Yo vendo, ella vende, nosotras vendemos
Con el objetivo de alcanzar ese beneficio económico que prometen las empresas, miles de mujeres se dedican a la venta directa por catálogo. Pero entre el folleto y la realidad hay una larga distancia.
Informe especial: revendedoras
Verónica Bonacchi
vbonacchi@rionegro.com.ar
Es una mezcla de fe y perseverancia.
Cada mañana, Teresa prepara su bolso marca Natura con la revista que promociona las novedades y ofertas del mes, se sube a su auto y visita a sus clientas más fieles. En la muñeca lleva un reloj, también marca Natura, que se ganó por ser una de las mejores consultoras de la zona Alto Valle. Y ella misma huele a una de las fragancias de esa empresa brasileña. “No vendería nada que no considere bueno”, dice, tan convencida como lista para convencer a sus potenciales clientas.
El objetivo -el primer objetivo de las revendedoras- es obtener una de esas tajadas que se ofrecen, generosas, desde los avisos que promocionan la venta directa: “Cambia tu vida”; “Sé extraordinaria”; “Desarrolla tu potencial”; “El techo no tiene límites”, machacan insistentes el credo de esta actividad que mueve a 718.000 personas en todo el país y que genera 25.000 millones de pesos al año, según los datos más recientes de la Cámara de Venta Directa del país (Cavedi), que reúne a once empresas de distintos rubros.
“Te quieren hacer creer que podés vivir de esto, pero la verdad está lejos: hay meses que ganás unos $ 1.000, pero otros no llegás a 300”.
Las promesas de la venta directa -que inició Avon en 1886, cuando un viajante comenzó a reclutar mujeres para promocionar perfumes a domicilio mientras sus maridos trabajaban- no siempre se cumplen.
Pero aun aquellas personas que no traspasan ese techo supuestamente ilimitado reconocen que no le han puesto todo el esfuerzo que merece. Que lo que se dice es cierto, pero que para que funcione hay que dedicarle entre seis y ocho horas de trabajo diario. Consultoras full time.
El sistema es simple: hay que vender y el que más vende más gana.
1.771.000.000 dólares es la facturación anual que producen las once compañías de venta directa asociadas a Cavedi.
Con esa meta como zanahoria, cada día, una legión de mujeres en su mayoría (representan el 95% de la fuerza de venta) ofrece cremas, perfumes, ollas, ropa deportiva, juguetes sexuales, zapatos, suplementos dietarios, envases plásticos o artículos de limpieza.
La mayoría de las mujeres consultadas por “Río Negro” no aspiran a “desarrollar su potencial”. La mayor parte de ellas lo hacen sólo para poder usar los productos sin tener que comprarlos. Una vez que se probaron el zapatito de clientas, se convierten en vendedoras y así al menos cuidan su economía.
Es el caso de Inés, que se hizo consultora después de pasarse meses comprándole los productos a otra revendedora. Ahora es consultora de la marca suiza de cremas Just básicamente porque le encantan y porque sabe que de una buena venta obtiene el 30% de ganancia, lo que genera un importante descuento a la hora de comprar ella misma alguna de esas mismas cremas.
“A mi mamá le gustan mucho y con mis ventas logro que, en lugar de salirle 700 pesos, queden a 500”, cuenta esta mujer, que solo vende (sin insistirle demasiado a nadie) en los ratos libres que le deja su otro trabajo.
95% de la fuerza laboral son mujeres, y los productos están dirigidos a ellas.
Lo mismo ocurre con Norma, que vende unas ollas que salen aproximadamente 2.000 pesos. Ella no llega al sueldo extra, pero ha logrado equipar su cocina con varios modelos Essen y hasta se dio el lujo de regalarles algunos a sus hijas.
Pero entre las vendedoras del Valle también hay historias que se acercan bastante a la novela rosa.
Susana cuenta que empezó en esta actividad, en Roca, allá por el 2002, cuando su hija mayor se fue a estudiar a la universidad, en Bahía Blanca.
Docente ella, se imaginó haciendo malabarismos para asegurarle la estadía a su hija en otra ciudad. Pero gracias a la venta directa, asegura, logró pagarle los estudios. Eso sí, ella es de las que venden a tiempo completo: “Le dedico lo mismo que a un trabajo cualquiera. Entre seis y ocho horas, todos los días”, asegura Susana, que aún hoy sigue vendiendo la misma marca.
77% ofrece los productos puerta a puerta o en sus lugares de trabajo, no en reuniones.
Su esfuerzo no sólo redituó en mejorar su bolsillo sino que la convirtió en un ejemplo de la zona Alto Valle. La empresa reconoció su labor cada vez que se anotó un buen puntaje (tiene en su haber dos relojes, una máquina de fotos y dos esculturas del logo de la marca Natura, entre otros regalos que recibió por sus ventas) y hasta dio charlas motivacionales a otras vendedoras para demostrarles que “sí, se puede”.
Ese es justamente uno de los puntos fuertes de la venta directa: contagiar la fe. Y para contagiar la fe están las líderes.
Arriba la moral
En un sistema de jerarquías bien establecidas y pautadas, las revendedoras o consultoras representan la base sobre la que descansa toda esta actividad. Por encima de ellas, gobiernan las líderes de grupo y, más arriba todavía, las líderes de región.
Para ascender hay que vender. Mucho. Y sólo entonces uno puede convertirse en jefe y tener revendedoras a cargo para luego tener líderes de grupo a cargo.
$1.000 es, en promedio, lo que les queda por mes a las consultoras por las ventas.
Las consultoras o revendedoras reciben cada semana un mail motivacional, lleno de sugerencias, de historias de vida que cambiaron de una vez y para siempre a unas mujeres que lucen jóvenes, exitosas y sonrientes en la foto de promoción, y de tareas para el hogar: no olvidar buscar más clientas, hacer reuniones para ofrecer los productos y planificar la semana de modo que el tiempo rinda (porque ya se sabe que, cuando rinde, es oro en polvo).
En algunas empresas, como Herbalife (suplementos dietarios), estar en la cima es sinónimo de viajes por el mundo en cruceros pagos y de recibir beneficios por el trabajo de los que están en la base. Algo que le valió a la empresa una denuncia en el 2014.
Aquí en la región, la realidad es mucho más discreta. Los cruceros y viajes al exterior que se prometen en algunos folletos no figuran entre las máximas aspiraciones y logros de las revendedoras consultadas por “Río Negro” .
718.000 personas son las que trabajan en el país como revendedoras.
Es cierto que muchas de ellas han sido beneficiadas con la fiesta de fin de año, que se realiza en Buenos Aires y que cubre el traslado y noche de hotel en la capital argentina y algunos regalos por alcanzar el top ten en las ventas de la zona.
Pero la mayoría no sueña con ese destino. “Te quieren hacer creer que podés vivir de esto, pero la verdad está lejos: hay meses que ganás unos 1.000 pesos, pero otros no llegás a 300”, dice Andrea. “Igual, a mí, con que me dé como para tener mis propias cremas está bien”, agrega esta mujer que, como gran parte de las revendedoras, tiene otra actividad que aporta el verdadero sueldo a su bolsillo. Y que, como la mayoría de ellas también, no cree en el cuento de hadas pero encontró la forma de tener la piel suave y perfumada a precio reducido.
Datos
- “Te quieren hacer creer que podés vivir de esto, pero la verdad está lejos: hay meses que ganás unos $ 1.000, pero otros no llegás a 300”.
- 1.771.000.000 dólares es la facturación anual que producen las once compañías de venta directa asociadas a Cavedi.
- 95% de la fuerza laboral son mujeres, y los productos están dirigidos a ellas.
- 77% ofrece los productos puerta a puerta o en sus lugares de trabajo, no en reuniones.
- $1.000 es, en promedio, lo que les queda por mes a las consultoras por las ventas.
- 718.000 personas son las que trabajan en el país como revendedoras.
Informe especial: revendedoras
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