El complemento perfecto entre agricultura, ganadería y forestación

Los silvopastoriles y agroforestales son sistemas mixtos de producción que combinan, a nivel de predio, la actividad forestal con la ganadería y/o la agricultura. A partir de un adecuado manejo de la cobertura arbórea se puede obtener simultáneamente hortalizas, forraje, productos de origen animal y madera.

Sistemas silvopastoriles y agroforestales

La actividad forestal ligada a las plantaciones con especies exóticas comenzó a promocionarse desde el Estado nacional y las provincias a principios de la década del 70, apoyada en el “modelo de sustitución de las importaciones”. Se buscaba ampliar la superficie forestal con especies aptas para la producción de papel o pasta celulósica, dos productos de origen forestal históricamente deficitarios en la balanza comercial. Por este motivo, se promovieron las coníferas en la cordillera y las salicáceas en los valles. En la actualidad, Río Negro y Neuquén cuentan con una superficie con coníferas cercana a las 60.000 hectáreas y con 3.500 ha de macizos con álamos en los valles. Sin embargo, la superficie de tierras aptas para la forestación en la cordillera supera las 300.000 hectáreas y en los valles irrigados se estiman unas 25.000 ha actualmente sin cultivos. Es decir, luego de 40 años promover la actividad se logró forestar sólo un 20% del potencial de la región. Escapando a la discusión respecto del modelo forestal que se pretende en Río Negro y Neuquén, la realidad es que sería necesario ampliar y concentrar la superficie forestada para permitir la instalación o el desarrollo de algún tipo de clúster industrial.

Las causas por las cuales no se logró forestar mayor superficie son diversas y complejas. Normalmente se asigna la responsabilidad a la cultura ganadera o frutícola preponderante según la región. Sin embargo, parece ser importante también la falta de un marco de políticas sostenidas, con fuertes altibajos en los sistemas de promoción, y especialmente en la cordillera a los largos plazos productivos (35 años) propios de la actividad. En este marco, el desarrollo de sistemas agroforestales y/o silvopastoriles puede constituir un aporte relevante. Se compatibiliza la actividad forestal con la ganadera a nivel de predio y la diversificación productiva obtenida con estos sistemas acorta los plazos de retorno de la inversión forestal al generar ingresos anuales por venta de productos de origen animal o agrícola.

Sistemas silvopastoriles y agroforestales

En términos conceptuales, un sistema de producción silvopastoril o agroforestal es uno mixto de producción que integra “intencionalmente” árboles, forraje y ganado, o árboles, forraje y hortalizas. Al incorporar plantas en un sistema ganadero o agrícola se generan interacciones, es decir, efectos positivos y negativos del árbol sobre el resto de los componentes del sistema: el animal, el forraje o la especie hortícola. Es necesario entonces manejar de manera “intensiva” estos efectos buscando que predominen los positivos arbóreos por sobre los negativos. Por ejemplo, la planta al generar sombra y reparo del viento y la lluvia produce un efecto positivo sobre los animales. Éstos sufren menos del frío en invierno o del calor en verano. Sin embargo, la misma sombra que es beneficiosa para los animales puede ser perjudicial para los pastos que necesitan luz para crecer correctamente. Por este motivo se resalta la palabra “intensiva”, ya que estos sistemas son viables siempre y cuando se maneje la cobertura arbórea intensivamente buscando en todo momento que predominen los efectos positivos.

Sistemas silvopastoriles en cordillera

En INTA EEA Bariloche comenzamos a trabajar e investigar sobre estos sistemas en 1998 utilizando plantaciones de pino ponderosa, realizadas por productores del valle de Meliquina y la zona de Junín de los Andes. Luego de algunos años de investigación encontramos que el corión dulce (festuca) es una especie que puede tolerar altos niveles de sombra, a diferencia del coirón amargo (stipa). Por ser de alta preferencia por parte de los animales y con una calidad forrajera aceptable, es la especie del pastizal natural ideal para el desarrollo de sistemas silvopastoriles en cordillera y precordillera.

Las matas de coirón dulce, cuando el tamaño de sus hojas se modifica, varía el ángulo en que se disponen las hojas y se asignan reservas desde las raíces hacia la parte aérea, puede aumentar la captación de luz y así seguir creciendo bajo los pinos hasta niveles superiores al 70% de cobertura arbórea, donde llega al suelo menos del 20% de la luz o radiación que a las zonas a cielo abierto. Sin embargo, para no perjudicar el nivel de producción forrajera es recomendable no superar el 50% de cobertura arbórea. Esto se logra aplicando podas y raleos (extracción de árboles).

Una plantación convencional de pino ponderosa se inicia con unas 1.100 por hectárea. Si el objetivo es producir exclusivamente madera, se puede pensar en un ciclo de producción de 35 a 45 años, aplicando durante ese ciclo dos podas y dos raleos, llegando al final con aproximadamente 300 a 350 árboles por hectárea. La producción total de madera puede estar entre 350 y 500 metros cúbicos por hectárea. Ahora si el objetivo es manejar la plantación como un sistema silvopastoril, produciendo forraje debajo de los pinos y permitiendo el ingreso del ganado, se debe mantener la cobertura arbórea por debajo del 50%. Con el mismo esquema de dos podas y dos raleos, cada uno de los cuales deberá ser más intenso respecto del esquema de producción exclusiva de madera, se llegará al final del ciclo con menos de 150 árboles por hectárea y una producción total de 200 a 300 metros cúbicos por hectárea. Es decir, mantener la cobertura arbórea por debajo del 50% significa resignar volumen de madera. Sin embargo, a partir de que los árboles tienen más de 1,5 m de altura pueden ingresar los animales al sistema. Pasada esta altura y con un pastizal en buen estado de conservación, el daño que pueden causar tanto chivas como vacas es mínimo. Los pinos alcanzan esa altura a los 5 – 8 años de edad. Quiere decir que en un ciclo de producción silvopastoril de 35 a 45 años, manteniendo el nivel de cobertura arbórea por debajo del 50%, los animales podrían producir ingresos anuales por más de 30 años. El productor ganadero se estará preguntando en este momento qué hace con los animales durante los primeros 5 a 8 años cuando tiene que esperar que los árboles superen 1,5 m de altura. No tenemos todas las respuestas pero se podría pensar en un pastoreo rotativo, en forestar pequeñas superficies anuales o en algún subsidio que cubra el lucro cesante por la pérdida de ingresos que represente la superficie forestada.

En este último caso, la provincia del Neuquén ya está avanzando.

Sistemas silvopastoriles y agroforestales en los valles

En los valles irrigados, las especies utilizadas para realizar forestaciones son los álamos y los sauces, de gran adaptación a las condiciones agrometeorológicas. La disponibilidad de agua de riego permite que la producción de madera pueda combinarse con la producción de hortalizas, forraje y carne en sistemas agroforestales y silvopastoriles.

Sobre la base de estudios realizados en la EEA Alto Valle y de experiencias realizadas por productores de la región, se conoce la interacción de diversas consociaciones entre cultivos agrícolas y el forestal. Está claro que en estas producciones conjuntas es crucial el manejo de la densidad del componente arbóreo (número de plantas por hectárea) de manera que el cultivo acompañante reciba una adecuada cantidad de luz (radiación solar). En macizos con densidades de entre 140 y 555 árboles/ha es posible cultivar hortalizas, maíz, alfalfa, verdeos de invierno –avena, cebada, vicia– y verdeos de verano –sorgo, mijo, moha– durante los primeros años.

A medida que los árboles crecen, sus copas interceptan la luz y disminuyen progresivamente la disponibilidad de radiación para el desarrollo de los cultivos. A modo de ejemplo, el maíz y el sorgo, especies con gran demanda de luz, sólo podrían cultivarse con éxito durante los primeros dos años. En cambio la alfalfa y la vicia se adaptan mejor a restricciones moderadas de luz, pudiendo recomendarse su cultivo hasta el cuarto o quinto año de la forestación.

A partir del quinto o sexto año y hasta los 12-15 años, cuando se hace el aprovechamiento de la madera, es posible implantar pasturas perennes tolerantes a la sombra, como festuca y pasto ovillo, consociadas o no con tréboles, que sirvan de alimento para el ganado vacuno u ovino.

Teniendo en cuenta la información generada podemos decir que los sistemas silvopastoriles y agroforestales sobre la base de plantaciones con coníferas en cordillera y con álamos o sauces en los valles irrigados, son una alternativa viable para aumentar la superficie forestada en Río Negro y Neuquén y así impulsar el desarrollo foresto-industrial de la región.

Gonzalo Caballé

(EEA Bariloche)

Esteban Thomas

(EEA Alto Valle)

Hernán Cancio

(EEA Alto Valle)


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