Amor, montañas y frutillas en Traful

Esta es la historia de una vasca y un paisano quinta generación de habitantes del Río Minero que montaron una fabulosa huerta orgánica, invernadero y producen las mejores frutillas en kilómetros a la redonda en la villa cordillerana.

Amor, montañas y frutillas en Traful

“Yo era policía en San Sebastián, me vine porque la situación estaba un poco inquieta con ETA, viajé a Argentina, sin saber bien a dónde iba. Llegué a Traful y conocí a Lucas, que hizo todo lo posible para que me quede”, así Naiara Moreno, española le pone play a la historia que parece arrancada de un texto de Gabriel García Márquez.

Naiara es la compañera de Lucas Lagos, quinta generación de habitantes de esa parte de Traful sobre el río Minero, un sitio maravillosamente inquietante por donde se lo mire.

Mientras corta unos brotes a una de las tantas plantas de tomate que tienen en su huerta, Naiara hace hincapié en el producto. “Estamos tratando de insertarnos en el circuito de cocineros y cocinas, tenemos frutas y verduras de excelente calidad y orgánicas, nuestro sueño es que se puedan meter en ese circuito y que la gente las conozca, sobre todo el turista”.

Los ancestros de la familia Lagos llegaron en 1877, hoy los hijos de Naiara y Lucas son la sexta generación de habitantes de ese suelo. Con edades que van desde los 2 hasta los 11 andan a caballo con la facilidad con la que montan una bicicleta. Allí no hay wi-fi, sino campo y cielos estrellados. El tiempo transcurre de otra forma.

Naiara en su invernadero.

Naiara en Bilbao se formó como antropóloga y asistente social, hoy sin embargo es uno de los motores de la estancia Río Minero. Donde la madre y el padre de Lucas (Pichona y Lalo) comparten la cercanía viendo crecer a sus nietos desde cerca.

Pichona no es de sonrisa fácil, su vida de guerrera la forjó frente al paso del tiempo. Tempestades, volcanes, aislamientos, ella siempre firme. Sus quesos de leche de vaca son realmente increíbles y su receta un secreto guardado bajo siete llaves.

Lalo sin embargo viste como gaucho, (todos los varones de la familia lo hacen) se sube a su camioneta y se marcha a un asado de un paisano al que no fue invitado, pero no hace falta. Él se invita solo. No hay formalidades, hay complicidades. A Pichona no le gusta ir a sitios donde no la inviten.

Lucas se enamoró de Naiara cuando la vio durante unos días y compartieron algunas horas. Escuchó su acento español y nunca más pudo separarse de ella.

Lucas a caballo cruzando el río, una postal diaria.

La primera vez que Naiara llegó a Traful fue buscando alojamiento cerca de la villa y a partir de engancharse con Lucas decidió dejar la vida europea para meterse de lleno en la cotidianeidad argentina de campo. Volvió al país vasco, organizó sus cosas y retorno a la Patagonia.

Hace doce años que vive en ese paraíso y formó junto a Lucas una hermosa familia con sus tres hijos. Son productores de frutas y verduras. La calidad de la frutilla y la lechuga del minero son excepcionales. Su estancia es un sitio clave para el desarrollo turístico de la zona. Experiencias soñadas en cabalgatas por el río Minero, asados y guitarreadas. Sitio ideal para desenchufarse donde se pueden habitar un puñado de cabañas con todas las comodidades para disfrutar del campo y la montaña como nunca.

El plan es bien campero, ordeñar las vacas, trabajar la huerta, elaborar quesos y dulces, disfrutar de rondas culturales, charlas y recetas. Recolectar huevos orgánicos y elaborar desayunos y almuerzos. Esa es la interacción, desintoxicada de todo registro de información que apabulla.

No hay energía eléctrica durante todo el día. Es la naturaleza a flor de piel.

Los productos que nacen de las huertas y los invernaderos son increíbles. En principio la lechuga del lugar que crece al ras del piso y se expande como una alfombra comestible de placer. La lechuga del Minero es uno de los productos que utilizan restaurantes de la zona, por ejemplo el cocinero Martín García Rebecchi es un excelente promotor de la misma. Las frutillas son de una crocancia majestuosa y el cilantro, las habas, la rúcula y otras tantas hojas verdes parecen sacados del paraíso.

El asado se hace despacio, con ganado de la zona y todo lo que se produce se consume o se vende.

Uno de los puntos más altos dentro de la cadena de productores de alimentos se encuentra allí. Estancia Río Minero, un sitio para volver mil veces.


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