…Y volvieron casi todos, Por Oscar Laski11-12-03
Una gran parte de políticos repudiados en la Argentina pasaron a ocupar ayer bancas en el Congreso, pese al clamor de la población que exigió que «se vayan todos» durante la revuelta popular de finales del 2001 que precipitó la caída del gobierno de Fernando de la Rúa.
Amparados en las llamadas listas sábanas, que no permiten a los electores descartar a candidatos de una misma agrupación política, o en poderosos aparatos partidarios de las provincias, muchos políticos que entonces eran corridos por las calles del país al grito de que «se vayan todos» volvieron para sentarse en bancas del nuevo Congreso.
Unos 4.000 'piqueteros' (desempleados) bloquearon ayer el tránsito a lo largo de unos 1.000 metros de la céntrica Avenida de Mayo, entre la Casa Rosada y el Congreso, para repudiar a un grupo de legisladores que asumieron sus funciones.
La nueva composición legislativa va a contramano de la amplia renovación política que proclama el presidente Néstor Kirchner, quien inició su mandato constitucional formal hasta el 2007 tras un interinato de seis meses con un fuerte apoyo popular de al menos un 70% de la población.
En aquellas jornadas de movilización popular de diciembre del 2001 tampoco surgieron alternativas a los políticos tradicionales, mientras las novedosas formas de organización que surgieron al calor de esas protestas, como las asambleas vecinales, se desdibujaron en la inercia de maratónicas discusiones.
Con rostros inexpresivos, juraron como legisladores ex gobernadores, viejos políticos, un ex presidente y otros que son resabios de la dictadura (1976-83), a la que estuvieron estrechamente vinculados.
El peronista disidente Adolfo Rodríguez Saá llegó al Congreso como diputado luego de que en su corto interinato de una semana como presidente argentino a finales del 2001 declaró la mayor moratoria de la deuda de la historia mundial. 'El Adolfo' venía de ejercer como gobernador de la pequeña provincia de San Luis (centro-oeste) durante 18 años consecutivos.
El peronista neoliberal Eduardo Menem llegará al récord de 26 años sucesivos cuando finalice su nuevo mandato como senador, pese a defender a capa y espada la cuestionada gestión de su hermano Carlos Menem (1989-99) y ser uno de los que no podían salir de su casa durante las marchas populares de finales del 2001 y comienzos del 2002.
Adrián Menem, hijo de Eduardo y sobrino de Carlos, vuelve a ocupar un asiento legislativo.
También volvió Julio Miranda, ex gobernador peronista de la provincia de Tucumán (norte), donde en el 2002 murieron 20 niños por desnutrición, un hecho que avergonzó a los argentinos en un país en condiciones de alimentar a 100 millones de personas, casi el triple de su población.
El ex presidente Eduardo Duhalde (2002-03) hizo sentir su poder en el influyente peronismo de la provincia de Buenos Aires, el mayor distrito del país, y colocó como diputados a cinco de sus ex ministros, más de la mitad de su gabinete.
Los ex ministros Juan José Alvarez (Seguridad y Justicia), Alfredo Atanasof (jefe de Gabinete), Graciela Camaño (Trabajo), Nélida Doga (Desarrollo Social) y Carlos Ruckauf (canciller) y hasta la ex primera dama Hilda González de Duhalde pasaron de las funciones ejecutivas a las legislativas.
En los 20 años de democracia, Ruckauf fue varias veces legislador, vicepresidente de Menem, canciller de Duhalde, embajador en Roma y gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Ricardo Bussi, hijo del detenido represor y ex gobernador de Tucumán Antonio Bussi, un defensor del terrorismo de Estado que ejerció su padre, también tiene su banca en el Senado como representante de la derechista Fuerza Republicana.
Otros ex gobernadores como los peronistas Carlos Reutemann (Santa Fe), Ramón Saadi (Catamarca) o el radical Roberto Iglesias (Mendoza) se sumaron al Congreso.
Pocos casos de renovación política registra el desprestigiado Congreso argentino, entre ellos el periodista y escritor kirchnerista Miguel Bonasso y el economista de la progresista Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Claudio Lozano. (AFP)
Una gran parte de políticos repudiados en la Argentina pasaron a ocupar ayer bancas en el Congreso, pese al clamor de la población que exigió que "se vayan todos" durante la revuelta popular de finales del 2001 que precipitó la caída del gobierno de Fernando de la Rúa.
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