Volver a creer

PJ se rearma y Pichetto, con poder demostrado, se aparta de la escena.

DE DOMINGO A domingo

adrián pecollo adrianpecollo@rionegro.com.ar

El desafío de gobernar, juntos pero extraños. Esa percepción rodea al gobierno del Frente para la Victoria, que manda Alberto Weretilneck y que sostiene Miguel Pichetto, desde el justicialismo. Hay energía puesta en simular una única pertenencia. Y un logro innegable: atenuar cualquier contraste y buscar reconstruir un plan de poder. El futuro transparentará disputas en el liderazgo, pero hoy hay esfuerzos denodados para encubrir esas pretensiones. Primero es prioridad refundar el gobierno del Frente y rearmar el PJ. No son metas simples. Ya aparecen escollos. Se pretendía este fin de semana concretar un acuerdo en la fruticultura, a partir de gestiones y aportes de Nación para productores y promesas para empresarios. Weretilneck alentó un pacto salarial del 20% e interactuó con algo más en la negociación. No alcanzó. Sobraron interlocutores y charlas. El gobernador, el vice Carlos Peralta y Ariel Rivero hablaron con Rubén López, un legislador propio aunque acá priorizó su liderazgo entre los empacadores. Tampoco bastó la persuasión con los rurales. La cosecha ahora evidencia un dudoso inicio. Riesgos para las renovadas expectativas y ministros (Hugo Lastra en Gobierno y Juan Manuel Pichetto en Producción) con los que Weretilneck intenta inyectarle iniciativa al gobierno. Igual, la última semana, la atención estatal siguió en otro lado. El diálogo tampoco basta en el frente estatal. Alteró a la administración provincial una lógica reacción de protesta combinada entre los contratados suspendidos y la adhesión de inquietos agentes de planta por la ley de disponibilidad. El plan de Weretilneck está expresado por la Función Pública, que conduce Sandro Chaina. Pero esa orientación se desvía en otros funcionarios. Hace una semana, el gobernador instruyó a sus ministros a que se aferren a la finalización de los contratos. Se molestó cuando alguno le pidió reconsiderar esa medida. Cada renovación propuesta se envía a la Función Pública. No existe aún ninguna formalizada, más allá de las menciones ministeriales. Además, hay ex contratados que continúan en sus lugares por falta de comunicación de sus jefaturas. Salud concentró la colisión inaugural. Allí, Norberto Delfino quedó jaqueado. Una movilización hospitalaria lo presionó en Viedma y el funcionario salió con el pago en enero a los ex contratados que están. “Pregúntele al ministro”, resistió el gobernador cuando el periodismo lo consultó sobre esa referencia. Más tarde también se anoticiaría de la reincorporación sanitaria en Roca. Los hospitales no conocen de recesos y, además, se advierte más directamente la carencia de una evaluación y planificación en la medida general con los contratados. En Cipolletti, el servicio de hemoterapia disponía de tres profesionales, dos contratados que quedaron afuera. La urgencia exigió su rápido llamado. El viernes, el gobierno culpó a los directores. Antes, Weretilneck reconocía “un error” en el mecanismo. Fue en Bariloche cuando detectó claramente esa dificultad, y la protesta provincial. El conflicto estropeaba su mejor momento. Tenía expectativas con los anuncios turísticos y la restitución de los vuelos. Sólo desconfiaba, en todo caso, de la movilización anticianuro. Pero su presencia se empañó con una marcha estatal y un corte del puente cipoleño. Esta problemática pone a su gestión frente al primer reto importante. Habrá que informar al equipo gubernamental. No hay conflicto ya que sólo finalizó un vínculo laboral previsto. Así se resume el lineamiento de Weretilneck. Gran parte de los funcionarios no lo sabe, no lo entiende o no actúa con similar convicción. Si no hay conflicto, nada tiene que hacer Trabajo. Aun así, el secretario Luis Troncoso hurgó para intentar un acercamiento de partes, insinuando un posible llamado a conciliación obligatoria. A contramano del andar oficial. El diálogo gremial, por momento, apacigua pero no basta. El gobernador y su secretario Chaina sostienen un contacto permanente con UPCN y ATE. El martes o miércoles habrá reuniones. ¿Juntos o separados? Weretilneck difícilmente desatienda un pedido de Juan Carlos Scalesi. El upeceísta no quiere compartir ese ámbito con ATE, que conduce Rodolfo Aguiar. Habrá una propuesta, que será la renovación de los contratos y el análisis quedará en la Comisión de Transparencia del Empleo, creada por la ley de disponibilidad. Su integración se apresurará para ello. Este conflicto fue subestimado. Se entendía, con cierta razón, que el receso desactivaría cualquier movida. Esta hipótesis se cumplió en Educación ya que sus porteros están de vacaciones. Pero el ministro Marcelo Mango se prepara y se reúne con los gremios. El riesgo será alto si se inicia febrero y continúa la irresolución de sus contratados, de los cuales 1.200 son porteros. Hay punteros políticos, pero también trabajadores con necesidades. Allí radicó el equívoco gubernamental: perdurar en la sospecha generalizada y demorar la diferenciación de unos y de otros. A todos se les agregan los empleados de planta que quedan expuestos a la exploración de la norma de disponibilidad. Los gremialistas utilizan esa incertidumbre. “Todos en alerta, luego vienen por el personal de la planta”, atemorizan. Las tramas del complejo frutícola y de los contratados ya integran la agenda de la semana de Weretilneck. Otros aprietos llegarán a su escritorio. Obras Públicas y Educación no llegan –a pesar de la ley de emergencia– con los tiempos para contratar y arreglar las escuelas antes del inicio del ciclo escolar. Cumplido los trámites, emergerá la presión de los constructores cuando la propuesta y la premura lleguen a su Cámara. Quieren hablar de sus acreencias de más de 70 millones. Esa fragilidad negociadora que el Ipross ya padeció. Su interventor, Fabián Zgaib tuvo que comprometer ciertos pagos en enero para que el Colegio de Farmacéuticos retome sus prestaciones. Estas compulsas del Estado con los intereses empresariales instalan al gobierno en la disyuntiva de acordar rápidamente para responder a las demandas o explorar otras alternativas para sostener su anunciada revisión de contratos y deudas, con el posterior análisis de su cancelación. Así, Buenos Aires fue y es un escenario mucho más favorable a Weretilneck. Logró, en sólo dos días, lo que otros no obtienen en meses. Un periplo por los despachos nacionales más importantes, desde el vicepresidente Amado Boudou a los ministros Julio De Vido (Obras Públicas), Florencio Randazzo (Interior), Carlos Tomada (Trabajo), Norberto Yauhar (Agricultura), Arturo Puricelli (Defensa) y Alberto Sileoni (Educación), pasando por el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina. Su concreción radicó en Pichetto, quien lo acompañó casi siempre, y también estuvo el intendente Martín Soria. Weretilneck y Pichetto exageran en sus reverencias. Se detectan más gestos que autenticidad. Así, se desactivó cualquier recelo ante las reuniones privadas del jefe del gobierno con Sileoni y Puricelli. Ayudó la poca influencia de ambos funcionarios. La desconfianza reina en las adyacencias y, tal vez, lleva a buscar dudas donde no están. Esa misma susceptibilidad que transmutó un mensaje de respaldo en debilitamiento. “No seré el gobernador en la sombra”, respondió el senador y fue suficiente para instalar lo contrario: su real poderío. “Sólo respondí a una pregunta”, se sinceró. Es cierto. También, Pichetto –hábil lector de la escena política– ya comprendió el impacto de aquello. Tanto que el viernes no viajó a Bariloche, saliendo del foco en soluciones en las que tuvo mucho que ver. El justicialismo ya se rearma. La dirigencia definió el jueves su organización. En marzo tendrá su nueva conducción, encabezada por Pichetto, con un llamado a elecciones para febrero. Al senador lo secundará un intendente –Luis Albrieu o Javier Iud– y habrá integración de jefes locales. Existe un fuerte entusiasmo político frente a la resolución institucional de la sucesión. Bien vale reconocerlo. Esa dirigencia –más allá de la instrucción presidencial– resolvió en día y medio esa encrucijada, que comenzó en una chacra de Paso Córdoba. Pasaron sólo dos semanas de la muerte de Carlos Soria. Hoy, su figura persiste en referencias dirigenciales y su homicidio se reduce al cuadro judicial-penal. Mientras tanto, el Frente quiere volver a creer, pero siempre la política se torna más imprevisible que su propia naturaleza cuando llega esa enrevesada vorágine de los conflictos de intereses.


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