Vox populi: hubo sobornos

A seis años del escándalo, Rafecas está a punto de enviar la causa a juicio. Se está más cerca de la verdad que nunca.

Redacción

Por Redacción

Un golpe letal a la corrupción un duro mandoble, para no pecar de ingenuos estaría por aplicar un ascendente juez de 39 años en la causa por los supuestos sobornos en el Senado. Tras el desmadre inicial, hace ya más de seis años, hubo explosiones que provocaron la renuncia del entonces vicepresidente Carlos «Chacho» Alvarez, el desmembramiento del gobierno de la Alianza entre radicales y frepasistas y la caída de Fernando de la Rúa, en medio de un cuadro anárquico con rebeldía callejera, represión y muertos.

«En la década del 90 eran habituales los peajes», recuerdan hoy los cronistas parlamentarios que, ante la aparición de una nueva testigo clave, Sandra Montero cuyas declaraciones exclusivas reproducidas por «Río Negro» tuvieron un gran impacto nacional e internacional estiman que no hay más espacio para «el reparto de sobres» como vehículo legislativo espurio.

No es el criterio del ex senador Remo Costanzo quien contra todas las evidencias niega las coimas aun cuando Sandra ratificó su responsabilidad en la distribución del dinero y por haberse quedado con 300 mil pesos/dólares, ni De la Rúa, quien propuso investigar a los denunciantes además de la mujer, el «arrepentido» ex secretario legislativo Mario Pontaquarto y leer un libro de su autoría donde enseña a «descubrir las mentiras y engaños».

Rafecas a cargo también de trascendentes investigaciones por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar, se dispone a dar por cerrada una etapa y elevar el caso a la instancia oral y pública. Si es que De la Rúa consigue demorar la causa, este año será analizada en ese ámbito sólo la conducta de los procesados Costanzo, Pontaquarto, Augusto Alasino, Emilio Cantarero, Ricardo Branda, Alberto Tell, José Genoud, Alberto Flamarique y Fernando de Santibáñez. En duda está, por lo menos, la situación de Angel Pardo, mencionado expresamente por la testigo protegida. Menos problemática parece ser la travesía de otros ex senadores hoy en funciones relevantes: José Luis Gioja es gobernador de San Juan y Jorge Yoma embajador en México, por ejemplo. Oportuno es hacer un poco de memoria en una historia que corrobora una primicia de «Río Negro», cuando dio cuenta de que el dinero para «convencer» a los senadores de la necesidad de aprobar la ley laboral calificada de Banelco por el sindicalista Hugo Moyano, salió en fajos de las arcas del Banco Nación.

El primer juez que tomó el caso, Carlos Liporaci pregonó desde las escaleras de los tribunales porteños que había evidencias graves y concordantes sobre los sobornos. Denunciado por enriquecimiento ilícito, fue apartado y reemplazado al poco tiempo por Gabriel Cavallo.

Éste se apuró en dejar sin efecto las citaciones a los ex funcionarios y fue ascendido a camarista. Rodolfo Canicoba Corral, el siguiente magistrado, dejó dormir las actuaciones hasta que llegó Rafecas, quien se había destacado trabajando bajo la órbita del Procurador general de la Nación, Esteban Righi, paradójicamente quien ejerció en una primera instancia la defensa de Costanzo.

Inquieto y ambicioso, Rafecas concursó en la época de la Alianza. Rindió examen cuando Eduardo Duhalde mandaba en el país y aprobó su ascenso, con excelentes notas, durante la presidencia de Néstor Kirchner, por lo que algunos opositores recitan que «es un juez recontra K».

Lo cierto es que no se cuestiona su «trabajo hormiga» para reactivar la causa, en medio de una lenta renovación judicial. «Chacho» Alvarez, hoy reinstalado al frente del Mercosur, ve este proceso como una reivindicación personal: los viejos senadores festejaron su ida desencajada del gobierno delarruista. Antonio Cafiero, quien había quedado al margen de las maniobras operadas por dos laderos del entonces Presidente, se hizo el distraído y averiguó sobre los pagos bastardos y luego filtró la noticia, que también se había difundido en un anónimo.

¿Qué enseñanzas sacar en un país que tiene como uno de sus hobbys preferidos violar las normas? Los dirigentes partidarios, temerosos de salir a la calle cuando ahorristas estafados y piqueteros los esperaban en cualquier esquina, están recibiendo un certero mensaje: basta de peajes con el dinero del pueblo para aprobar leyes. Por supuesto, podría decirse también que dada la actual composición numérica, el oficialismo 'K' no tiene motivos para apelar a tales procedimientos maliciosos. Pero es un mérito de la actual administración que la Justicia pueda desenvolverse en forma independiente hacia la verdad.

Dañados salen los peronistas se salva Kirchner, marginal por esa época, sale airoso Cafiero y se terminan de hundir los viejos radicales que actuaban corporativamente con los justicialistas. Los acuerdos futuros, si los hubiere, no podrán transitar por estas arenas movedizas, sin un condigno castigo. Pero, lo esencial, aun cuando todavía no se conoce la sentencia, es que nadie duda de que las coimas existieron (eran parte de un sistema) y que el más interesado en concretarlas era la cabeza del poder de esos días aciagos.

El caso prácticamente está cerrado. Se termina con la sensación de impunidad (al menos parcialmente, pero es un paso adelante), pues era vox populi que el hábito de enriquecerse en el Congreso era permanente. No está mal que en ese y en otros ámbitos institucionales los funcionarios pongan las barbas en remojo.

ARNALDO PAGANETTI

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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