¡Siete metros de nieve en Copahue!: «Agarré la pala, cavé y salí como lombriz”

Otro día en la oficina para Nico, único habitante civil fijo de la villa termal neuquina tapada por el manto blanco. Excavó para salir de la casa, Adrián le dio una mano paleando desde afuera y después fueron a sacar la nieve del bar El Montañes. Hoy pinta lindo...

Tiene la piel curtida de estas aventuras. Nico Canter, único habitante civil fijo de Copahue, la villa termal neuquina que en invierno queda sepultada por la nieve, suele pasar varios días dentro de la hostería Hualcupén, donde trabaja en la temporada del 1° de diciembre al 1° de mayo, cuando llegan los visitantes en busca de los tratamientos termales, pero después se queda cuando se viene el frío porque es lo que más le gusta en el mundo.

Así encontró la puerta Nico.

Solo lo acompañan cuatro efectivos de Gendarmería que rotan cada 15 días en el destacamento a unos 800 metros de donde para él y los efectivos del Ejército que hacen la campaña preantártica por la similitud de condiciones extremas. “Siempre digo que vivo en un paraíso, espero todo el año este momento”, dice Nicolás, deslumbrado por la belleza de esta tierra de araucarias, lagos, arroyos, cascadas y picos nevados como la primera vez. 

Por acá salió Nico después de excavar.
Detrás del bardón de nieve está el departamento donde vive Nico. Así estaba Copahue después de la nevada. Foto: Nico Canter
Nico con el fondo de Copahue tapada por la nieve.

Palear para salir y después sacar la nieve del bar


Así que Nico está acostumbrado a palear desde la puerta o desde la ventana, según lo que convenga en cada caso. Ayer tuvo que hacerlo otra vez, después del largo temporal de nieve y el viento blanco. Desde afuera, le dio una mano Adrián Sepúlveda, que este año alquilo con Fernanda el refugio El Montañés y entonces se puede tomar una café, un chocolate, una cerveza o comer algo rico con el volcán Copahue a las espaldas y las lagunas al frente.

En este rincón mágico de la Patagonia se naturaliza lo extraordinario, porque el volcán está activo y por eso las lagunas bullen con la temperatura del agua que baja de sus entrañas y a los costados asoman los techitos de las casas cubiertas por la nieve.

Salidas fuera de pista en Copahue entre las cumbres de la Cordillera de los Andes.

Y entonces Nico también lo cuenta como algo rutinario: «Salí como una lombirz», dice y se ríe. «Tenía como siete metros, hasta tapó cables de luz», agrega. Con el refugio abierto y como guía baqueano de las excursiones y travesías fuera de pista con el refugio como base también tiene trabajo en el invierno, lo que incluye pasar tempranito para que todo esté en orden cuando lleguen los turistas y después recibir en la hostería a los que harán travesías fuera de pista y se quedarán a dormir en ese desierto blanco rodeado de montañas. Otro día en la oficina para Nico.

En el bar se puede tomar algo entre el volcán y las lagunas. Foto: Adrián Sepúlveda.

Este es el lugar en el mundo para Nicolás Canter desde que acompañaba a su madre a hacer la temporada de verano en las Termas de Copahue cuando llegaron desde Zapala en los 90′. Siempre se las ingenió para quedarse un poco más después. Y desde hace cinco años, desde que la conexión eléctrica permanece en los días más fríos del año en la villa.

Con lo que ahorra en verano, se financia en el invierno. Ahora, con las aguas termales que corren debajo como losa radiante natural, puede andar en patas aunque a veces para salir no queda otra que agarrar la pala y cavar. Hay señal y Wifi si el viento lo permite y con la teve satelital puede ver lo que le gusta, los documentales de naturaleza y animales. ¿Hay por acá? «Algún zorrito, alguna liebre», responde. Y las visitas de los reyes de los Andes, los cóndores. «Vienen a chusmear», dice y se ríe.

Las termas de Copahue y la villa que la rodea están tapadas por la nieve, que llega a los siete metros en este paraíso neuquino. Foto: Nicolás Canter.

Antonieta, la perra que lo acompañó en varios inviernos ya partió de este mundo y aún la extraña. «De viejita, tenía 14 años. Iba conmigo a todos lados, una genia«, dice Nico. «Me anoté en los grupos de adopción a ver si puedo conseguir una cachorrita, son muy leales y compañeras las hembras, los machos hacen más lío con lo de marcar territorio», explica con una sonrisa. Por estos días lo acompaña el gato Thor.


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