Vio que los traían encapuchados del camión
NEUQUEN (AN) – «Los traían en Unimog, encapuchados… Vi que los sacaban en Unimog, encadenados, de pies y manos», dijo Manuel Eduardo Caparroz, quien era cabo primero y realizó guardias en el perímetro de «La Escuelita» que funcionó en el Batallón 181.
Fue uno de los cuatro suboficiales que prestaron servicio en el Batallón y ayer dieron su testimonio ante el tribunal que juzga a los miembros del Departamento de Inteligencia, acusados de detenciones, torturas y desapariciones: Luis Farías Barreras, Mario Gómez Arenas. Oscar Reinhold, Enrique Olea, Hilarión de la Pas Sosa, Francisco Oviedo, Sergio San Martín y Jorge Molina Ezcurra.
También declararon Antonio Guiñazú, Omar Cortari y Daniel Lucas Guzmán. Todos coincidieron que la existencia del centro clandestino era conocida por todos. Y también que la comida la traían de la cocina del Batallón.
Caparroz declaró que durante un mes realizó guardias en el perímetro del lugar y que en relación a la fuga de uno de los detenidos, reconoció que se enteró de ello aún cuando ese día no hizo guardia. Pero que por el episodio lo interrogó un hombre «vestido de verde, sin insignia, que supongo era oficial del Ejército», en el «galpón de chapa de ´La Escuelita´», en referencia a la sala de torturas.
Ante las preguntas añadió que no fue presionado y sólo recordó que vio una mesa, unas sillas y que no vio ninguna máquina de escribir.
Antonio Guiñazú admitió que vio llegar al lugar varios autos particulares, entre ellos un R-12, un Fiat 128 y varios Falcon, y en ellos a personal de Inteligencia.
«Los de Inteligencia se creían superiores, tenían gestos prepotentes, nos trataban como un ´saco de piojos´», destacó.
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