El pingüino empetrolado se prepara para volver al mar

A 25 días de tratamiento, ya no tiene petróleo en su plumaje pero aún no está listo para regresar a su hábitat natural.

Agita sus alas y se zambulle, contento de su reencuentro con el mar. Pero el instinto lo hace permanecer cerca de la orilla, porque algo en la regulación interna de su cuerpo le indica que, para despedirse del todo, todavía falta un tiempo.

El que protagonizó las simpáticas escenas que refleja “Río Negro” es el pingüino de penacho amarillo que a principios de octubre encontraron empetrolado en la desembocadura del río Negro. Fue rescatado por técnicos del área de Fauna de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Ellos lo trajeron a esta ciudad para que la veterinaria María Eugenia Picerno, que posee experiencia en estos salvatajes, pudiera ayudarlo.

Hoy, a 25 días del comienzo de su “tratamiento”, su diagnóstico es más que alentador. Los baños que se le realizaron pudieron limpiar todo el petróleo de su plumaje y recuperó peso. Pero para que su recuperación sea absoluta sus plumas deben volver a cubrirse con un aceite que secreta una de sus glándulas. Esa capa le proporciona una barrera que lo resguarda del frío y de las agresiones externas. El proceso para que vuelva a contar con esa humectación se recupera de manera natural, sólo hay que aguardar a que su organismo termine de regularse.

“Calculo que, como mínimo, tendrán que pasar otras dos semanas para que eso pase”, aventuró la doctora Picerno. “Ese aceite –agregó– le da impermeabilidad. Con ese resguardo los pingüinos ni se enteran de que nadan en aguas tan frías. Acicalándose y ‘picándose’ las plumas van activando esa secreción” dijo.


Un pingüino empetrolado apareció en la zona de la desembocadura del río Negro y rápidamente fue asistido por los técnicos del Área de Fauna de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, que decidieron trasladar al ejemplar a San Antonio Oeste donde se completará su rehabilitación para luego regresarlo al mar.

Se trata de un penacho amarillo (Eudyptes chrysocome), que si bien tiene presencia regular en las costas de la provincia de Buenos Aires hasta el Pasaje de Drake (tramo que separa a América del Sur y la Antártida).

Se alimenta de crustáceos, peces y calamares, nadando en profundidades que no superan los 30 metros.

Actualmente esta especie de pingüino está catalogada bajo la categoría vulnerable de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), debido a la rápida disminución del número de sus ejemplares a lo largo de los últimos años. El tamaño poblacional estimado es de alrededor de 1.000.000 de individuos.

El organismo provincial solicitó a la población que ante la presencia de animales en este estado, comunicarse de manera urgente con personal capacitado y evitar el contacto con el animal.


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