“Voto electrónico, medicina con tratamiento”
Sin la intención de plantear duda alguna acerca del poder del voto electrónico como herramienta para emitir el sufragio en elección universal y democrática, se observa con cierta preocupación el vertido de algunos conceptos en una columna de opinión de este diario en su edición del 25 de marzo donde peligrosamente se menciona que el sistema electrónico “otorga el registro y la comprobación de la identidad del votante”. El resguardo de la identidad del votante es la herramienta que asegura el voto secreto y universal, es decir que todos y cada uno de los ciudadanos habilitados para participar en la elección podamos hacerlo sin ser víctimas de un flagelo que existe, la retaliación. Si bien es cierto que se reducen significativamente los tiempos del proceso de conteo, la enumeración y totalización de los votos y la obtención de los resultados por cada una de las máquinas de votación (léase mesas), es necesario tener en cuenta que existe un proceso de cierre del acto de votación que da paso a tareas que poco difieren del sistema manual, y con esto nos referimos al proceso de impresión de las actas, la revisión de las mismas certificando que existe información del total de votantes y que se corresponde con el conteo manual de votantes en el cuaderno electoral o padrón para luego proceder a la refrenda de las actas por parte de las autoridades de mesa; debería ser éste y nunca otro antes el momento en que se transmita la información al centro de cómputos. De acuerdo con la columna referida, la participación de la ciudadanía se vaticina más democrática y transparente a través del voto electrónico. Al respecto nuestra visión se enfoca en el simple hecho de la participación por sí misma. Un ciudadano emitiendo su voto es la definición de la participación ciudadana democrática y transparente. Así como existen conceptos con los que no acordamos, quisiéramos destacar los puntos en coincidencia, entre los cuales no podemos dejar de referirnos a la disminución de costos, la garantía de existencia de “boletas” en los cuartos oscuros y la obturación de vicios y rumores sobre fraude. Sin embargo, y si bien el voto por sistema electrónico no reviste demasiada capacidad de fraude por sí mismo, lo que sí es susceptible de fraude es todo el proceso anterior, en el cual la ciudadanía no tiene mayor participación protagónica. La mayor eficiencia, celeridad y seguridad que ofrece el voto electrónico puede ser el indicador del éxito de este sistema, éxito que sin lugar a dudas se debe medir, también, por la confianza que genere entre todos los actores de una elección. Para eso es importante asegurar el “blindaje” de todo el proceso, ajustado a la norma de principio a fin. Román Cava, DNI 92.904.197 Fundación Somos Acción Ciudadana San Martín de los Andes
Román Cava, DNI 92.904.197 Fundación Somos Acción Ciudadana San Martín de los Andes
Sin la intención de plantear duda alguna acerca del poder del voto electrónico como herramienta para emitir el sufragio en elección universal y democrática, se observa con cierta preocupación el vertido de algunos conceptos en una columna de opinión de este diario en su edición del 25 de marzo donde peligrosamente se menciona que el sistema electrónico “otorga el registro y la comprobación de la identidad del votante”. El resguardo de la identidad del votante es la herramienta que asegura el voto secreto y universal, es decir que todos y cada uno de los ciudadanos habilitados para participar en la elección podamos hacerlo sin ser víctimas de un flagelo que existe, la retaliación. Si bien es cierto que se reducen significativamente los tiempos del proceso de conteo, la enumeración y totalización de los votos y la obtención de los resultados por cada una de las máquinas de votación (léase mesas), es necesario tener en cuenta que existe un proceso de cierre del acto de votación que da paso a tareas que poco difieren del sistema manual, y con esto nos referimos al proceso de impresión de las actas, la revisión de las mismas certificando que existe información del total de votantes y que se corresponde con el conteo manual de votantes en el cuaderno electoral o padrón para luego proceder a la refrenda de las actas por parte de las autoridades de mesa; debería ser éste y nunca otro antes el momento en que se transmita la información al centro de cómputos. De acuerdo con la columna referida, la participación de la ciudadanía se vaticina más democrática y transparente a través del voto electrónico. Al respecto nuestra visión se enfoca en el simple hecho de la participación por sí misma. Un ciudadano emitiendo su voto es la definición de la participación ciudadana democrática y transparente. Así como existen conceptos con los que no acordamos, quisiéramos destacar los puntos en coincidencia, entre los cuales no podemos dejar de referirnos a la disminución de costos, la garantía de existencia de “boletas” en los cuartos oscuros y la obturación de vicios y rumores sobre fraude. Sin embargo, y si bien el voto por sistema electrónico no reviste demasiada capacidad de fraude por sí mismo, lo que sí es susceptible de fraude es todo el proceso anterior, en el cual la ciudadanía no tiene mayor participación protagónica. La mayor eficiencia, celeridad y seguridad que ofrece el voto electrónico puede ser el indicador del éxito de este sistema, éxito que sin lugar a dudas se debe medir, también, por la confianza que genere entre todos los actores de una elección. Para eso es importante asegurar el “blindaje” de todo el proceso, ajustado a la norma de principio a fin. Román Cava, DNI 92.904.197 Fundación Somos Acción Ciudadana San Martín de los Andes
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