Volvió a disfrutar en casa

<b>La tercera fue la vencida y el triunfo en La Visera surgió ante Juventud. Goles de Negri y Alecha.</b>

Laura Frank

La alegría se le negaba a Cipo de local, pero cortó la racha contra Juventud y ahora vuelve a soñar con la clasificación.

CIPOLLETTI (AC).- El fútbol no entiende de lógicas, se ríe de las “reglas”. En la previa, a la hora de los cálculos, Juventud Unida aparecía como el rival de mayor riesgo para Cipolletti en el raid de partidos en La Visera. Pero, contra esos mismos pronósticos, el equipo de Domingo Perilli perdió seis puntos contra Unión y la CAI, y anoche derrotó al duro conjunto de San Luis, que dirige un viejo conocido: Darío Tempesta.

El 2-1 final ofreció un respiro inigualable para un equipo que padecía por juego y resultados. Ahora, el albinegro se volvió a acomodar en el lote de los candidatos a la clasificación, tomó confianza, aclaró un panorama repleto de incertidumbre y pensará con optimismo en los dos partidos que se le vienen afuera de casa: ante Rivadavia de Lincoln, el próximo viernes por la fecha 14 del Argentino A; y frente a Deportivo Maipú, el miércoles 20, por la Copa Argentina.

Como en las últimas presentaciones, Cipolletti regaló el primer tiempo, lo dejó pasar como una tormenta de verano entre desaciertos y nervios. En esos 45 minutos iniciales sólo dos veces puso en cierto aprieto al experimentado Tombolini (un cabezazo de Manolo Berra y un disparo de lejos de Javier Solís). Incluso la más claro de ese lapso estuvo en los pies de Marcos Fernández, que aprovechó una desconcentración en la zona defensiva que cubre el tándem Madrid-Alegría, se fue rumbo a la gloria pero se encontró con los buenos reflejos de Guillermo Ferreyra, que le tapó el gol en dos oportunidades.

En el primer tiempo la tarea del albinegro fue flojísima y sólo se destacaron Marcos Lamolla, una mezcla de muralla y felino, y Kevin Guajardo, el pequeño delantero de mirada asiática y gambeta endemoniada que terminó siendo determinante en su debut como titular.

Ya lo había dicho Mingo Perilli en la semana: “el problema está en que no encontramos el funcionamiento. No creo que tenga que ver con los nombres”. Claro, en el primer tiempo hubo individualidades muy por debajo de su nivel (Negri, Berra, Weisser, Alecha) y entonces el juego se tornó fácilmente descifrable para el rival, sin sorpresas, aburrido.

Sólo los protagonistas saben qué dijo y de qué forma Perilli en el entretiempo. Pero la actitud de todos los albinegros cambió. Guajardo, el menos experimentado, comenzó a encarar cuanta camiseta amarilla se cruzó en el camino. Y su ímpetu contagió. También la vehemencia (a veces al límite) de Lucas Mellado. Entonces crecieron Berra y sobre todo Negri en el mediocampo. El Flaco parece un jugador frío, apático a veces, pero es el que mejor entiende el juego. Él y Guajardo iluminaron el sendero del triunfo y el “8” marcó el 1-0 a los 12, cuando cayó un centro, no llegó Alecha, falló de manera casi incomprensible Tombolini y el calvo volante cabeceó al gol. Juventud, que se había metido demasiado atrás y le había cedido la iniciativa al local, recién reaccionó cuando estaba 0-2, tras un tiro libre, con rebote mediante y toque suave de Alecha al gol. La dulzura de la noche duró hasta que a los 43’ descontó Mauro Aguirre. Entonces regresó el sufrimiento, cayeron algunos centros peligrosos, hubo nervios y ruegos de un final que llegó, para alivio de Mingo Perilli y sus muchachos.


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