Costa y pampa, un canto de sirena

Sauvignon Blanc cosecha 2016 de Bodega Trapiche: el gran recomendado.

Costa y pampa, un canto de sirena

Sauvignon Blanc cosecha 2016 de Bodega Trapiche: el gran recomendado.

Costa y pampa, un canto de sirena

Sauvignon Blanc cosecha 2016 de Bodega Trapiche: el gran recomendado.

A principios de mes, en una ronda de bodegas que presentaban varias etiquetas hubo un blanco que me desveló por completo.

Primer acto. Un vino que sobresale entre los blancos en una degustación de varias bodegas, muy informal todo, relajado, como muchas veces debería ser.

Segundo acto. El mismo vino insiste en ser la revelación de esta vuelta. Como si disparara su magnetismo sutil sobre mi. En el patio de una bodega de Mendoza sobre barricas paradas con botellas hay varios enólogos y colegas periodistas de Latinoamérica. Todos hablamos de vinos, obviamente.

Tercer acto. Luego de darme la vuelta probando todas las etiquetas allí presentes, cultivando el feedback con las y los enólogos siento que el vino en cuestión me llama.

Silenciosamente me convoca, se las arregla para trascender en medio de tanto registro de vino tomado y escupido. Soy su rehén, me hace volver a probarlo, a interactuar con su enólogo y esta vez no lo escupo, lo hago parte de mi organismo más allá del buche.

¿Cómo se llama la obra?

Costa y Pampa, Sauvignon Blanc cosecha 2016 de Bodega Trapiche.

En nariz es un vino que no se destaca de una forma llamativa. Si bien representa las generales aromáticas de la cepa, algo de hierbas, frutas y cítricos, no hay un poder de seducción que te convoque automáticamente a sus pies. Todo lo contrario. Sin embargo los vinos que logran trascender la nariz desde una boca que promete mucho equilibrio y lo cumplen, me conmueven.

Este SB proviene de viñedos que Trapiche tiene en Chapadmalal, una zona balnearia de la costa bonaerense que conocí de chico y que marcó una de las mejores vacaciones de mi vida.

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Este vino está concebido desde un clima netamente marítimo, ahí se forjaron las plantas, la fruta, la piel y la acidez. Entre los vientos de sal y los soles marcados sale este blanquito con personalidad que tiene una estiba de 3 meses y un potencial de guarda de 7 años.

Quizá sus señales minerales constantes hacen que vuelva una y otra vez hacia él. Si bien en nuestro país no es la primera bodega en reconocer influencias oceánicas en el desarrollo de sus proyectos (antes lo había hecho Océano en Viedma) , esta apuesta de 11 hectáreas y una pequeña planta elaboradora experimental levanta la vara de la calidad de vinos por fuera de los terruños tradicionales.

Dicen que la región tiene similitudes con Champagne en Francia y que el clima es parecido a Auckland en Nueva Zelanda.

El vino habla por sí solo. Y si usted lo escucha quedará encantado.

Tipicidad, frescura, equilibrio y la fucking mineralidad en la boca. ¿Acaso caer a los pies de algo se puede evitar?


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