Masacre del laboratorio: A un año, piden que la gente aporte nuevos datos 24-5-03

El llamado lo hizo Juan Widmer, marido de una de las víctimas. Unas 200 personas recordaron a las tres mujeres asesinadas.

En el acto que se hizo frente al laboratorio sobresalió la congoja.
CIPOLLETTI y NEUQUEN (AC) – El marido de una de las víctimas de la masacre del laboratorio Juan Widmer pidió ayer, a un año del brutal crimen, que todos los que tengan alguna información sobre el hecho y que hasta ahora no la dieron, se acerquen al juzgado para ayudar a encontrar al tercer autor del ataque y así terminar de esclarecer el homicidio que les costó la vida a Carmen Marcovecchio, Mónica García y Alejandra Carbajales.

Widmer dio una conferencia de prensa a la mañana, en el estudio neuquino de su abogado, José Gerez.

Por la tarde, en la esquina donde funcionaba el laboratorio unas 200 personas se reunieron para recordar a las víctimas en un acto de mucha sensibilidad y sumamente sobrio en sus reclamos.

Allí estaban Widmer, marido de Carbajales, además de Ricardo Cejas, el esposo de Marcovecchio, con su hijita de seis años. No debe haber sido fácil la decisión para Carlos Leiva (que estaba casado con García) porque prefirió no estar presente, a diferencia de sus suegros, que sí estuvieron.

Se acercaron familiares de víctimas de crímenes anteriores, pero no todos. La clase dirigencial de la ciudad no aportó, salvo por alguna que otra excepción.

Con las estrofas de «Sueño con serpientes», de Silvio Rodríguez, de fondo, amigas de Marcovecchio leyeron algunos textos alusivos, especialmente uno escrito por la hermana de psicóloga, que la recordó como «la flaca, la luchadora, la mejor».

Sobre la calle 25 de Mayo, quienes se congregaron -un grupo de la clase media cipoleña- escucharon en la voz de Silvia Irrazábal la canción «Honrar la vida», de Eladia Blázquez. Las lágrimas asomaron en casi todos los rostros.

Las dos dueñas del laboratorio de análisis clínicos, Liliana Allende y Elida Gisbert, que no estaban en el lugar en el momento del crimen, acompañaron a los familiares de las víctimas durante el acto.

Para Widmer, que es el único de los familiares que se presentaron como querellantes en la causa, «la seguridad es responsabilidad de todos y por eso si miramos para otro lado cuando vemos un delito, somos cómplices».

La introducción le sirvió para pedir que «si hay alguien que sepa algo y no lo dijo, que se acerque al juzgado».

Por este crimen horrendo -del que sobrevivió una cuarta mujer, Ketty Karavatic de Bilbao- están detenidos David Sandoval (sus huellas de encontraron en el sitio del crimen) y Orlando «El Clavo» Sandoval (en su casa y en su bicicleta había rastros del ácido acético con el que rociaron a las víctimas), cuyo procesamiento está en período de casación en el Superior Tribunal de Justicia.

Además está imputada Valentina Sandoval. En su auto, que estaba estacionado en la casa de «El Clavo» (tenía como un inquilinato) se halló ácido y huellas de David. Su situación procesal no fue definida por el juez Juan Torres.

A pesar de los apellidos en común, no son familiares.

Pero ninguno de ellos se parecen a la persona que atacó a Ketty (dio una vaga descripción de su agresor) ni la que vio la hija de esta mujer, Betina, cuando el atacante huía del laboratorio.

Por ello los investigadores están convencidos de que hubo una persona que se quedó hasta el final en el laboratorio y que está prófugo. La Justicia y la policía tienen un par de especulaciones respecto de quién podría ser, pero hasta ahora nada trascendió.

Widmer y su abogado confían en que algún testigo que hasta ahora no habló por temor, se presente a declarar.


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