La Trochita: así aprenden los nuevos maquinistas el arte de conducir una locomotora a vapor

Pasaron 32 años para que se volviera a dar un curso y lo aprobaron cuatro jóvenes de Jacobacci, donde los tres conductores que ya están cerca de jubilarse les enseñan a los que toman la posta, junto a los instructores. Esta es la historia, escrita con orgullo y pasión ferroviaria en la Línea Sur.

Los primeros rayos del sol empezaban a asomar detrás de los grandes cerros y a calentar la fría mañana jacobacina. Cuando las agujas del reloj se disponían a marcar las 9, los grandes portones del galpón ferroviario se abrieron para dar inicio a una jornada intensa. Detrás de una densa nube de humo y vapor emergió la figura de una vieja locomotora, la Baldwin Nº 3 que en esta oportunidad sería utilizada para realizar un corto viaje.
Nelson Sepúlveda realizó las primeras maniobras y la dejó estacionada a pocos metros del acceso a la edificación. Juan Mora, Juan Ramírez y Mauro Antimán esperaban impacientes.

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Una mezcla de ansiedad y nervios los invadía. Los tres jóvenes se disponían a realizar uno de los últimos viajes hacia la zona de El Empalme para completar el curso de conductores a vapor que empezaron en diciembre de 2018. Junto a Ramiro Llanca, quien no pudo asistir a esta clase por cuestiones personales, son los únicos cuatro jóvenes del país en aprender este oficio después de 32 años.


Son parte de la familia ferroviaria y representan una nueva generación de “maquinistas a vapor” que busca mantener viva esta profesión que, según afirman, “es artesanal y muy sentimental”.

Después de muchos años, este verano La Trochita volvió a funcionar regularmente en territorio rionegrino y en Jacobacci quedaban solo tres conductores de máquinas a vapor.

La intención de Tren Patagónico y La Fraternidad es formar nuevos jóvenes para dar continuidad a un proceso que en Jacobacci se inició en 1945, cuando La Trochita comenzó a unir esta ciudad con Esquel. Y que volvió a ser una realidad este verano con viajes turísticos. “En Jacobacci solo quedamos tres conductores y estamos a pocos años de jubilarnos. Por eso la idea es transmitir lo que aprendimos a estos jóvenes. Ellos son los que continuarán con esta pasión que es conducir una máquina a vapor”, señala Sepúlveda, quien lleva 35 años en el ferrocarril.

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Personal del galpón, junto con Pablo Pérez (instructor de la Escuela de Conductores de la Fraternidad en el ramal Roca) y Ricardo Becerra y Rodrigo Muñiz (de la Comisión Nacional de Regulación de Transportes), verificaron que todo estuviera en condiciones para emprender el viaje. Probaron una y otra vez el sistema de frenos y otros mecanismos de la vieja locomotora construida en 1922 ante la atenta mirada de los jóvenes aprendices.

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Cerca de las 11, la locomotora comenzó a moverse y el sonar del silbato junto al humo negro que teñía el cielo a medida que avanzaba atrajo a los vecinos que se acercaron hasta las inmediaciones de las vías para verla partir.

El viaje duró poco menos de media hora. Incluyó paradas en distintos puntos del trazado férreo para verificar el funcionamiento de la locomotora y para dar instrucciones a los jóvenes.

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“Les enseñamos una nueva forma de transmitir la energía. Estamos en la época de la electrificación, hemos pasado del diésel eléctrico al eléctrico. Y los que venimos de ahí estamos acostumbrados a transmitir una energía mecánica a través de un órgano de combustión interna. El vapor, es trabajar con un órgano de combustión externa y generar una energía a través de un principio que podríamos calificar como básico. Es trasmitir los esfuerzos térmicos en un trabajo mecánico con palancas, sectores que en un motor de otras características no existen”, explicó Pérez y agregó que en la conducción a vapor se mezcla lo técnico con lo emocional y debe existir una complicidad y coordinación entre el “foguista” y el conductor.

El proyecto es poder dar también este curso en Esquel y El Maitén. Los aspirantes rinden un examen oral, otro escrito (múltiple choice) y uno práctico.


Los jóvenes aprendices se alternaron en la conducción de la locomotora y realizaron distintas maniobras mientras escuchaban las instrucciones de Sepúlveda relacionadas con la presión de la caldera, la lubricación de los inyectores, el control del fuego y los mecanismos de avance, retroceso y frenado de la locomotora. El regreso a Jacobacci se inició a las 14 tras una clase interesante y muy rica en contenidos.


Así fue la transmisión de un viejo legado a las nuevas generaciones de conductores para mantener vigente al legendario tren a vapor, La Trochita. Fue la última práctica para rendir un extenso examen que se completó durante la semana con evaluaciones escritas y orales a cargo del instructor Rubén Guaini para que estos cuatro jacobacinos pasen a integrar la corta lista de conductores de máquinas a vapor.

“Ser ferroviario y conducir una locomotora de La Trochita es un sueño, una pasión, algo que nos identifica”, coinciden los flamantes cuatro conductores de máquinas a vapor. Tres de ellos tiene una historia familiar ferroviaria. “Mi bisabuelo fue calderero, mi abuelo paterno y mi padre conductores de trenes. Mi abuelo materno trabajó el tren en Conesa y de allí lo trasladaron a Río Chico. Cuando mi viejo era ayudante (foguista) en uno de los viajes de La Trochita a Río Chico conoció a mi mamá. Vengo de una familia ferroviaria y voy a seguir esa tradición”, señala Juan Ramírez, con 12 años en Tren Patagónico.

Juan Ramírez

Agrega que más allá de lo que significa como trabajo, ser conductor de una locomotora a vapor es continuar un legado. “Todos sabemos lo que significó el tren para el desarrollo de nuestra localidad y la zona. Y la Trochita es única, nuestra, es historia viva. Poder conducirla no tiene comparación con una locomotora diesel donde accionás una palanca que funcione. Acá tenés que controlar el vapor, el agua, la combustión. Hay una conexión entre el foguista y el conductor. Se maneja mucho con lo visual, lo auditivo, lo emocional”.

Juan Mora

Ramiro Llanca es tercera generación de ferroviarios y Juan Mora, segunda. “Mi tío trabaja en la estación. Poder conducir La Trochita es algo maravilloso”, dice y añade que la conducción de cualquier tren es un trabajo en equipo con directivos, trabajadores del taller, conductores y cuadrilla de mantenimiento de vías.


Mauro Antiman (10 años en el Tren Patagónico como conductor de máquinas diesel), afirma que “conducir una locomotora a vapor es un trabajo artesanal que requiere una coordinación con tu ayudante” y resalta la importancia de que Río Negro tenga nuevos conductores: “Es un gran logro”.

“Si tengo que elegir, me quedo con La Trochita”

Nelson Sepúlveda es uno de los únicos tres conductores a vapor que están en actividad en la provincia de Río Negro.
En este caso, el hombre lleva 35 años en el ferrocarril y gran parte de su trayectoria laboral la hizo al comando de máquinas diesel.
Sin embargo, en los últimos años La Trochita lo tiene como uno de sus principales conductores.

Nelson Sepúlveda explica el funcionamiento a los más jóvenes


“Si tengo que elegir, sin dudarlo me quedo con la máquina a vapor. Es un sentimiento, una pasión poder conducir una locomotora como la de la Trochita”, señala. El hombre detalla que desde 1987 no se dictaban cursos de conductores a vapor.
Por eso, califica como “muy importante” para él y para la empresa Tren Patagónico poder darse tiempo para formar nuevos conductores.
En Jacobacci solo quedamos tres conductores de vapor y estamos muy cerca de la jubilación. Se necesitaba formar gente para que La Trochita siga funcionando” sentencia.

El instructor Pablo Pérez: “Con el vapor, hay que tener cuatro ojos”

“Lo primero que sentí cuando me hicieron trabajar como foguista fue ese orgullo que seguramente sentía mi viejo cuando me contaba que trabajaba en la máquina a vapor”, afirma Pablo Pérez, instructor de la Escuela de Conductores de la Fraternidad en el ramal del ferrocarril Roca y artífice de muchos conductores de máquinas diesel y eléctricas.
Esta vez llegó a Jacobacci convocado por el vapor.


“Siempre les digo a mis alumnos en Buenos Aires que gracias a un regulador de una locomotora diesel o un reostato en un tren eléctrico cualquiera puede ser conductor, pero no cualquiera puede ser un conductor a vapor. Si no está atento a todo lo que tiene que mirar de la locomotora para que funcione no lo puede hacer. Tenemos que tener cuatro ojos. El foguista es el que tiene que controlar la caldera. Debe saber que tiene que generar más vapor porque se viene una rampa elevada y el conductor lo va a necesitar para que la locomotora funcione mejor.

Controlar el agua, el inyector, el fuego… todas esas cosas que cuando alguien trabaja en una maquina diesel o eléctrica ya está armado. Es solamente prestar atención a las vías y a la señalización y accionar una palanca para que el tren funcione”, explicó.

Estar acá, en la tierra de La Trochita, fue una experiencia muy linda. Fue volver a las fuentes, al principio de lo que era la tracción ferroviaria. Los chicos estaban muy bien preparados…”.

Ricardo Becerra, de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT)

El instructor insistió en que con las máquinas a vapor la dupla formada por el conductor y el foguista tiene que funcionar en forma coordinada. Pérez agregó que el proyecto de la Fraternidad es dictar este curso de conductores a vapor también en El Maitén y Esquel.


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