Videla se siente “intimidado por ser preso político”

El dictador habló en el juicio que se le sigue junto a otros 30 acusados por crímenes ocurridos en Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba. Dijo, además, tener preocupación por su familia que no tiene protección.

Jorge Rafael Videla afirmó hoy que los Montoneros buscan “reinstaurar la violencia en la sociedad”, denunció que se siente “intimidado” junto a sus “camaradas” que están presos por crímenes de la dictadura y pidió protección para su familia.

Videla pidió imprevistamente hablar en el juicio que se le sigue junto a otros 30 acusados por crímenes ocurridos en la Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba en la dictadura y cuestionó lo ocurrido el viernes pasado, en un acto del que habría participado el secretario de Derechos Humanos de la ciudad de Córdoba, Luis Miguel Baronetto, que fue testigo en el juicio.

En ese acto estuvo presente Roberto Cirilo Perdía, quien fue uno de los jefes de Montoneros, y fue por eso que Videla interpretó: “Se trata de una amenaza de reinstaurar la violencia en la sociedad”.

“Me siento intimidado por la situación que vivo con mis camaradas por la situación de ser preso político. Siento preocupación por mi familia que no tiene protección”, advirtió Videla frente al tribunal que lo juzga, para radicar la denuncia.

“El viernes pasado se ha realizado en la ciudad de Córdoba un acto público protagonizado por el señor Perdía, dirigente de Montoneros. De este acto se hizo eco el diario La Voz del Interior”, dijo Videla.

Y lanzó: “Se trata de una amenaza de reinstaurar la violencia en la sociedad. Me siento intimidado por la situación que vivo con mis camaradas por la situación de ser preso político. Siento preocupación por mi familia que no tiene protección. Siento preocupación porque en esa reunión estaba el actual secretario de derechos humanos de la municipalidad, Luis Miguel Baronetto, quien en esta sala fue testigo y dijo no estar alcanzado por las generales de la ley”.

Justo un rato antes se había rechazado el planteo contra uno de los jueces del tribunal -José María Pérez Villalobo- por supuesta parcialidad, hecho por el ex militar Gustavo Adolfo Alsina, acusado de 29 torturas, una de la cuales terminó con la vida de René Moukarzel, un médico que fue estaqueado en el patio de la cárcel en la noche del 14 de julio de 1976.

Alsina recusó a Pérez Villalobo por considerar que “había puesto en duda su imparcialidad” al interrogar a un testigo.

También sostuvo que el juez había estado presente el último 24 de marzo en inmediaciones de la D2, donde había un acto contra la dictadura. Así planteó que “veo transgredida la imparcialidad del juez que me está juzgando. El proceso está vulnerado”.

Pero el planteo fue rechazado porque, según dijeron los jueces en el fallo al que accedió DyN, “por tratarse de un acto grave y trascendental” se necesita “una fundamentación seria” y “hechos demostrativos de las razones que, a su juicio, ponen en peligro la imparcialidad del magistrado”.

Fue después de ese fracaso y de las palabras de Videla que otro acusado, el ex policía Carlos Yanicelli, del Departamento Informaciones (D2), lanzó acusaciones contra otro camarista, Luis Rueda, y el fiscal general de Córdoba.

Yanicelli, de la ex D2, rechazó las imputaciones en su contra y acusó a Rueda de formar parte de un organismo que tenía en su momento como objetivo “desestabilizar al Gobierno de Córdoba”.

Incluso señaló que en esos años violentos participó de una reunión en un bar del centro con Rueda y con el hoy fiscal general Alberto Lozada, a los que identificó como “miembros del Instituto de Estudios Estratégicos”, en “cuya acta fundacional estaba el ‘objetivo de desestabilizar al gobierno de Córdoba’”.

El TOF 1 de Córdoba escuchó luego con atención el testimonio del médico Julio César Magrini, que atendió en el penal entre 1958 y 1977, hasta que renunció cuando el Ejército comenzó a manejar el hospital de la unidad.

El testigo confirmó los maltratos a los que eran sometidos los presos políticos y señaló: “En el Penal se decía que aquellos presos a los que sacaban con capucha volvían, y los que salían sin capucha no volvían”.

Dijo que “había detenidos especiales y detenidos comunes” y señaló que cuando el Ejército se hizo cargo los presos especiales comenzaron a ser sometidos a un “régimen muy duro”.

“Como médico me resultaba muy difícil manejarme. Nos traían al hospital a los detenidos y los revisábamos. No presencié los actos durísimos que ocurrieron en la cárcel, pero sí atendí las consecuencias psíquicas y físicas que sufrió esa gente”, contó.

Tras narrar sus esfuerzos personales para tratar de internar a los presos, aún cuando no lo necesitaran para que salieran de los pabellones, confirmó que supo que en la prisión hubo “dos homicidios: uno el del Dr. Moukarzel y otro de un tal Bauducco”.

Así se refirió a Raúl ‘Paco’ Bauducco, el joven militante del PRT que el 5 de julio de 1976, durante una requisa, recibió un golpe demoledor en la cabeza y, al no poder cumplir la orden de levantarse, fue fusilado de un balazo.

DyN


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