Cómo se explica el boom de las ferias de comidas

En la Patagonia existen ferias muy buenas, algunas nuevas, otras que van juntando experiencias. El porqué de este fenómeno gastronómico.

Martín Moroni en Chubut

Las ferias gastronómicas en Argentina existen hace más de 20 años. Quizá en los últimos diez han tomado un impulso de la mano de la mediatización del mundo foodie y sobre todo de observar la convocatoria que tienen. Se venden ticket a ferias como si se tratase de festivales de rock. Hay mercado de productores, cocineros estrellas y todo va atado a la comida. En el país existen ferias muy importantes como Masticar, en Buenos Aires, quizá sea la más convocante por la envergadura del proyecto y por desarrollarse en la capital del país. Es clave muchas veces el apoyo de los Estados de las diferentes jurisdicciones. Sobre todo cuando aportan contenido a la causa.

En la Patagonia existen ferias muy buenas, algunas nuevas, otras que van juntando experiencias, pero lo importante es entender que son vehículos culturales, antropológicos y sociales. Muchas veces nos deslumbran las capitales del mundo y su cocina. De repente nos damos cuenta que tienen mercados, que los productores están incluidos en ese círculo que los consumidores tiene argumentos críticos y se forman y que la legislación tira para adelante y no en beneficio de todo lo contrario.

En la Patagonia comenzaron a verse ferias en los últimos años de diversas formas. La feria Yo Como del diario Río Negro logró sintetizar el espíritu de lo que se comunica cotidianamente. El salón de vinos y alimentos que este año está en retirada aportó visibilidad a muchos productores. Falta mucho aun y todo lleva tiempo y trabajo. Dos ejemplos claros son Semilla, que se desarrolla entre Neuquén y General Roca desde hace algunos años y Morfilandia, en diferentes puntos de la provincia de Chubut.

Ambas tienen el sello de los productores y cocineros del sur. Lejos de los ruidos de las grandes avenidas y los flashes de los medios, las ferias en cuestión con mucho trabajo desde abajo de sus organizadores lograron instalarse y generar un ambiente absoluto de kermes.

Gabriela Martínez es cocinera. Desde que la conozco siempre quiso montar una feria. Nos encontramos en Raíz, el gran evento federal en Tecnópolis hace algunos años y le brillaban los ojitos imaginándose una feria propia. Hoy Semilla lleva 16 ediciones desde que arrancó en el andén del ferrocarril de Roca.

Martín Moroni es el famoso productor de Sal De Aquí en Chubut. Un incansable motor que genera todo el tiempo algo. Morfilandia tiene un cacho de él junto a otros amigos y cocineros. Es una feria muy pintoresca que cada vez crece más

Charlamos con Gabriela y Martín sobre ferias en general y sobre las que los tienen como partícipes y esto fue lo que salió.

-¿Cómo es la feria ideal?

Martín – Una feria gastronómica sin duda debe ser un lugar placentero, de eso se trata la gastronomía, de alimentarse y de generar placer. Tiene que ser un lugar entretenido, donde haya aprendizaje, encuentro y donde también te alimentes bien. El entretenimiento es importante. La gente tiene que disfrutar de eso, ponerse en contacto con nuevas experiencias.Eso siempre alimenta a la gente y eso te hacer ser más dueño de esa actividad.

Gabi – No se si existe una feria ideal. Una feria gastronómica posee tantas aristas que sería muy difícil estimar un ideal de feria. Si tuviera que arriesgar una respuesta, diría que es aquella en la que la mayor cantidad de actores sociales participantes vivan la mejor experiencia, ya sea el productor encontrando el espacio para mostrar en forma adecuada el resultado de su esfuerzo, el gastronómico para mostrar su arte en el proceso de transformación de ese alimento; el público encontrando la oportunidad de vivir nuevas experiencias y aprendizajes.

– ¿En qué momento las ferias gastronómicas coparon la parada en el país?

– Gabriela: Surge con más fuerza desde hace 10 años aproximadamente, como un atractivo que demostró la necesidad y búsqueda que el público tiene de nuevas experiencias donde la gastronomía actúa como un motivador cultural. La acción de disfrutar de la gastronomía siempre viene acompañado de interacción social, creo que generó eso, un espacio de encuentro.

-Martín: de alguna manera siempre existieron ferias. Como la de las colectividades que te daban una oferta gastronómica, pero creo que la feria gastronómica que conocemos ahora tiene que ver con el boom de la gastronomía que se viene dando desde el noventa y algo en adelante. Eso fue llevando que alrededor del 2010 empezara a ver cada vez más ferias y la icónica ha sido Masticar que en 2012 hizo la gran feria en serio. En América Latina ya venía sucediendo con Mistura en Perú y ese fue el comienzo de algo que luego se replicó en todos lados del país.

¿De las ferias que conocés cuál es tu favorita?

-Gabi: Podría decir que cada una tiene su encanto, no tengo una favorita. Pero sin duda las que se destacan y son las que yo elijo son las que están organizadas por los verdaderos protagonistas, estos es productores y gastronómicos. Madryn al plato, Festival del chef, etc.

-Martín: yo tengo el corazón puesto en Masticar. También creo que hay algo importante que es lo que pasa en las provincias, en la regiones pequeñas, el festival Cocina de los Lagos, En Puelo hace 3 años atrás, donde la pasamos bien, donde colaboramos mucho al desarrollo gastronómico local.

– ¿Cuánto nos aporta culturalmente una feria?

-Gabriela: Creo que en una feria un ojo especializado puede ver plasmada la interculturalidad de cualquier pueblo, ciudad, o región. La gastronomía es el eje que moviliza y atrae, pero integra diferentes formas de consumo, diferentes alimentos, un espacio de reunión, de encuentro, el contacto con productos elaborados por alguien en un lugar próximo.

-Martín: Mucho. Una feria gastronómica suma a una parte de la cultura que hace algunos años nadie consideraba más allá de las modas, comer es una parte muy importante de la cultura, la humanidad en pos de poder evolucionar se industrializó con la comida y eso nos ha llevado a bajar la calidad, a enfermarnos, a tener hábitos que antes no teníamos y de alguna manera la nueva tecnología la explora a fondo y tiene una contracultura y vuelve un poco atrás y las ferias están cumpliendo ese rol. Enseñando a la gente a comer de vuelta. De aprender a comer bien no se vuelve.

-¿Cuál fue la mejor edición de la feria hasta ahora y por qué?

Gabriela: Cada edición de Semilla ha tenido su encanto, no podría decir que una fue mejor que otra. Por que en cada edición hay experiencias únicas e irrepetibles, aprendizajes. Sin dudarlo cuando el clima acompaña se genera otro disfrute.

Martín: a mi me pasa lo mismo que antes. La ambigüedad de la feria gigante cuando se hizo el tercer Masticar. Donde se amplió muchísimo el espacio, la oferta, la cantidad de puestos, todo, fue realmente como la celebración de que fue un éxito y en paralelo más o menos a eso y realmente para mi y esto es personal, se hizo la mejor y fue el primer Morfilandia en Chubut aislado de todos, con un público que no conocía las ferias gastronómicas y trajimos un plantel de nivel nacional realmente impresionante que todavía nos tiene orgulloso y que fue poner una cosa absolutamente grande en un lugar muy chico


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