El otro problema

“Bien puede ser llamado monumento provincial a la corrupción estatal”, decía el fiscal Di Maggio al referirse al hotel Sol, en su pedido de imputaciones ante un presunto delito de defraudación contra el Estado. Ese actual esperpento debió haber sido el más lujoso cinco estrellas de San Martín, mediante los seis millones de pesos que con ese fin prestó el Iadep a Geografías del Sur, como contraparte de una cifra similar a aportar por la empresa para las obras. El hotel es hoy una ruina. El municipio nada tiene que ver con los hechos investigados entre el 2005 y el 2007. Sin embargo, son apenas uno de los dolores de cabeza que debe enfrentar a causa del hotel provincial. La comuna tiene en guarda las instalaciones sobre el cerro Comandante Díaz, que pretende licitar con el gobierno neuquino, como futuro complejo hotelero de alta calificación. Lo tendrán difícil… A partir de una denuncia penal de Une, la pesquisa preliminar de la hasta hace poco Agencia Fiscal de Delitos contra la Administración Pública concluyó que hay elementos suficientes para imputar “defraudación por administración infiel” a los entonces directores del Iadep, que por unanimidad otorgaron el crédito, así como al empresario firmante. Básicamente, lo que surge “prima facie” es una sospechosa laxitud por no decir llana ausencia de controles sobre la constitución de las garantías, el uso del dinero prestado, la obligación de aportes de la contraparte en una relación uno a uno, y las certificaciones de las obras. De allí a probar dolo habrá un trecho, pero es del todo cierto y verificable que lo que debió ser un hotel despampanante es hoy un cascarón patético. Por debajo de ese túmulo, en la “planta basamento” del hotel Sol, se encuentran las instalaciones del que es (¿sigue siendo?) el Centro Integral de Educación para el Desarrollo (Ciede). El hotel, una vez remodelado, debía servir al Ciede como sitio de prácticas para alumnos de hotelería, gastronomía y organización de eventos. El Ciede nació durante la última gestión del ex gobernador Sobisch, por convenio con la Universidad Politécnica de Valencia. De hecho, el Ciede se encargó de buscar a la empresa que debía realizar las obras en el hotel, y que a la postre fue beneficiada con el crédito oficial. El caso es que el Ciede es hoy una suerte de ilusión, pues hay decenas de alumnos que quedaron virtualmente “colgados”, y es el municipio el que está llevando adelante las gestiones para intentar, si no reflotar la institución, cuando menos facilitar la culminación de los estudios que quedaron en una nebulosa. Pero el dato es que el Ciede sí existe en los papeles, en los convenios y en los previsibles juicios que podrían venir, y ese es un lío mayúsculo a la hora de pensar en una nueva licitación del hotel, que se levanta por encima de la silenciada casa de estudios. En distintos despachos del municipio se evalúa qué hacer con el Ciede, pues incorporarlo a la licitación del hotel sería un lastre que reduciría el interés de los potenciales oferentes. Piénsese que el hotel Sol es hoy una mera “idea” y un terreno sobre las alturas de la ciudad. Los oferentes deberán compulsar no sólo por explotar un futuro cinco estrellas, sino que deberán construirlo. Hacerse cargo del Ciede sería una complejidad adicional. Pero separar al instituto educativo de los pliegos, implicará resolver primero la situación de la planta basamento del hotel, para lo cual habrá –a su vez– que poner en orden el entuerto del Ciede. Un engorro, mire.

Fernando Bravo rionegro@smandes.com.ar

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