El síndrome turista sigue en el aire

Podría haber cientos de demandas por este mal.

SAN FRANCISCO (DPA)- En vuelos de larga duración, el abogado californiano Michael Danko apenas se queda sentado. Una y otra vez deja su asiento para mover las piernas. Los relatos de sus clientes sobre el «síndrome de la clase turista», es decir, las trombosis que se producen por la falta de movimiento en vuelos largos, lo alarmaron. «Las compañías aéreas hacen lo mismo que durante años hizo la industria del tabaco.

Conocen perfectamente los riesgos para la salud, pero los ocultan a los clientes por miedo a registrar menos ganancias», dice Danko Su bufete en San Francisco representa a más de 40 afectados por trombosis, que reclaman indemnizaciones de las compañías aéreas. «Estimamos que habrá cientos, o incluso miles de demandas, ni bien ganemos un caso», señala Danko.

A principios de julio, un juez californiano dio lugar por primera vez a las demandas de dos pasajeros. Las compañías aéreas no advirtieron a los clientes de los riesgos de trombosis, fue la argumentación. A más tardar a principios de 2004, Danko espera poder relatar a un jurado el caso de Debra Miller, de 37 años, oriunda de Oakland. Desde el infarto que sufrió tras el vuelo París-San Francisco hace dos años, la ex deportista debe tomar medicamentos constantemente y ya gastó más de 100.000 dólares en hospitales y médicos Otros clientes de Danko sufrieron embolias, infartos y parálisis. Desde la muerte de una británica de 28 años, que en octubre de 2000 sufrió una trombosis tras un vuelo de Australia a Londres, el «síndrome de la clase turista» protagoniza acalorados debates.

A principios de julio, un tribunal de apelación en Londres confirmó una sentencia anterior, según la cual las compañías aéreas no pueden ser culpadas por las trombosis. La demanda de 24 damnificados fue rechazada con el argumento de que las trombosis no son consideradas accidentes por la Convención de Varsovia Por eso, no corresponde ninguna indemnización. Un tribunal en Australia llegó en diciembre pasado a la conclusión contraria y dejó abierto el camino para la demanda de un pasajero de 59 años de Sydney.

El caso de este hombre, incapacitado para trabajar después de sufrir una trombosis, puede llegar ante un tribunal todavía este año y arrastrar otras 500 denuncias de afectados. En Alemania, un tribunal de Francfort rechazó en octubre de 2001 una demanda contra Lufthansa de un pasajero de 54 años, que atribuyó una enfermedad en las venas al hecho de viajar sentado en un espacio reducido en un avión de Francfort a Johannesburgo.

El abogado Danko no se deja desalentar por estas sentencias. «Iré a juicio contra Lufthansa con una pasajera de Houston», sostiene. La mujer, de 44 años, sufrió una embolia pulmonar al regresar de Ucrania a Estados Unidos. Las advertencias que aparecen en las revistas de a bordo acerca de los riesgos son consideradas totalmente insuficientes por Danko. Los videos que instan a los pasajeros a mover las piernas en su asiento tampoco evitan el peligro. «Muestran a los pasajeros cómo ajustarse el cinturón, pero no dicen que cada hora hay que caminar al menos cinco minutos», sostiene.


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