Cada vez más pacientes en busca de cannabis medicinal

Los médicos dicen que prueban, sienten mejorías y piden tratamientos. Si bien la ley aprobó el consumo con fines medicinales, solo es para pacientes con epilepsia refractaria. Eso más la prohibición del autocultivo condenan a la gente al mercado negro.

La ley que se sancionó en el 2017 solo contempla el uso de cannabis medicinal para las personas con epilepsia refractaria.

Un paciente de San Martín de los Andes me dijo: ‘Doctor, no quiero su opinión; solo quiero que me acompañe en el trámite para importar aceite de cannabis para mi hijo que tiene epilepsia’”, recordó Marcelo Di Blasi, neurólogo de niños y jóvenes. Desde ese momento, su mirada cambió respecto del cannabis para uso medicinal.

En los últimos tres años, cada vez más pacientes comenzaron a pedir el acompañamiento de los médicos en el uso de cannabis medicinal para tratar dolencias crónicas. Casos de insomnio, Parkinson, pérdida de apetito y náuseas por tratamientos de quimioterapia, autismo, fibromialgia y enfermedades degenerativas. Y la lista sigue.

Los médicos coinciden en que el crecimiento de la demanda fue exponencial a medida que los pacientes prueban, sienten mejorías y la información circula.

“Hoy tengo 74 pacientes con epilepsia refractaria a los que les he recetado cannabis medicinal. Algunos con autismo que también andan muy bien. Todo el mundo dice que no hay evidencia científica contundente, pero esto se cae a medida que la gente te cuenta sobre la eficacia de los productos derivados de la planta”, reconoció Di Blasi.

Aseguró que la mayoría de sus pacientes tiene un compromiso neurológico importante y lograron mejoras “en términos de conexión, de comunicación, de actitud general. La calidad de vida cambia. Al bajar las dosis de los medicamentos, están más atentos, tienen más apetito, duermen bárbaro y están menos irritables”, dijo. El objetivo es evitar las crisis o disminuir las convulsiones al 50%.

Después de muchos años de lucha por la resistencia de algunos sectores, la ley que regula el uso del cannabis con fines medicinales se sancionó en 2017. Pero la norma sigue siendo restrictiva ya que solo habilita el uso para la epilepsia refractaria.

El anestesiólogo Alejandro Libkind, experto en tratamiento del dolor, realizó una encuesta sobre 700 pacientes que emplean cannabis para el tratamiento de diversas patologías relacionadas con el dolor en general.

“Estos 700 pacientes han venido a pedir asesoramiento sobre cómo consumirlo y los riesgos que pueden sobrevenir. Es una especie de tsunami y en los últimos tres años, se ha potenciado mucho. Muchos de mis pacientes dejaron mucha medicación”, acotó Libkind que presidió el Congreso Argentino de Anestesiología en el 2018.

Encarnación, una mujer de 98 años, sufre un cuadro de artrosis que con el paso de los años fue acrecentando los dolores. La medicación no solo no ayudaba, sino que además, le afectaba el hígado, el estómago, se dormía constantemente y tenía nauseas.

La desesperación llevó a esta mujer a probar la ingesta diaria de aceite de cannabis. La mejora fue inmediata física y anímicamente. El alivio, enorme.

“En este caso, se ve claramente el efecto de ametralladora terapéutica, detalló Libkind. Hasta ahora, la medicina se enfocaba en una especie de bala mágica precisa para solucionar una patología. El cannabis actúa sobre el sistema endocanabinoide que, con la edad, tiende a decrecer”.

El médico puntualizó que “especialmente, para la tercera edad, el aporte de cannabinoides exógenos restablece un montón de funciones. Entonces, aparte de calmar el dolor, esta señora volvió a tejer cuellitos para Neonatología del hospital, pudo bajar el volumen de la televisión de 70 a 30, logró ver mejor y le cambió el humor”.

Di Blasi recordó que en el caso de la enfermedad de Parkinson, la rigidez es uno de los síntomas que puede desaparecer con algunos tipos de cannabis. “Hay adultos con esta enfermedad que volvieron a moverse”, reconoció.

Una ley y muchos prejuicios

“Muchos pacientes llegan diciendo: ‘doctor, mire tengo que contarle que…’. Saben que es ilegal y hay mucho prejuicio. El consumo de una sustancia que tiene categoría 1 para la Agencia de Drogas de Estados Unidos hace que todos sean punibles. Los cultivadores son perseguidos”, advirtió Di Blasi.

De acuerdo a la ley nacional, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) avala la importación de aceite de cannabis para su distribución gratuita solo a las personas con epilepsia refractaria con indicación médica.

Las obras sociales y prepagas están obligadas a proveer el aceite de cannabis. En muchos casos, se pide a los afiliados que realicen los trámites de importación, paguen el producto, con el compromiso de un posterior reintegro aunque no es lo que corresponde.

El autocultivo está penado y muchos luchan para que esto se revierta. En febrero se difundió la noticia de que el Ministerio de Seguridad de la Nación habilitó el primer centro para estudio y cultivo de cannabis medicinal en Jujuy, pero no hay avances todavía. No existe producción regulada y los pacientes quedan presos del mercado negro.

Días atrás, se conoció un fallo de una jueza de El Bolsón. Erika Fontela determinó que la obra social Osecac debe proveer el aceite de cannabis Charlotte -importado de Estados Unidos- a un niño de 6 años que padece epilepsia refractaria pero además, también debe concretar el trámite.

“Es un fallo ejemplar porque garantiza el derecho de acceder al producto. La obra social debe ocuparse de que la familia lo tenga”, dijo Di Blasi.

Explicó que hoy, “hay que entrar a una página de Anmat, a una solapa donde está la ficha. Hay que llenar un consentimiento informado, un resumen de historia clínica, el médico debe mandar un Currículum resumido, se compra el producto y a la vez, hay una gestora tercerizada que agrega 350 dólares más al costo”.

Tres frascos de 100 mililitros cuestan 1.500 dólares y cada uno puede durar 20 días para un niño de entre 15 y 25 kilos, detalló el médico.

Libkind remarcó que en los 40 años que lleva en tratamientos del dolor, se han probado muchas alternativas. “Cuando dábamos morfina oral allá en los 70 también era interpretado como una especie de herejía y ayudó a mucha gente. Esta revolución es parecida”, reconoció.

“Lo que se recibe como devolución en el consultorio, continuó, es francamente emocionante. La gente dice que le ha cambiado la vida, personas de edad que estaban en un rincón llenas de psicofármarcos y eran una especie de ente. Dejan muchos de esos medicamentos y se transforman en personas que pueden interactuar. Eso no tiene precio”.

Un frasco de 100 mililitros cuesta 1.500 dólares.

Números

1.500
dólares salen tres frascos de 100 mililitros y cada uno puede durar 20 días para un niño de entre 15 y 25 kilos.
10
veces más se paga por un preparado en Buenos Aires, comparado con Bariloche o El Bolsón.

“En Estados Unidos se habilitó el uso medicinal de cannabis y el ahorro en medicamentos fue de miles de millones de dólares”.

Alejandro Libkind, anestesiólogo

Autocultivo: la lucha Río Negro se planta

Las organizaciones civiles y algunos médicos insisten con la despenalización del autocultivo.

“Es un recurso para ahorrar dinero en medicamentos, ahorrar sufrimiento, mejorar calidad de vida y generar puestos de trabajo porque tenemos cultivadores de excelencia”, sintetizó Libkind. Hoy la ley solo abarca la epilepsia refractaria y muchos usuarios con otras patologías acuden a preparados caseros a pesar del peligro que conlleva.

En el marco de las recientes elecciones a gobernador, las organizaciones Cannabis Medicinal Río Negro, Ciencia Sativa, Cannabicultores del Alto Valle y Cannábica de Bariloche, junto con pacientes y cultivadores de Viedma y Patagones, lanzaron una campaña para que los futuros gobernantes electos aseguren el autocultivo.

En un documento que enviaron a todos los candidatos dejaron en claro que el objetivo es impulsar “una ley de cannabis donde el reclamo fundamental fue y sigue siendo el autocultivo personal y colectivo como principal forma de acceso al derecho a la salud de una forma segura, económica y equitativa”.

“El camino para mejorar y avanzar es la despenalización. Esta ley es insuficiente. Hay que sacar todas las prohibiciones”.

Marcelo Di Blasi, neurólogo de niños y jóvenes

Por la restricción, al mercado ilegal

Insisten en que despenalizar ayudará a evitar el mercado negro.

La asociación civil Ciencia Sativa consideró que la principal restricción de la ley es que no se amplió el programa de cannabis medicinal y tampoco se habilitó el autocultivo terapéutico.

“La no ampliación del programa hace que las personas terminen consiguiendo productos no regulados en el mercado ilegal y esto es culpa del Estado que no se hace cargo de la demanda de cannabis.

La gente lo sigue usando y el riesgo para la salud es mucho”, advirtió Gabriela Calzolari, una bióloga que integra Ciencia Sativa.

Recalcó que los productos no regulados “tienen probabilidades de estar contaminados con otras sustancias o no tener cannabis y por lo tanto, llevar a que muchos piensen que no les funciona, cuando en realidad, no están consumiendo cannabis”.

“Evidencia científica sobre el uso del cannabis medicinal hay.

Los profesionales no damos abasto en leer la bibliografía que sale día a día sobre los avances a nivel mundial. Es un camino de ida; en algún momento hay que hacer click y los usuarios terapéuticos tienen que salir a decir: ‘a mi no me contempla la ley; me obligan a la ilegalidad”, dijo Calzolari.

Los médicos destacan la importancia de consumir cannabis medicinal pero siempre con el control de un profesional.


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