Había una vez… una Estación Guerrico, un pueblo que no pudo ser

Contrariamente a lo que muchos creen, el lugar carece de un asentamiento urbano.

Literalmente, podría decirse que hoy es el pueblo que no pudo ser. De hecho, no es un pueblo ni tampoco un asentamiento independiente, es un barrio rural, aunque tal vez ni siquiera lo parezca. Es el «área rural» de Guerrico, el «sector de chacras», el «paraje», el «trayecto que une Allen con Roca», el «Guerrico de Allen»…

Pero más allá de toda denominación, sim

plemente es Guerrico. Un lugar que se forjó por esfuerzo propio y se encuentra enclavado en pleno corazón productivo del Alto Valle.

Ubicado a poco menos de una quincena de kilómetros de Allen y también de la vecina localidad de Roca, este sector está integrado por múltiples chacras, algunos galpones, apenas un puñado de casas desperdigadas y numerosas «calles ciegas» que se extienden entre caminos polvorientos.

En un tiempo, Guerrico supo tener una estación del ferrocarril, aquella que algunos cuentan que le dio el nombre al lugar: Contralmirante Martín Guerrico. Un hombre de la Armada Argentina, un marino que deambuló por estas tierras. (Ver aparte)

El lugar hoy se caracteriza por seguir siendo un barrio de Allen o un paraje rural, como prefieren llamarlo algunos de sus pobladores, y bien podría decirse que es uno de los únicos sitios en todo el Alto Valle que mantiene esta condición, la de no haberse constituido en un asentamiento o núcleo urbano.

Si bien, quizá la propia historia le ha hecho perder muchos de sus logros en pro de convertirse en un verdadero poblado rural, aún conserva lo más importante, la solidaridad y unión que manifiesta su gente ante cada logro o necesidad que atraviesa el lugar. También mantiene intacta su prolífica capacidad productiva, motor en esta zona valletana del cultivo de peras y manzanas.

Sus inicios fueron marcados por hechos auspiciosos, signos de progreso constante, pero hoy Guerrico se encuentra sumido en un estado de letargo.

Ya nada queda de todo aquello que supo tener: la estación del ferrocarril, la biblioteca, tan importante para niños y jóvenes del sector que no tienen otras posibilidades cercanas de acceder a los libros; el destacamento policial, pese a la inseguridad que rodea a las chacras, y ni siquiera una Junta Vecinal.

De hecho, tampoco tiene marcados los límites de su jurisdicción barrial, tarea que se prevé encarar a mediano plazo, dicen.

Aunque sí conserva y mantiene en pie diversos espacios que lo caracterizan. La infaltable presencia de la escuela 68, que en el 2005 cumplirá 80 años, la escuela 27, el asentamiento del INTA, el necesario centro de salud, y por qué no nombrar también a viejos e ilustres comercios que definen, en parte, el perfil del lugar: como el histórico almacén de ramos generales «El Pobre Onofre», fácilmente identificable para muchos, en el paso obligado Roca-Allen.

Guerrico está emplazado entre ambas ciudades y, pese a lo que muchos creen, nunca se urbanizó. «¿Dónde está el pueblo?», se pregunta más de un viajero al ver los carteles que indican el lugar. Pero el pueblo, no está.

En 1998, los habitantes estables de Guerrico -se estima que viven unas 2.000 personas, en su mayoría trabajadores rurales- creyeron ver, y vivir con euforia, los primeros atisbos de lo que se anunció como el nacimiento de un asentamiento poblacional. El propio ex gobernador, Pablo Verani, acompañado de las autoridades municipales de ese tiempo, deslumbró a la gente con las promesas de construir un plan de viviendas para, en principio, unas 60 familias. En ese entonces, muchos lo visualizaban como la única posibilidad de tener por primera y única vez una casa propia.

Hoy, ya se cumplieron seis años de promesas, protestan los vecinos. Se pretendía con esto «frenar el éxodo rural» y «evitar escasez de mano de obra en la zona». Pero nada se concretó. (ver aparte)

Actualmente, Guerrico sigue su camino. La comunidad se moviliza en pro de lograr beneficios para el sector y la escuela 68 continúa siendo el centro de las actividades, y uno de los mayores orgullos del lugar.

Los productores, aunque desilusionados, no abandonan la lucha porque esperan que el prometido pueblo-barrio rural-asentamiento poblacional, sea una realidad. Dicen que seguirán realizando gestiones ante quien corresponda para impulsar el desarrollo, para que sus trabajadores tengan un lugar digno donde vivir, y para que algún día Guerrico adquiera la vida propia que siempre soñó.

«Guerrico» fue un contralmirante de la Armada Argentina, Martín Guerrico.

Según la letra de la historia, nació en San Isidro el 11 de noviembre de 1838, hijo de don Manuel Guerrico y de Dolores Fuentes.

Guerrico fue un marino que inició su carrera naval en 1859 e intervino en las operaciones que realizaba la escuadra porteña contra la Confederación.

Viajó a Europa y Centroamérica donde amplió sus conocimientos, regresando a la Argentina en 1865.

Subteniente de marina, estuvo en el combate de Paso de las Cuevas contra las baterías paraguayas y en Curupaytí. También intervino en operaciones de la guerra del Chaco.

En 1871 fue ascendido a teniente coronel, jefe de la Escuadrilla de Río Negro, a bordo del «Itapirú» se trasladó a Patagones, remontando el río Negro hasta Choele Choel. Luego retornó en diversas misiones al norte del país, ocupó otros cargos y en 1879 fue designado, como apoyo a la expedición al desierto del general Roca, para realizar una exploración a las nacientes del río Negro. Allí estuvo de paso por la región pero al año siguiente partió.

En 1917 le fueron extendidos los despachos de contralmirante, y falleció en 1929.

 

Silvana Salinas Elizabeth Hoischen

Nota asociada: «¿Quién tiene la máquina de impedir?» Los nazis en la Estancia En vías del olvido La mayoría de los pobladores son trabajadores rurales  

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