Meliquina, el paraíso que no pierde su encanto rural

Un viejo casco de estancia loteado en 1977 a 40 km de San Martín de los Andes se convirtió en un destino que atrae a los viajeros con su onda agreste, la playa y las actividades en el lago.

Todo empezó en 1977, cuando fue loteado un antiguo casco de estancia. No era fácil advertir los límites de aquellos 3.000 lotes solo reconocibles en los mapas de catastro: no había calles abiertas, tampoco árboles.

Hubo que esperar dos años para que se levantaran las primeras cuatro casas, pioneros que se maravillaban con ese rincón de montaña destinado a convocar a más residentes y viajeros.

Eran tiempos de chanchos, ciervos y pumas ahí nomás en esas 2.000 hectáreas vírgenes donde se plantarían pinos y nadie resistía la tentación de salir a caminar y probar suerte con la caña en busca de la trucha inolvidable. De a poco las huellas incipientes empezaron a convertirse en calles y comenzada la década del ‘90 se levantaron nuevas construcciones, en una etapa de crecimiento gradual que llega hasta estos días.

En avioneta

En 1997 se abrió el primer espacio de atención al público, el restaurante y casa de té Salón Patagonia. Los primeros pobladores recuerdan que los pilotos del Club de Aviadores de Bariloche aterrizaban en la Ruta 63 y se acercaban a preguntar qué había para almorzar.

Allí los Selem -una de las familias pioneras- montaron además una proveeduría para quienes acampaban en la zona. Y luego la primera oficina de venta de lotes en Villa Meliquina. Más de una vez algún desprevenido que quería comprar un paquete de yerba terminó entusiasmándose y yéndose con un lote. Las ventas se hacían con alambrado y forestación. No había ni luz, ni agua, de red, ni gas.

Hoy hay cerca de 500 casas y unos 300 residentes permanentes que coinciden en su modelo de pueblo sustentable y disfrutan, como los visitantes, de todo lo que la aldea de montaña puede ofrecer: paisajes, relax y actividades para todos los gustos.

No ha cambiado mucho en materia de servicios: no hay red eléctrica –usan molinos y turbinas con una hélice para abastecerse–; siguen sin gas y el agua es de vertiente. No hay servicio de recolecciones de residuos: hay quienes reciclan y otros aprovechan los viajes a San Martín de los Andes para trasladarlos.

El parador

A 800 metros del ingreso a la aldea, un parador diseñado con materiales reciclados ofrece desde duchas calientes, hamacas paraguayas, cargador de baterías solar, wifi y fogones hasta palestra, metegol, deportes acuáticos y gastronomía.

Allí se puede aprender kitesurf, stand up paddle y disfrutar de hacer snorkel en el lago o un paseo en kayak.

Muy cerquita de Meliquina está Casa de Piedra, una cueva en la montaña donde habitaban antiguos pobladores. Allí pueden verse pinturas rupestres. Otro atractivo son los pozones del río Caleufu y el lago Filo Hua Hum, agrestes e ideales para una zambullida y para pescar.

Se advierte con solo caminar que hay inversiones en materia de hotelería y servicios turísticos. Los atractivos: la onda tranquila, los 7 km de costa sobre el lago Meliquina casi desolados, el río y sus truchas, el bosque andino de coihues, radales y lengas en las laderas que la rodean y varios miles de hectáreas de pinos.

Cabañas y campings

Es un sitio elegido por residentes en la ciudad de Neuquén y alrededores, ya que es casi equidistante de cerro Chapelco como de San Martín de los Andes. Además de los complejos de cabañas hay un albergue y cuatro campings agrestes. Las calles no tienen nombre y a todos lados se llega preguntando. Ojo: no hay estación de servicio.

En números

Más de un desprevenido que quería comprar yerba o cigarrillos en la primera proveeduría se entusiasmaba y terminaba yéndose con un lote. Las ventas se hacían con alambrado
y forestación.

Un parador ofrece duchas calientes, cargador solar de baterías, wifi, fogones, palestra y deportes acuáticos, entre otros servicios.

Datos

3.000
la cantidad de lotes en que se dividió el viejo casco de estancia en 1977.
300
la cantidad aproximada de residentes permanentes que tiene hoy la aldea de montaña.
2.000
las hectáreas de naturaleza virgen que se parcelaron a fines de los años 70. Hoy hay unas 500 casas en Meliquina.
Más de un desprevenido que quería comprar yerba o cigarrillos en la primera proveeduría se entusiasmaba y terminaba yéndose con un lote. Las ventas se hacían con alambrado
y forestación.
Un parador ofrece duchas calientes, cargador solar de baterías, wifi, fogones, palestra y deportes acuáticos, entre otros servicios.

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