Con los pies en el escenario y en la tierra

Ante un panorama donde no todos los bailarines son flexibles a las distintas modalidades de la danza, Maximiliano Guerra exhibe un repertorio muy amplio desde lo clásico hasta lo más moderno. Por ejemplo en diciembre John Neumayer le creó una coreografía «fantástica», un pas de deux de 20 minutos tremendamente moderno. Pero el año pasado también bailó a Charly García y este año lo hace con músicas de Bon Jovi y Pink Floyd. En estos casos, no son tantas las bailarinas que lo puedan seguir como pareja, aunque comenta que se siente espléndido en oportunidad de bailar con la Ferri, Silvia Bazilis, Karina Olmedo o Ana Policarpo. «En esas oportunidades, siento que tengo el matrimonio espiritual requerido para poder mostrarle al público lo que nos pasa», dice Guerra, quien también bailó en un castillo en Milán recientemente y con el ballet Universal de Corea en los ballets «Giselle» y «Lago de los Cisnes». Eso lo entusiasma, por lo que descubre en cada presentación, «hoy en día, gracias a una cantidad de figuras jóvenes que aparecieron en los últimos años, la danza viene siendo seguida por un público muy joven, donde te encontrás con gente que grita como si se tratara de un recital de rock, te piden autógrafos y te quieren tocar. Eso es parte de la admiración hacia un personaje determinado que es el bailarín».

Esto lo dice al señalar que tiene una «visión muy clara de lo que pasa con Maximiliano Guerra en el escenario y en la vida. Volver a poner los pies en la tierra es lo primero que tiene que hacer un artista cuando se baja de un escenario, porque todos somos personas con una actividad; yo bailo, vos escribís, él saca fotos, cada uno puede ser lo mejor en lo suyo, pero en definitiva tenemos que vivir en una sociedad que hay que mejorar cada día», destaca.

El bailarín vive con su familia en Milán y en este momento (como en otros) lo acompañan en su nueva visita a la Argentina. Su hija Micaela, que tiene cinco años, ya comienza su primer grado y entonces los acompañamientos no serán tan frecuentes, algo que a su pesar es parte de una dinámica que Guerra trata de balancear para estar el máximo tiempo con su familia. Su idea es «que la carrera no me saque de mi casa y que mi casa no me saque de mi carrera, en eso hay que ser muy cuidadoso», considera.

La gira que iba a traer a la región es una práctica suya desde hace 10 años, con lugares adonde asiste con mayor o menor frecuencia.(J.P.)


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