¡Y si el poder se escapa!
Análisis
No está aquí en discusión el ballottage como método de definir poder.
Está sí bajo reflexión la forma en que el veranismo alienta la inclusión de esa herramienta en la legislación electoral de la provincia.
Avanza en el tema operando más como régimen que como un gobierno aunque sea mínimamente consustanciado con el respeto hacia el conjunto político.
Porque lo que debería ser tema de un debate amplio por parte de ese conjunto, está reducido por el veranismo a un trámite unilateral.
O sea, política de hechos consumados.
Y llegado el momento, presentar el paquete atado. Y luego ofrecer algún tipo de palique insustancial y carente de posibilidades concretas de introducir modificaciones.
Mucho más delicado es este procedimiento cuando se computa que ballottage sí o no, es sólo un punto en un marco de decisiones más amplias que el gobierno quiere adoptar en materia electoral.
Entre otras, bajar el número de legisladores al mínimo que exige la Constitución: 36. Algo que piensa hacer por ley.
Pero está también la fijación de la fecha de elecciones. Una cuestión que de cara ante tanto desgaste y desencanto con la dirigencia política existente en la sociedad, por lo menos reclama que no se dilate.
Se evitaría así que la relación política se tensione debido a demoras alentadas por especulaciones del gobierno determinadas por sus intereses.
Cuanto más franco y cristalino se trabaje sobre estos temas, mejor y más digno aporte se haría a la política.
Pero el veranismo, en tanto matriz decisiva en el sistema de decisión del Ejecutivo provincial, no es proclive a actitudes de esa índole.
Si lo fuera, el sistema político rionegrino habría tenido durante estos años un socio importante para funcionar al menos algo mejor.
Pero todo este manejo silencioso y tramado de las reformas electorales que se manejan se explica desde el miedo a perder la elección que sobrecoge a la UCR.
Pero dentro del partido somete con más presión al veranismo. Sucede que tiene mucho más que perder que el resto del partido si la elección es adversa.
Porque para no pocos veranistas perder puede significar pérdida de inmunidades. El final de cierta impunidad. Tan es así que ayer, en Viedma, uno de los más importantes dirigentes del partido confesaba que a una correligionaria – funcionaria, le «están buscando un lugar en una lista» para que aguante las causas penales que arrastra.
Claro, suele ser difícil admitir que el poder está y se va.
Carlos Torrengo
No está aquí en discusión el ballottage como método de definir poder.
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