La Quinta Mau y sus jardines que dan al río

La vieja casona formó parte de la vida de la ciudad desde siempre. Construida entre 1941 y 1943, sigue siendo un lugar emblemático de la costa maragata.

La Quinta Mau supo ser la casa de fin de semana de una tradicional familia de raíz alemana radicada a principios del siglo pasado en la zona. Allí se reunían en tertulias con amigos también de origen germano.

Mil historias se desprenden del relato de sus descendientes. Guillermo Mau fue un alemán nacido en Hamburgo en 1889. Su nieta Valeria Figliozzi cuenta que dejó ese país para recorrer el mundo cuando tenía 18 años. Las experiencias más diversas, desde vínculos con la nobleza británica, travesías por Siberia hasta la búsqueda de una mariposa exótica tienen su capítulo.

Antes de 1930 Guillermo ya estaba en la localidad maragata trabajando en el negocio del cuero y la lana. En uno de sus viajes a Buenos Aires conoció a la que sería la madre de sus hijos, del mismo origen, a la que doblaba en edad y a la que tentó con venir a radicarse al sur.

Así constituyeron la familia que aún hoy permanece arraigada en la zona. Inicialmente, los Mau crearon un zoológico en la finca de ocho hectáreas ubicada tierra adentro, con animales diversos. Entre 1941 y 1943 construyeron la majestuosa vivienda, de gruesas paredes, sólidos pilotes, una imponente escalera de acceso, una galería, dos habitaciones, una sala de lectura vidriada con vista al río y un sótano de grandes dimensiones. Allí hacían encuentros con otros alemanes.

Desde que se iniciaron los cimientos hasta que la esposa de Mau falleció hace una década, las plantas, cuidadas con esmero, rodearon la vivienda. Casi todos los árboles los plantó el propio dueño con sus hijos, todos trabajando en la conformación de ese impresionante jardín. Aún hoy las glicinas perfuman la escalera y un caqui da su fruto redondo cada año. “En la Quinta nos criamos, había hamacas, juegos y nos divertíamos mucho con mis hermanos, primos y amigos”, recuerda la nieta de Mau.

Con el tiempo, la casona se alquiló, parte del predio se cedió al Municipio para que cree el parque actual que la rodea con la condición de que no se lotee ni se saquen las plantas. El follaje creció y la ocultó de la vista.

Hace algo más de un lustro quedó en el abandono. “Prendieron fuego, fue objeto del vandalismo, rompieron los vidrios, la gente entraba y hacía cualquier cosa”, cuenta Valeria Figliozzi con un dejo de tristeza.

Recientemente, el lugar recobró su vida propia. Fue alquilada nuevamente para crear allí un centro de rehabilitación. Los nuevos responsables quitaron parte de la frondosa vegetación y alambraron su perímetro. Arreglaron las instalaciones y la volvieron a dejar visible y llamativa para quienes transitan por la costanera maragata.

Dejó atrás su aspecto tenebroso, recobró su aire familiar y sigue siendo un sitio de referencia, un punto de encuentro, un lugar emblemático, en la hermosa costa maragata, a 30 km de la desembocadura del río Negro.

Desde la década del 40 a hoy ha pasado de zoológico, casa de fin de semana, reuniones
y tertulias a centro de rehabilitación.

Punto de encuentro: Carmen de Patagones

Punto de encuentro: Carmen de Patagones

Datos

Desde la década del 40 a hoy ha pasado de zoológico, casa de fin de semana, reuniones
y tertulias a centro de rehabilitación.

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