Zorz, un auténtico fileteador porteño 19-11-03

ALLEN (AA).- Cultor de un auténtico «arte popular porteño», tal como él mismo lo define, Luis Zorz, fileteador de alma y profesión, inauguró su primera muestra en la región ante la atenta mirada de un público que lo acompañó el viernes por la noche en la galería de arte de Allen.

Catorce placas, que combinan los habituales trazos finos y sutiles de esta técnica con una marcada diversidad en la elección de colores, integran la muestra que permanecerá abierta hasta fin de año en la galería «Maison Blanche», ubicada en avenida Roca y Mariani.

«El filete nace en Buenos Aires, fue una creación argentina y de Buenos Aires, porque los porteños que vivían en la ciudad lo usaban cuando decoraban sus carros, en la década del '10. Y llegando a los '20 se afianzó», comentó el artista, también experto pintor de letras. «En los primeros dibujos directamente tomaban todo lo que veían de los frentes de los edificios, se interpretaban».

Zorz nació en Buenos Aires y se vio atrapado por este oficio desde muy temprana edad, es admirador y discípulo de otros artistas como León Untroib y Carlos Carboni. Los primeros pasos en el aprendizaje del arte los hizo en galpones y fábricas de carros, a cielo abierto. Pero hoy, algunas muestras de sus trabajos figuran en el Museo de las Américas de Madrid y también en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires.

«Mi padre me pintó una valija cuando tenía 12 años, después a los 15 me fui conectando con gente de este ambiente, pintores de letras. Yo también me hice pintor de letras y después tuve que anexar este oficio. Esta técnica se usaba mucho porque también había muchos talleres de letras», rememoró.

Los cultores del filete fueron «los pioneros que le dieron vida y color», explicó Zorz, entre ellos «José Manuel Venturo, que falleció en 1947, y con el cual trabajó León Untroib a quien yo conocí y trabajé muchos años con él».

La trayectoria del expositor es extensa y conocida entre los porteños, sobre todo, dado que gran parte de su obra se encuentra a la vista de todo el mundo en lugares típicos. «Hice trabajos en los principales cafés de Buenos Aires, como el Tortoni, en el de San Juan y Boedo, y en muchos restaurantes. Hoy todo lo que yo tengo está al aire libre, en las calles, en las placas que recuerdan lugares donde hubo personajes que tuvieron vinculación con el tango».

Actualmente, y lejos de correr riesgos de perderse en el tiempo, son muchos los que impulsan este estilo de pintura popular. Jóvenes y también adultos se empeñan en aprender la técnica de un buen fileteador, aseguró Zorz, y él es uno de los docentes por excelencia. «Creo que los jóvenes deben darle más empuje a esto. Los extranjeros se fascinan con este arte y lo quieren transmitir porque no lo tienen en Europa».


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