Preocupa el desmonte que sufre Adolfo Alsina

La erradicación de monte nativo genera serios problemas de erosión en suelos. Se debe pedir autorización a Bosques para la extracción de vegetación.

VIEDMA (AV)- El polvillo cubre la ciudad cada día de viento. En las rutas cercanas cada vez es menor la visibilidad cuando sopla aún una mínima brisa. Varios campos de secano, tanto aquellos que se ubican sobre la ruta provincial 1, camino a la Lobería, y algunos otros sobre la ruta nacional 3, en dirección a San Antonio Oeste, han sido desmontados mediante la utilización de poderosas maquinarias que removieron hasta varios centímetros de la capa superficial de la árida tierra del la zona.

Piquillines, chañares y jarillas, desaparecieron en los últimos años de amplias áreas rurales del departamento Adolfo Alsina. La venta de leña como actividad productiva y las expectativas de mejores pasturas o de futuras siembras que existían a principios de esta década, generaron que los propietarios de esos lotes se vieran tentados a erradicar el monte nativo. La incorporación de ganado y la plantación de cereales u otras especies eran entonces actividades de rentabilidad promisoria debido a las precipitaciones importantes de aquellos años. Pero la actual sequía, que golpea a la zona desde hace unos cuatro años, cambió los planes y complicó el panorama. «En el 2007 se emitió una resolución que creó el Servicio Forestal de Zonas Aridas que debe intervenir antes de cualquier desmonte, sea cual fuere su modalidad, tanto manual, mecánico, químico, o por quema controlada y cualquiera su fin, ya sea el uso ganadero, agrícola, aperturas de caminos y picadas, extracción y aprovechamiento de leña u otros productos forestales», aseguran el director de Bosques, Ernesto Guidi y el jefe del servicio Roberto Lini.

Antes del desmonte los propietarios deben presentar fichas de solicitud y completar rigurosos requerimientos. La resolución establece además los porcentajes de tierra autorizados para la extracción de la vegetación.

Un estudio realizado por Lini que fue presentado como publicación en la Universidad del Comahue el año pasado indica que «los desmontes para agricultura en secano han tenido un aumento significativo en la última década. El fenómeno puede ser explicado por el auge de las exportaciones producido luego de la devaluación del peso de 2002 acompañado también por un ciclo especialmente favorable en cuanto a precipitaciones que finalizó en el 2005».

Admite la investigación que a partir de ese año «se vuelven más visibles los efectos negativos de este fenómeno, como son la voladura de suelos que se acumulan en las banquinas y alambrados, magras cosechas e incluso pérdidas totales, la disminución de la receptividad ganadera de estas áreas, así como otros efectos productivos y ambientales relacionados».

La situación repercute en el ambiente local. La ciudad muestra, con viento sur, una imagen llamativa al verse cubierta por una nube de polvo que proviene por los resecos y deforestados campos cercanos. «Los campos bajo riego tienen autorización para el desmonte, por eso en los últimos meses se permitió esa práctica a productores beneficiados por el acueducto ganadero turístico», sostienen las autoridades. Se suma a este panorama oscuro la no inclusión del monte xerófilo en la Ley de Protección de Bosques Nativos que compensa con importantes subsidios económicos a aquellos propietarios que no erradiquen la flora natural.


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