“Aonikenk” suma vinos boutique desde Fernández Oro

Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon son las tres variedades que elabora esta bodega rionegrina.

Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon son las tres variedades que elaboran en la bodega Aonikenk y que se nutren del suelo de Fernández Oro, donde todo sucede.

Una pequeña bodega, con un formato muy garaje como en las entrañas de Burdeos que ha quedado rodeado de los síntomas de urbanismo sucedidos en el tiempo, es la sorpresa a develar para este cronista.

Hasta ahí me acerqué y pude charlar con Domingo Rastrilla, ingeniero en petróleo, quien junto a su hijo Gaspar, licenciado en enología han puesto el norte en producir todo lo proyectado durante varios años.

Hace 20 años que llegaron a la zona y por la actividad de Domingo, viajando por varios países no lograron anclar con el proyecto definitivo en Fernández Oro. Hasta que un día sucedió y eso es lo maravilloso.

La bodega tiene capacidad para 40 mil litros y actualmente están elaborando 25 mil por año.

En el 2000 plantaron una superficie de 8 hectáreas de viñedos. Hace unos días terminaron de cosechar cabernet que es de ciclo más largo y lograron zafar de las heladas que siempre azarosamente terminan siendo o balazos al pecho o tiros que pican cerca.

La primera cosecha fue en 2003/04 y lo que hacían era vender la uva hasta que elaboraron por primera vez su vino propio en 2009. Siguieron hasta 2015 ya que Domingo tuvo que trasladarse a México por trabajo, mientras seguían vendiendo uva hasta que se instalaron definitivamente

Todo el proceso del vino sucede en tanques de acero inoxidable, salvo algún porcentaje de alguna partida que pasan por barrica francesa.

No curan las plantas, si bien no están certificados se reconocen como orgánicos.

Tienen dos líneas de vinos. Pincén y Elengasem. Las características en general son tipicidad absoluta. El Cabernet con taninos marcados, mucho registro herbáceo y de pimentón. En el malbec la fruta negra es protagonista y un registro total de identidad en el merlot, jugándole a favor todo ese territorio del Alto Valle rionegrino que le adjudica fruta y suavidad.

Alegría enorme la producción de vinos en Río Negro, los proyectos relativamente jóvenes y la aparición en el mercado de vinos a escala humana. Sitios donde uno golpea la puerta de la bodega y atiende el dueño. Como en el barrio, cuando sacábamos la silla afuera y conversábamos con la gente que pasaba o con los mismos vecinos mientras la tarde se iba como arena entre los dedos, sin importancia.


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