Historia dura

Años atrás modernizó su fachada, su interior, sus muebles. También mudó de nombre: ahora se llama “Pertutti”. Pero el viernes 13 de mayo de 1966 se llamaba “La Perla”. Y siempre está, claro, en el mismo lugar: avenida Mitre y Sarmiento, Avellaneda. En el corazón de lo que el radical Crisólogo Larralde definió como el “corazón del hollín”. Fábricas. Curtiembres. Frigoríficos. Y un pasado duro. La tierra del conservador don Alberto Barceló, de su pistolero Ruggerito. Lugar donde se tejió el “fraude patriótico” al que en los años 30 dio forma final el gobernador bonaerense Manuel Fresco. Orilla sur de Riachuelo con aroma de aguas estancadas. Malevaje, prostíbulos gerenciados por polacos, callejones de paredones grises bordeando callejones silenciosos. Una historia dura arrastra la hoy dinámica Avellaneda. En el atardecer de aquel 13 de mayo del 66 había tensión en “La Real”. Tensión entre metalúrgicos, entre gente de la UOM. En una mesa estaban sentados Augusto “Lobo” Vandor, Dardo Cabo (padre), Norberto Imbelloni, Rosendo García y otros hombres del “peronismo sin Perón”. En la otra, los enemigos: Blajaquis, Zalazar, los hermanos Villaflor y otros. Y distribuidos por aquí y por allá, los matarifes de unos y otros. Hubo cruces típicos de la liturgia peronista: “Traidores”, “Vendidos”. Y, de golpe, los balazos. Secos. Terminantes. En segundos, la muerte se cargó a García y Blajaquis. Abundaban los heridos. Y con las horas alguno de éstos también partió. El “Lobo” disparó. Pero dos años después media docena de balas calibre 45 selló su suerte. Aquel atardecer del 13 de mayo generó inquietud en un periodista. Y así nació “¿Quién mató a Rosendo?”, de Rodolfo Walsh. Y a poco de andar la hoy llamada “Pertutti”, todos los días hay manos que ponen flores al pie de una columna de la estación ferroviaria de Avellaneda. Ahí, en el 2002, dos bonaerenses asesinaron a dos jóvenes militantes sociales: Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Por la ex “La Perla” y por esa estación pasaba el martes la militancia que bloqueó el puente Pueyrredón. Los más veteranos contaban a los más jóvenes el tiroteo. Los más jóvenes sabían de los dos asesinatos. En fin, la historia, en términos de sangre.

Así está hoy el escenario del asesinato, en el 2002, de los dos líderes piqueteros


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