La gran sorpresa

La peña

El récord histórico de público en el Festival de Jesús María se dio la noche del sábado cuando estuvieron en el escenario los interminables Manseros Santiagueños. Impresionante la cantidad de gente que acompañó al grupo con más trayectoria del folclore tradicional del país, el que tiene a la mayoría de sus integrantes originales.

El récord hasta ese día era de Abel Pintos, que llenó el estadio. Claro, nadie imaginó que el grupo santiagueño sería la gran revelación del Festival.

Está visto que se puede ser revelación después de más de 50 años de trayectoria y está visto que el apego al folclore tradicional está vigente. La gente no consume más folclore de ese tipo porque cada vez son menos los exponentes.

No fue el verano de Los Nocheros ni de Jorge Rojas ni del Chaqueño Palavecino, lo fue para Los Manseros Santiagueños, exponentes fieles del folclore de siempre, los que siguen con bombo y guitarra sobre el escenario y con las voces que marcaron medio siglo de música.

Algo tienen que atrapa a la gente. Los vi en varios festivales y desatan la locura entre el público, pero para asombro de muchos, no sólo tienen seguidores mayores sino también una franja muy grande de jóvenes.

Eso fue el sábado en Jesús María, pero también lo repiten en El Poncho en Catamarca, en La Chaya en La Rioja, en Santiago, en el teatro en Buenos Aires. Son en estos días el grupo más convocante del género en la argentina, no los que más cobran pero sí los que más gente llevan.

Y eso se logra con trabajo, con seriedad, con entrega, porque si algo tienen Los Manseros Santiagueños es entrega. Sus voces no son las de antes, sus físicos sienten el desgaste de toda una vida, pero siguen porque el público los pide y en la jerga festivalera siempre se dice que un festival sin Los Manseros Santiagueños no es un festival.

Esto no desmerece de ningún modo a Abel Pintos, que con su espectáculo de jerarquía se llevó una gran, una enorme dosis de aplausos de un público exigente.

E implica para el folclore un llamado de atención, porque Jesús María es básicamente un festival de folclore y Abel Pintos ya hace tiempo que no canta casi nada de folclore, de manera que no hay muchos exponentes del género que siquiera cosechen la mitad de lo que él cosecha en materia de público.

A Soledad le fue muy bien, fue una de las noches más importantes y donde su público fiel dijo presente. El fenómeno Soledad, si bien no es aquel del torbellino, sigue siendo importante.

Lo de Horacio Guarany fue una gran apuesta, pero no alcanzó el nivel que los organizadores imaginaban. Don Horacio prácticamente no canta, respetuosamente hace lo que puede, tiene casi 90 años y no es el mismo, pero es toda una institución para el folclore y su nombre por sí solo convoca.

El Chaqueño no desentonó, al contrario, es uno de los grandes del folclore de hoy, pero su noche no fue la más concurrida, a pesar de que fue el mismo día que Don Horacio.

Una gratísima sorpresa, al menos para mi, fue la presencia de las salteñas del Grupo Imán, agrupación femenina que se impuso en el escenario y en el corto tiempo que les dieron sembraron, porque eso se hace en estos festivales, se siembra. Impecables y para tener en cuenta, buenas voces y muchas ganas de marcar diferencias.

Guitarreros, otros salteños de pura cepa, mostraron que van por más y que en pocos años serán importantes dentro del folclore del país. Entrega total, ganas, voces imponentes y excelente selección de temas.

Los 50 años dejaron un buen saldo, algunas sorpresas y la sensación de una renovación lenta, pero en marcha. El público dijo presente y se fue con el corazón lleno de música.

Jorge Vergara

jvergara@rionegro.com.ar