Día Internacional Sin Carne: pensar en nuestra salud y cuidar el planeta
Todos los 20 de marzo, desde 1985, se conmemora esta fecha. El objetivo es concientizar y valorar la importancia de reducir el consumo de carnes y tener una dieta más sana y equilibrada.
Por Victoria Rodriguez Rey (@victoriarodriguezrey)
Desde SANAR (Sociedad Argentina de Nutrición y Alimentos Reales) trabajan por alcanzar la soberanía alimentaria y un ejercicio profesional libre de conflictos de interés con las industrias alimentaria, farmacéutica y nutracéutica. Belén Nuñez, Florencia Guma e Ignacio Porras nos proponen reflexionar sobre este día.
Actualmente el consumo de proteína animal es un elemento importante de la dieta de buena parte de la población. Sin embargo, la actividad ganadera es un gran contaminante. Según la FAO se requieren 15.000 litros de agua para generar un kilo de carne, una huella hídrica preocupante para estos tiempos de escasez.
“En Argentina tenemos un consumo promedio per cápita que alcanza los 250 gramos, muy por encima de los 120 a 150 gramos que nuestras Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) recomiendan. Hoy somos en el mundo más de 7.9 mil millones de habitantes y la producción de alimentos de origen animal que sustenta este nivel de consumo no es gratuita. El intento de satisfacer a escala global un consumo excesivo de carnes, promueve prácticas de producción y crianza animal que se alejan de la idea o concepto que tenemos desde la infancia, como animales libres que caminan por el campo y se alimentan a pasto. Los tiempos de mercado, la demanda en aumento y el intento de también producir granos para alimentar animales en otras partes del mundo, confeccionó un sistema productivo intensivo basado en monocultivos, con ampliación de la frontera agropecuaria, arrasando con bosques y montes nativos, reservas y demás, como así también con una crianza intensiva de animales en los ya conocidos feedlots que suponen un deterioro marcado en la calidad de vida de los animales. Esto se traduce en más estrés, más enfermedad y, en consecuencia, mayor aplicación de antibióticos. Dato no menor, ya que, para la OMS, la resistencia bacteriana será una de las principales causas de muerte en 2050, por la exposición directa e indirecta a diferentes antibióticos”, informan desde SANAR.
Si bien el consumo de carne es una práctica muy arraigada culturalmente hablando, resulta interesante conocer las consecuencias de las actuales formas de producción y saber que hay otros alimentos posibles para alcanzar una dieta equilibrada.

“La iniciativa del Día Internacional Sin Carne es una invitación a considerar otras alternativas alimenticias, ampliar el abanico de alimentos que integran nuestra alimentación diaria: granos integrales, legumbres, frutos secos, semillas, frutas y vegetales. La importancia de incluir estos alimentos, son sus beneficios protectores sobre la salud por su contenido en vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra. Los beneficios de disminuir el consumo de carne, no solo se resumen a la salud humana, sino también, supone menor crueldad animal, menor impacto ambiental y económico».
«Greenpeace resumió en cinco grandes razones por las que debemos disminuir el consumo de carnes y de esa forma cuidar el planeta: la deforestación para el pastoreo, supone destrucción de hábitats naturales; la generación de gases de efecto invernadero que alcanza un 14%, siendo superior a la del transporte; generación de desigualdad ya que la producción en masa enriquece industrias pero empobrece poblaciones, sobre todo la campesina; acaba con el agua, ya que la producción supone una huella hídrica del 29% de toda la producción agrícola; y el ya mencionado daño a la salud, haciendo foco en las carnes procesadas que actualmente ocupan un lugar en los factores que más se relacionan con el desarrollo de enfermedades oncológicas y cardiológicas”, advierte el equipo de investigación SANAR.

La alimentación, como elemento identitario, es parte de un proceso de transformación dinámica de la cultura de los pueblos. Conocer qué, cómo y por qué comemos lo que comemos permite tener mayor conciencia y generar cambios posibles hacia una vida más saludable. Desde los y las integrantes de la Asociación son concluyentes: “La transición a una alimentación basada en plantas integrales debe ser amable, debe ser propositiva, por medio de la generación de “competencia” a ese alimento o producto alimenticio que queramos disminuir su consumo. Supone un fuerte acompañamiento profesional a fin de garantizar un resultado óptimo en términos nutricionales. La alimentación basada en plantas integrales, no necesariamente excluye definitivamente a los alimentos de origen animal, sino que prioriza el consumo de alimentos de origen vegetal en todas las ingestas.
«Cabe destacar, que tanto este tipo de alimentación, como así también la dieta vegetariana (que puede incluir lácteos no ultra procesados, y huevo), como la alimentación de quién tiene una postura ética vegana (donde su alimentación es 100% de origen vegetal y libre de ultra procesados) son dietas saludables, que, si son correctamente planificadas y llevadas a cabo, no suponen ningún riesgo a la salud y son aptas para todo momento de la vida: niñez, adultez, vejez, embarazo y lactancia.
El único nutriente crítico, el cual habrá que suplementar vía oral, es la vitamina B12, su prescripción es parte de la correcta planificación en este tipo de dietas”.
Por Victoria Rodriguez Rey (@victoriarodriguezrey)
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