Groucho y yo
“(...)a diferencia de Groucho, no puedo renunciar a una familia que ha designado como director a una persona como yo”.
El directorio de Editorial Río Negro ha dejado cesante a Aleardo F. Laría, uno de los periodistas más destacados y lúcidos del país, al parecer culpable de compartir sus genes con la mayoría accionaria de la empresa.
El Inadi registra casos de discriminación por distintas causales. En general acuden a este tipo de organismos las minorías raciales o religiosas, como el caso de los negros y los judíos y también homosexuales, discapacitados, etc. Los lazos familiares pueden establecerse como condición previa para un empleo, pero es novedoso que se los aplique a quien lleva años en la actividad.
Reconozco que estoy preocupado. En realidad puedo ser objeto de la misma sanción porque también soy familiar, y con mucha mayor antigüedad que mi sobrino.
O sea que estoy en infracción hace ya cincuenta años.
Pienso en mi defensa que, si me hubiesen discriminado en aquella época, podría haber buscado otros horizontes y mis hipotéticos objetores de conciencia no tendrían tal vez un directorio donde custodiar tan fieramente la ortodoxia de las incompatibilidades.
Recuerdo que Groucho Marx solicitó su admisión a un club muy exclusivo de Los Ángeles. Sus autoridades le comunicaron su aceptación.
Y Groucho les mandó su renuncia, “porque no podría pertenecer a un club que acepta un socio como yo”.
Pero, a diferencia de Groucho, no puedo renunciar a una familia que ha designado como director a una persona como yo.
El director
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