Vinos de altura

Un paseo por la Ruta del Vino en Cafayate con escala en Colomé, la bodega más alta del mundo –a 2.300 metros–, con vides a 3.111 metros y un museo aledaño con obras de James Turrell.

salta

Entre los variados atractivos turísticos que tiene Salta se pueden destacar sus bodegas y también sus museos, con impronta propia y única en Argentina. Constituyen una excelente opción a la hora de visitar la norteña provincia, donde también se puede encontrar sol, calor y un paisaje fantástico.

La bodega Colomé es la más alta del mundo y se emplaza a 2.300 metros de altura. Tiene viñas plantadas a 3.111 metros, también los de mayor altitud del planeta. Elabora vinos de alta gama y en sus inmediaciones se emplaza el James Turrel Museum, un fantástico recinto destinado al arte, en particular al que tiene relación con la luz y el espacio.

Las bodegas de Salta se emplazan en Cafayate, a unos 190 kilómetros de la ciudad capital. La mayoría se ubica junto al pueblo, puerta de entrada a los valles Calchaquíes. La estrella de la zona es el vino Torrontés, cuya variedad en esta región logra la mejor performance. No obstante también se producen buenos malbec, cabernet sauvignon y tannat.

En materia de museos, además del de Colomé, cabe destacar el Museo de la Vid y el Vino, que se encuentra en Cafayate, inaugurado hace pocos años, con la mejor tecnología. Se trata de un espacio “vivo”, pleno de estímulos visuales y sonoros, interactivo y entretenido, creado como un ámbito que promueve el conocimiento y exalta los sentidos. Está integrado a la Ruta del Vino de Salta, una propuesta que permite visitar las distintas bodegas, descubrir el fino de altura en combinación con una destacada gastronomía, artesanías tradicionales, alojamientos temáticos y diferentes programas relacionados al enoturismo.

También es recomendable visitar el Museo de Alta Montaña, ubicado en la ciudad capital, donde se exhiben las momias del cerro Llullaillaco, encontradas en perfecto estado de conservación a más de 6.000 metros de altura.

Para llegar a Colomé, la bodega más alejada de Cafayate, hay que recorrer un centenar de kilómetros hasta Molinos y de allí desviarse hacia la cordillera, otros 25 kilómetros. Todo el trayecto es de tierra pero en muy buen estado.

En Colomé se producen vinos hace 180 años. Por ello, el año pasado, el titular de la bodega, Donald Hess, envasó un vino en honor a la bodega más antigua del país, que bautizó “180 años”. Compró la bodega en el año 2001, a Raúl Dávalos, y a partir de allí modernizó todas sus instalaciones, plantó 154 hectáreas con nuevos viñedos y envasó sus primeros vinos en el 2004. En el interior del predio de la bodega está la población de Colomé, con unos 400 habitantes, la mayoría de los cuales trabaja en el emprendimiento.

“En Colomé hay un antes y un después de Hess”, aseguró Pedro Aquino, un lugareño experto en vinos que oficia de guía en las excursiones turísticas a la bodega. Dijo que la vida en el pueblo mejoró muchísimo, hay trabajo pero también ingresos. Su esposa trabaja en la fundación que asiste a los niños y adolescentes del pueblo.

La bodega ofrece visitas guiadas, degustaciones y almuerzos. También tiene una residencia con alojamientos. Alrededor de los edificios están los viñedos y uno de ellos, con 23 variedades distintas de viñas, puede ser visitado.

Las tres variedades de vinos que se ofrecen en vinoteras y restaurantes son el torrontés, el malbec State y el malbec Reserva. No obstante, en la bodega se pueden probar los lotes especiales, “Single Vineyard” con cepas tannat, bonarda y syrah, entre otras. En la Patagonia los vinos de Colome son distribuidos por Patagonia Vinos, con sede en Bariloche.

Si bien la bodega es fantástica también lo es el museo aledaño. Tiene 1.700 metros cuadrados cubiertos y allí hay nueve salas donde se exhibe la luz y el espacio. Es un lugar donde se puede “ver el infinito”. Las visitas guiadas tienen varios requisitos, entre ellos no llevar mochilas ni bolsos, no sacar fotos y sacarse los zapatos. Todas las obras son del artista James Turrell y fue inaugurado en abril del 2009.

Las piezas de arte recorren cinco décadas de su carrera como en un túnel de tiempo y consisten en la percepción y el efecto de la luz en distintos colores. Varias salas están en penumbras pero también hay una al aire libre, que permite ver la luz al atardecer y/o amanecer. Imágenes en base a luz y espacio, un efecto que en forma combinada ofrece un espectáculo inolvidable.

Después de visitar la bodega y el museo queda claro que ambos constituyen la gran pasión de Hess. No en vano este empresario tiene bodegas en los cinco continentes y varios museos y galerías de arte.

Toncek Arco


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