«Y cobran aunque sean ineficientes»

¿Cómo puede ser que los que requerimos servicios paguemos si no los recibimos satisfactoriamente o si lo que recibimos no es lo que hemos pagado? ¿No es hora de empezar a reclamar?

Esto ocurre en variados rubros, oficios y profesiones. Obviamente, hay servidores cabales, permanentemente preocupados por «pensar» en la optimización y excelencia de sus servicios, pero también personas sin vergüenza y de rostro pétreo (caraduras).

Para tomar algunos ejemplos: hay docentes sin decencia, que no saben su materia, que malgastan el tiempo disponible para educar diciendo disparates y a los que ni se les ocurre estudiar. Deberían estar sentados en el último banco (para perturbar lo menos posible) y no al frente de la clase… y lo peor: en muchos colegios no hay capacidad para controlar que esto no ocurra, o no hay interés. ¡Y cobran aunque sean ineficientes!

Hay funcionarios (políticos y de los otros) que nunca funcionaron, que creen que un proyecto es el solo enunciado de cualquier ocurrencia, sin considerar antecedentes, planificaciones, ejecutores, costos, beneficios, factibilidad, etcétera… ¡y cobran aunque sean ineficientes!

Hay médicos sin medicina (la mayoría llamados «doctores» sin que siquiera hayan pensado alguna vez en desarrollar, exponer y lograr que les aprueben una tesis doctoral) que dan vueltas y vueltas ante patologías que a veces por inexperiencia, por desconocimiento o por desinterés tratan como si fueran un bingo (¡pruebo a ver si la emboco!) y mientras tanto los pacientes ponen nada más ni nada menos que su «desorganismo» esperando que vuelva a ser un «organismo»… ¡y cobran aunque sean ineficientes!

Hay abogados (la inmensa mayoría «no doctores», aunque ostentosas placas y carteles afirmen descaradamente lo contrario) que en todos los juicios a una de las partes litigantes no satisfacen (casi nunca hay empate, una parte pierde y la otra gana)… ¡y cobran aunque sean ineficientes!

Y hay muchos más ejemplos, de comerciantes, ingenieros, arquitectos…

Esos docentes, médicos, funcionarios, abogados, etcétera, ineficientes, ¿le pagarían a un mecánico que no logró poner en marcha su automóvil, a un tintorero que no quitó una mancha de su ropa o a un canillita que les ofrece un diario con la impresión borrosa? No me refiero a aquellos que preocupadamente se esmeran por lograr una solución favorable y no lo consiguen, me refiero a los que alude el tango «Cambalache».

Si no empezamos a condicionar nuestro pago a nuestros servidores, las palabras «responsabilidad», «honestidad», «eficiencia», «excelencia» y otras se «caerán» del diccionario.

Luis E. Anzorena

LE 8.149.182

Roca


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios