“Desayuno para dos”, una buena idea para enamorar aún más a tu pareja

Cada día un desayuno distinto pensó el fotógrafo Michael Zee para profundizar la relación amorosa con su novio. El éxito fue tal que resultó un libro. ¿De dónde saca tanta inspiración? ¿Alguien se siente capaz de hacer 1.500 desayunos diferentes, uno cada mañana, desde que decidió crear su cuenta en Instagram?

Un verano, entonces, comenzó a prepararle desayunos increíbles. Después abrió una cuenta en Instagram, bajo la descripción de “para mí y mi novio”. Su crecimiento fue imparable. Hasta que llegó al libro.

“Cada día, un desayuno diferente” fue su lema en su relación con Mark. “Un repaso por su Instagram es caminar entre un paisaje habitual de cafés, tés y jugos, combinados con casi cualquier cosa que uno pueda imaginarse. Huevos, tostadas, bollos, fiambres, frutas, ensaladas, incluso alimentos que no queda claro qué son. Todo creado de manera que combinen los colores y los sabores. Los platos forman parte del cuadro y la mesa es el lienzo”, resalta la prensa especializada.

¿De dónde saca Michael la inspiración? ¿Alguien se siente capaz de hacer 1.500 desayunos diferentes, uno cada mañana, desde que decidió crear la cuenta? “La forma más fácil es mirar en un mapa, normalmente en Google Maps, y preguntar qué es lo que comen en esa esquina del mundo, esa ciudad o esa isla. Más allá de eso comienzo a pensar en si comen ese plato particular por una celebración o una fiesta o si usan ese ingrediente específico en esa temporada. Es maravilloso en cómo un desayuno puede llevarte a aprender tanto de otras culturas y países”, cuenta.

Michael nació en Liverpool, Inglaterra en 1985. Buena parte de su vida la vivió en su ciudad y en Londres también. Pero desde hace dos años se mudó con Mark a Shanghai. “El pan horneado y las pastas son relativamente nuevas en China, donde lo ven como algo occidental. Hay excepciones, pero a la mayoría de los chinos les gusta los bollos al vapor. La mayor parte de ellos no tienen horno en casa, aunque poco a poco va creciendo en popularidad. Ahora, en todo China pueden encontrarse las tartaletas de crema de huevo propias de Macao, Portugal, o pastelerías de estilo francés. Todo esto me inspira, ahora”, sostiene.

Lo cultural, la apetencia por lo distinto, es vital para Michael. Sino miren lo que dice en la introducción de su libro:

Dos momentos más de este libro para amantes (también del desayuno): “La mayoría de nosotros llevamos un smartphone en el bolsillo, pero ¿somos conscientes de su potencial para cambiar nuestra forma de alimentarnos y relacionarnos con la comida?”, y “La hora del desayuno pue­de darnos la oportunidad de disfrutar de momentos preciosos en compañía de las personas que amamos. Para mí, se trata de hacer que ese tiempo cuente”.

El amor te lleva a hacer las cosas más absurdas. Por amor, todos hemos hecho o dicho alguna tontería de la que luego nos hemos arrepentido. Pero, a veces, del amor nacen cosas maravillosas. Quiero creer que este libro es una de ellas.

Cuando empecé a poner la mesa del desayuno de forma simétrica para fotografiarla, nunca pensé que llegaría hasta aquí, ni que aprendería tantas cosas por el camino. Aún me sorprende que me haya dado la oportunidad de escribir un libro. Con franqueza, nunca hubo una motivación gastronómica, ni la voluntad de conseguir un montón de seguidores; de hecho, en la época en que hice las primeras seiscientas imágenes estaba dando clases a tiempo completo en el museo Victoria and Albert de Londres.

Tampoco es una obligación, en realidad lo hago para pasar tiempo de calidad con mi pareja.

Mientras escribía este libro aprendí unas cuantas cosas.

La comida es importante porque nos define como individuos, muestra nuestras preferencias, pero también porque representa una identidad colectiva. Por eso, escribir este libro ha sido un reto. Y no sólo por el esfuerzo que ha supuesto encontrar las mejores recetas, sino también por tratar de hacerlo sin molestar a nadie. Espero haberlo conseguido.

Algunas recetas son fáciles de ubicar, pero otras desafían los límites políticos y geográficos. He aprendido que no existe una definición de lo que es o debería ser un desayuno. Cito a Massimo Montanari, uno de los mayores expertos en historia de la alimentación: «Decís “desayuno” y te parece algo obvio.» Pero en mi cuenta sigo recibiendo el mismo comentario casi todos los días: «Esto no es un desayuno.»

Cada vez que cuelgo algo me llegan un montón de comentarios; es lo normal en las redes sociales, pero éste es uno de los que más me molesta. Y no porque los que lo dicen estén equivocados —no es exactamente su «idea» de desayuno—, sino porque no son capaces de ver más allá.

Aunque mis tradiciones refuerzan lo que para mí es normal, me encanta saltarme los parámetros de lo que se considera «normal». La mayoría de las tradiciones no son universales, pero, en general, no sentimos curiosidad por conocer otras costumbres. Así que este libro intenta compartirlas.

Lo que las redes sociales parecen hacer a la perfección, los libros lo han hecho durante siglos, aunque sin duda mucho más despacio. A simple vista podría parecer que lo digital y lo analógico funcionan cada uno por su lado, pero en realidad se complementan más de lo que creemos. Desde un principio quedó claro que yo mismo haría todas las fotografías del libro con mi iPhone.

Agencias


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