tema ya que los precios estuvieron congelados varios años al tiempo que hubo un altísima inflación. Se habrán quedado sin dinero”, dijo molesto Macri, en referencia al gobierno. Hay obras pendientes por unos 1000 millones de pesos y el desafío de mejorar el servicio. En este momento se está construyendo una nueva línea H y extendiendo varias de las otras. Otros dos desafíos le esperan a Macri: Uno es la relación con los gremios (que estos no apuesten a la conflictividad); el otro es qué ocurrirá con el adjudicatario (al vencer el contrato con el grupo Roggio) ya que el manejo de la concesión le pertenecerá al gobierno porteño. Detalles nada menores en esta verdadera pulseada.


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