Cómo no ilusionarse

Por Romina Sacher *

El martes a la noche, en un evento que sin dudas estuvo a la altura de las circunstancias, Boca pasó a la historia al convertirse en el primer campeón de la era profesional del fútbol femenino en Argentina, luego de vencer por 7 a 0 a River en la final del Torneo Transición 2020/2021.


Mientras celebramos este hito y el carril rápido por el cual transita el desarrollo y el crecimiento de la disciplina en estos últimos cuatro años, acompañado sin dudas por el movimiento de mujeres, es momento de -en paralelo- recuperar los treinta años de tradición de la disciplina.

Recordemos que el fútbol practicado por mujeres, organizado por AFA, se disputa desde 1991.


Entre medallas y trofeos, la delantera de Boca Andrea Ojeda recibió el premio a la goleadora del campeonato, luego de marcar diez goles en el certamen. A pesar de celebrar sus logros, la artillera de 35 años desconoce el número exacto de tantos convertidos con la camiseta de Boca.


La duda sobre este dato, que rápidamente se solucionaría con una búsqueda en internet si fuese un jugador varón, refleja que es imperativo conocer el pasado del fútbol femenino y sus protagonistas para proyectar su futuro, luego de escribir una página muy importante de su historia.


La disciplina esta en agenda permanente, y la demanda de espacios y cobertura implica una responsabilidad que, con un abordaje respetuoso, los medios y comunicadores deben aceptar y entender. Ya no es una actividad que pide permiso, y tampoco pretende competir con el masculino. Simplemente, reclama su lugar de referencia en el mapa.


La final del torneo televisada se siguió en todo el país y en toda la región sudamericana. El partido copó las redes sociales. Los nombres de las jugadoras de Boca se repartieron los primeros 15 lugares en las tendencias de Argentina en red del pajarito. Al día siguiente el campeón fue tapa en tres diarios de tirada nacional.


¿Y ahora, cómo no ilusionarse? Es aquí y es ahora. O acaso seguiremos diciéndole “las chicas” de manera peyorativa, bajándole el precio a las jugadoras. Tal vez uno de los pendientes sea pensar en mejorar la competencia para así equiparar los resultados, aunque dudo que eso detendría los titulares un tanto despectivos que se leyeron en algunos portales. Es momento de guardar los diminutivos y dejar de mezquinar la información, de pedir por favor un lugar en la tapa deportiva.

El fútbol femenino como práctica y como espectáculo, es un nuevo valor agregado del deporte argentino. Con valores trasversales como el respeto por el rival y el amor por el juego, que trascienden los límites de la cancha.
El cierre del certamen fue un evento inolvidable, tuvo un hermoso estadio como escenario, pelota ploteada, premiación con copa y medallas, papelitos y fuegos artificiales. Fue el equivalente al respeto que las protagonistas reclaman y demandan. La gran deuda es el vértigo de lo inesperado, producto de un resultado tan abultado. Ese es el paso próximo, que el compromiso sea con la competitividad.


Es momento de elevar la vara, que la final de ayer sea el piso para celebrar la competencia, esa que parecía que la pandemia nos arrebataba. Debemos pedir por ese nuevo fútbol femenino, uno que no negocia sus raíces y que celebra sus valores pero que necesita como nunca de mayor competitividad para seguir creciendo.

* Periodista deportiva, integrante del programa radial Enganche Radio, fundadora del sitio web elfemenino.com.ar


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