Y van 30…, por Carlos Torrengo 11-01-04

Redacción

Por Redacción

El viernes murió Norberto Bobbio, uno de los más influyentes filósofos de la política de posguerra.

Su vida fue plena en favor de la libertad.

El debate de ideas, la cátedra, sus libros, fueron el ámbito desde el que luchó en favor de sus convencimientos.

Desde lo político, Norberto Bobbio transitó los últimos años de su vida imbuido de inquietudes que llamó «mis últimas».

En una de ellas advertía sobre la acelerada pérdida de centralidad de la «política de calidad» como pivote de los procesos sociales.

Otra alertaba sobre el costo que para el interés del conjunto tiene una dirigencia política renuente a terminar con los vicios que afectan el funcionamiento del sistema.

-Hoy, la política de signo positivo tiene una exigencia: diferenciarse, y diferenciarse de lo que daña a la política, que es dañar a la sociedad -decía.

Norberto Bobbio murió en Turín. Tenía 94 años.

Y aquí, en Río Negro, el gobierno provincial que lidera Miguel Saiz acaba de cumplir un mes de vida.

¿Cuánto tiempo es un mes como para determinar cuál es el rumbo del gobierno y cuánta voluntad tiene de diferenciarse de la administración Verani, que degradó significativamente formas y estilos de hacer política y ejercer el poder?

Por donde se lo mire, es todo el tiempo del mundo. O puede no ser nada.

En manos de un convencimiento decidido a diferenciarse, 30 días pueden convertirse en una bisagra que defina un antes y un después notorio.

¿Qué hizo Saiz para diferenciarse de la administración Verani?

A lo sumo, amagues.

Consumió el mes del poder que implica el arranque -en oportunidades, los días de mayor poder- en poner en sintonía el frente interno de su administración.

Casi un tema social sustentado en presentaciones entre los actores. Y de designaciones tomadas, en muchos casos, bajo presiones.

Así, en su primer mes de existencia el gobierno se proyectó más por el silencio y lo que no hizo, que por lo poco que hizo.

Esta es la razón en virtud de la cual la administración Saiz está ausente de presencia en la opinión pública.

El gobierno la atraviesa vía una ausencia de gravitación que parece distante de ser expresión de serena creatividad. O de estar abocado al dibujo de una estrategia para el destino de la provincia que, llegada la hora, sorprenda.

A lo largo de 30 días no hubo en Saiz un gesto audaz. Un giro inesperado que, por tal, promueva expectativa. Y que aliente la reflexión con absoluta independencia de la dirección que ésta adquiera.

Nada. A hoy, la administración Saiz no enojó a nadie. Tampoco cosecha aplausos.

En términos de otro intelectual italiano de fuste, Renzo De Felice, el gobierno rionegrino no es «ni ausencia de todo bien, ni presencia de todo mal».

Hoy simplemente está.

Un estado consustancial a la personalidad política de Saiz.

Porque el gobernador tiene una visión muy particular de la política. No la ve com un acto de construcción sustentado en decisiones que más de una vez son adoptadas en el marco de dudas y contradicciones. Un espacio donde lo urgente suele imponerse a lo importante.

A Saiz le inquieta esa dialéctica. Tiene una visión conservadora de la acción política. Es el tipo de político que espera largo para estar seguro de una decisión.

Pero ese método suele ser el mejor pasaporte para perder el curso de los acontecimientos.

-¿Qué quiere usted…? ¡Miguel hace 20 años que veranea en el mismo lugar: Monte Hermoso! -ironizaba ayer un íntimo amigo del mandatario.

Saiz llegó al gobierno sin ningún proyecto de ley para presentar en la Legislatura, aun admitiendo que asumió sobre el fin del período de labor de ese poder. Un ámbito propicio, precisamente, para emitir señales del rumbo en que se está.

Y cuando le tocó abordar el complejo panorama de seguridad que ofrece la provincia, no se explayó desde un plan integral sobre el tema. Fue en Bariloche.

Lo hizo desde respuestas clásicas. Elementos importantes pero sueltos en cualquier política destinada a responder al problema.

Porque más patrulleros y policías en la calle no es ninguna política de seguridad en sí misma.

Es atacar la fiebre, no sus causas.

Así, desde su instrumentación la política de seguridad parece reducida a dos decisiones burocrático-administrativas.

Una: licitación para la compra de patrulleros. Otra: viáticos para al traslado de efectivos a ésta o aquella ciudad de la provincia.

En un tema tan delicado como la seguridad, la provincia no merece sólo respuestas «operativas». Merece un plan que evidentemente el gobierno no supo pergeñar aun teniendo en su favor el tiempo que le concedió la transición.

La aún caliente crisis entre capital y trabajo que sobrellevó la fruticultura también denunció carencia de política por parte del gobierno. En los hechos, redujo su participación a reiteradas advertencias de que se retiraría de la mesa de negociaciones si persistía el corte de rutas.

No más.

Al menos a hoy, es sólo en un tramo del vasto campo educativo donde el gobierno provincial amaga con marcar diferencias con la administración Verani.

En ese ámbito adoptó una decisión lógica: no pagar a empresas que sobrefacturaron, o simplemente no hicieron pero facturaron, reparaciones de escuelas.

Hay razones para creer que esa decisión estaba prevista. Pero también las hay para sostener que se adelantó porque un sector de la prensa hurgó e informó sobre la naturaleza de lo que estaba sucediendo en esa materia.

La determinación de Saiz no es menor si se computa que afecta a varios veranistas conspicuos.

Núcleo duro en la mecánica de la estafa al Estado vía facturaciones y sobrefacturaciones.

Esta decisión vincula a Saiz con lo ocurrido durante la administración Verani.

De cuánto escarbe y explore en lo sucedido en aquel sistema de decisión tan signado por oscuridades, podrá Saiz oxigenar su imagen ante los rionegrinos.

Tiene un desafío: gobernar. Romper la inercia en que está sumida su administración.

El tiene la palabra.

A un mes de gestión, ya tiene su encrucijada. O trasciende por lo positivo o se desvanece por lo negativo.

Porque la política es siempre una eterna opción.

Carlos Torrengo

ctorrengo@rionegro.com.ar


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