Agresiones a nuestra fauna acuática

Por Pablo Seewald

El río Negro es la fuente más importante de obtención de recursos en el norte de la Patagonia, ya que de él depende la mayor parte de las actividades humanas que se desarrollan en esta región. Asimismo es uno de los ríos patagónicos más perturbados antrópicamente.

El río Negro está habitado por unas ocho especies nativas de peces, varias de las cuales tienen una gran importancia desde el punto de vista de la conservación. Algunas son endémicas de la Patagonia, es decir que sólo habitan en forma natural en esta región, como el otuno (Diplomystes viedmensis) y la perca (Percichtys vinciguerrai), que merecen una especial consideración a la hora de conservar nuestra fauna de peces. Dentro de los moluscos, la almeja patagónica (Anodontites puelchanus) es una especie endémica que habita en sitios de agua corriente del Negro. Muchos de los ambientes que forman el río y en aquellos donde la presencia del hombre es mínima, permiten el asentamiento de aves acuáticas como los cisnes de cuello negro (Cygnus melancoryphus), la garza mora (Ardea cocoi) y varias especies de patos y gallaretas. Otras aves están asociadas a los bosques de sauces y acacias que se forman en la ribera, como los pájaros carpinteros, horneros, jilgueros y zorzales.

Sin embargo, las especies mencionadas son sólo una pequeña fracción de toda la diversidad de especies que habitan y dependen del río. Las actividades que el hombre desarrolla se realizan desconociendo o subestimando la agresión al medio que esto implica, constituyendo una seria amenaza para el ecosistema del río. Asimismo, existen escasos estudios acerca del impacto de las actividades humanas sobre la fauna y el medio acuático en el río Negro.

Uno de los factores de desarrollo que inciden directamente sobre la fauna local lo constituye la construcción de represas, las cuales producen un gran impacto sobre los peces, impidiendo su migración a uno y otro lado del dique, evitando la posibilidad de cruzamiento entre las poblaciones. Una especie perjudicada ha sido probablemente la almeja patagónica, que fue registrada aguas abajo del río Limay y en la actualidad tal vez ha desaparecido de este lugar por causa de los embalses que modificaron su hábitat.

Otro de los problemas que afectan a nuestra fauna es la contaminación orgánica. La mayoría de los municipios de la cuenca del río Negro carece de tratamiento de los efluentes cloacales y éstos en general son vertidos directamente al mismo, pudiendo afectar a todas las especies que dependen de este recurso, incluido el hombre.

Otro factor de perturbación sobre el medio es la contaminación agroquímica. La actividad frutihortícola intensiva demanda una gran cantidad de pesticidas, herbicidas y fertilizantes, y buena parte de los mismos termina alcanzando el río a través de los canales o por filtración de las napas. Esto afecta especialmente a los organismos acuáticos que filtran el agua para obtener su alimento o respirar, produciendo una acumulación de contaminantes en sus cuerpos, aun cuando los niveles en el agua sean bajos.

La continua introducción de especies en el río Negro es una de las mayores amenazas para la fauna nativa. De las ocho introducidas, la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), la trucha marrón (Salmo trutta) y la carpa común (Cyprinus carpio) están catalogadas como tres de las cien peores especies invasoras del mundo, según un análisis de 146 científicos y expertos en la materia que depende de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Su impacto se debe a que tienden a desplazar los peces autóctonos por competencia y depredación, también depredan sobre la fauna de invertebrados y producen una progresiva modificación de las comunidades acuáticas.

La modificación de las riberas para evitar la erosión natural del río o con el fin de ganar tierras constituye otro factor de disturbio que afectaría en mayor medida a la fauna de invertebrados y a la avifauna que habita en la costa. Muchas de estas modificaciones se realizan sin la previa autorización de la AIC (Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas).

Estos factores no son los únicos que perjudican nuestro ambiente, existen otros que no dejan de ser menos importantes cuando los consideramos en su conjunto, como la contaminación costera producto de las actividades recreativas, la modificación del bosque ribereño, la falta de regulación de la pesca y la aparición de basureros clandestinos, todos forman parte de la agresión cotidiana a nuestro hábitat. El gran caudal que posee el río Negro no significa que pueda convertirse en el colector de toda la contaminación que se genera en el Valle, y que además tenga espacio suficiente para albergar especies exóticas.

Los equilibrios ecológicos son muy complejos y fáciles de romper cuando el hombre emprende alguna acción sobre ellos. Debemos concientizarnos de que es necesario promover el estudio, la conservación y la difusión de nuestra fauna autóctona por parte de todos los que habitamos la cuenta del río Negro.


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