“Duhalde es el candidato del orden”

El intelectual Silvio Maresca está en los equipos de Duhalde y lo explica como candidato y alternativa al kirchnerismo. “Su programa es revolucionario”, dice.

entrevista:

CLAUDIO RABINOVITCH

crabinovitch@rionegro.com.ar

–¿Cómo se originó el grupo de intelectuales para ser una usina de “pensamiento filosófico” de Eduardo Duhalde?

–El agente provocador fue el espacio kirchnerista Carta Abierta, al cual desde una perspectiva de lo nacional y popular nos oponemos.

–¿En qué se diferencian?

–En que muchos de los integrantes de Carta Abierta son intelectuales advenedizos, en su mayoría no peronistas. Como sostuvo Tomás Abraham, son “infiltrados” en el peronismo. Tienen una visión de la historia que atrasa.

–¿Por qué?

–Nosotros no creemos que el motor de la historia sea la lucha de clases. Nos sentimos fieles al pensamiento de (Juan) Perón, (Hipólito) Yrigoyen, (Juan Manuel) de Rosas; sin desechar a figuras como Juan Bautista Alberdi, porque no hacemos maniqueísmo con la historia argentina. Pensamos que, tras la caída de la Unión Soviética y la conversión de China al capitalismo, la política de confrontación llegó a su término. La política vuelve a ser como pensaban los clásicos: diálogos, acuerdos. El gobierno entiende no sólo que la política es conflicto sino que, incluso, hay que promoverlos.

–¿El kirchnerismo no recreó la importancia de la política?

–En parte sí; nosotros no estamos en contra de todas las políticas oficiales sino fundamentalmente de una concepción que siguiendo a Carl Schmitt, o al marxismo, define a la política como antítesis amigo-enemigo.

–Sin embargo, el gobierno y quienes lo acompañan no parecen cuestionar el sistema capitalista.

–Tengo mis dudas… No se oponen al esquema capitalista porque nadie sensatamente puede hacerlo (salvo desde el discurso psicótico de la ultraizquierda), pero lo cuestionan de modo indirecto. Este gobierno es heredero de los Montoneros, que tuvieron esa duplicidad de criticar al capitalismo a la vez de interesarse profundamente por los negocios. En tal sentido –para interpretar el espíritu de esa organización– es interesante seguir la trayectoria de (Rodolfo) Galimberti, cómo se mezclaba la crítica al capitalismo con una avidez por apropiarse de lo que daba el sistema.

–¿No hay otra vez una puja por la “legitimidad” peronista? El gobierno y el justicialismo disidente autoproclaman esa pertenencia.

–Existe una diferencia profunda. El gobierno actual se define heredero de los jóvenes del 70; no en vano el grupo que lidera el hijo de Kirchner se llama La Cámpora. La idea latente es que el peronismo es algo superado. En cambio nosotros –y Duhalde comparte esta idea plenamente– nos sentimos herederos por un lado del Perón de comienzos de los 70 (el de “para un argentino no hay mejor que otro argentino”, el del abrazo con Balbín, y el que planteó la unidad nacional por sobre la liberación nacional), también del Perón del 49 pero inspirado en sus ideas, no del todo en su política, que más allá del cambio revolucionario que propició tuvo también cierta tendencia al enfrentamiento y al autoritarismo, aunque esos rasgos no eran sólo algo propio del peronismo.

–¿Qué los acercó a Duhalde?

–Pensamos que es quien mejor refleja nuestro pensamiento. No sólo viene planteando la necesidad de una concertación sino que, cuando fue presidente, la practicó con el Diálogo Argentino. Eso no significa construir una unidad en la cual –como decía Hegel– todos los gatos son pardos sino evitar dividir la sociedad en temas secundarios como el matrimonio homosexual. El gobierno kirchnerista tiene una notable sensibilidad hacia las minorías y un gran desprecio por las mayorías populares. Duhalde es quien más viene impulsando la necesidad de implementar políticas de Estado y firmó un acuerdo con todos los grandes partidos de la oposición: no se puede seguir viviendo de la coyuntura.

–¿Cómo se posicionan ante el progresismo de la administración K?

–Es un progresismo con rasgos de peronismo. El progresismo puro es el de España, donde se legitima el aborto pero cuando se pone complicada la economía se expulsa gente, no se les paga a los jubilados. Eso este gobierno no lo hace porque tiene “su pata peronista”.

–¿La concepción cultural de Duhalde puede definirse como conservadora?

–Si por conservador se entiende reconstruir las costumbres de un pueblo, sí. Pero si apuntamos a las reformas económico-sociales, su programa es revolucionario. Si progresismo es lo de Lula, estaríamos de acuerdo, pero el problema del progresismo K inspirado en Laclau, Horacio González, Pepe Nun, Horacio Verbitsky es que resulta muy revolucionario en las costumbres pero muy tímido en lo económico y social. Nosotros defendemos la familia, y a muchos no nos ha ido muy bien en ese aspecto (se ríe aludiendo a su condición de divorciado), sino por la importancia que tal institución sigue teniendo en este país. El capitalismo tardío que terminan favoreciendo los progres es el de individuos aislados. En su discurso, Duhalde habló sobre la importancia del factor espiritual. Con razón, ya que estamos viviendo una disolución no sólo social sino también individual; el mejoramiento económico, que aunque insuficiente ha existido, no resuelve todos los problemas.

–¿Es Duhalde el candidato “del orden”?

–Sí, Duhalde pondría orden. No represivo, aunque él utiliza la palabra represión legal que no quiere decir muerte o violencia. Hay que reconstruir el orden social, no sólo en cuanto a episodios como las tomas de terrenos sino para reconstruir una comunidad organizada, para transformar una población inorgánica. Si no hay un orden social, cada sector incrementa sus demandas en medio de un descontrol. Quienes cortaron las vías en Constitución ¿a quién representan? Eso es la anarquía. Los intendentes tuvieron que “parar” al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cuando éste proclamó que ocupar terrenos no es un delito.

–Muchos observadores coinciden en rescatar el modo en que Duhalde manejó el escenario poscrisis del 2001, pero son muy críticos de su anterior etapa como gobernador bonaerense…

–La labor de Duhalde como gobernador está encuadrada en un momento de “euforia” neoliberal que desembocó en el desmantelamiento del Estado, de la producción nacional, la destrucción de la política y la banalización de la cultura. Ocurrió en toda América Latina. Duhalde es uno de los primeros que se dio cuenta del agotamiento de ese modelo –en 1996– y en gran medida fue el artífice de la derrota de Carlos Menem con la propuesta de plebiscito; al punto que Menem se vengó apoyando a Fernando de la Rúa.

–En el reciente lanzamiento de Duhalde en Costa Salguero, junto a caras nuevas se observaron varias que evocan al “menemismo” (Miguel Ángel Toma, Luis Barrionuevo).

–Insisto: la derrota de Menem se la debemos a Duhalde también por el esquema electoral diseñado en el 2003. Creo que está en un tramo de la campaña de acumulación y que él va a definir quiénes lo van a acompañar de acuerdo a las condiciones para llevar adelante su proyecto.

–El gobierno acusó a Duhalde de estar detrás de episodios como los del Parque Indoamericano. ¿Es creíble para la sociedad?

–Es un disparate. Revela el miedo del gobierno que sabe que, si la gente mira a la oposición, la sensación es que el radicalismo no puede gobernar el país, aunque en el caso de Raúl Alfonsín hay que reconocer que hubo responsabilidad del justicialismo, es algo que está instalado.

–Pero más allá del gobierno hay un imaginario que simboliza en Duhalde la desestabilización.

–Para nosotros, intelectuales, defender a Duhalde es una apuesta difícil ya que en el campo de la cultura no es visto como los “biempensantes” que acompañan a los Kirchner. Pero hay que tener en cuenta el nivel de corrupción de esta administración, porque (Ricardo) Jaime no robaba para él solo. Lo de los supermercados (por las acusaciones al duhaldismo por los episodios que concluyeron en la caída de De la Rúa) son suposiciones. Hay gente que habla de su vinculación con la droga cuando Duhalde fue uno de los primeros en alertar sobre el tema. Hay intereses muy fuertes para que no sea presidente.

–¿De quiénes?

–No sé, pero existen.

–En un hipotético gobierno de Duhalde, ¿cree que volvería atrás con la política K de derechos humanos?

–No, de ninguna manera, incluso vimos un video cuando asumió como intendente con las Madres de Plaza de Mayo. Tampoco daría marcha atrás con las estatizaciones como la del sistema previsional. Su planteo es poskirchnerista, sin que ello signifique continuar en una lucha estéril con la maldita oligarquía y parte de la prensa. La gran mayoría de los medios están cooptados o son directamente del gobierno, no sé por qué se quejan.

–¿Habrá una alianza de Duhalde con Mauricio Macri?

–En principio veo complicada esa construcción. En lo personal no lo vería como algo negativo. Macri, aunque no profundiza en aspectos como los conversados, plantea cosas interesantes. Tiene un pensamiento nuevo, no anda con los discursos de tribuna y es crítico del clientelismo.

Martín Heer


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