El guardián de las películas de Bariloche regala VHS a los amantes del cine

«Este rubro está destinado a la desaparición. Quedaremos para el club de los nostálgicos. Dicen que un tipo fue una vez a un club y preguntó: ¿Este es el club de los nostálgicos? Le dijeron que sí, pero que ya no era como antes». Con humor, Carlos Suez, del videoclub Zonic, se refiere uno de los rubros que más se ha tenido que reinventar en los últimos años.

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El videoclub arrancó en 1984. Del VHS pasó al formato DVD, luego al Blu-ray y ahora, ofrece las películas en un pendrive para ver directamente desde el televisor.

«Permanentemente estamos adaptándonos. Trabajamos mucho con aquella gente que le gusta realmente el cine y que no lo ve simplemente como para pasar el tiempo», se enorgullece Suez. Comentó que su videoclub fue considerado, años atrás, el más grande de Argentina, con más de 25.200 títulos, desde los cortos de Chaplin de 1914 hasta los últimos estrenos.

«Tengo para todos los gustos. Lo que no vas a encontrar en ninguna plataforma, ni en ningún canal de televisión aquí lo encontrás», alardeó.

El hombre acumula una larga fila de películas en VHS que decidió regalar a quienes aún conserven una videocasetera. «Son títulos muy buenos porque son aquellos de los que no me quise desprender en su momento. Llevo donados más de de 17.000 títulos a la Dirección de Cultura de la Municipalidad, a un centro cultural del hospital, a la escuela de arte La Llave y a escuelas de la Línea Sur», especificó.

Consideró que a futuro, los VHS podrían correr la misma suerte que los discos de vinilo -o los cassettes- que, con el tiempo, se volvieron objetos codiciados y hoy son carísimos.

«Lo cierto es que la calidad que puede tener una película en High Definition respecto al VHS es infinitamente mejor, incluso del DVD a un alta definición. El DVD puede leer hasta 60 mil colores; las otras leen hasta 2 millones de colores, así que la calidad es muy superior», sostuvo Suez.

Hasta ahora, son pocos los que se han acercado en busca de algún VHS. «Donde una videocasetera se estropeó, nadie gasta un centavo en arreglarla porque no tiene mucho sentido. Pero lo cierto es que tengo unos títulos hermosísimos (algunos todavía no están digitalizados en DVD). Estoy conservándolos», sostuvo.

¿Cuál es la clientela del videoclub? Suez asegura que mantiene algunos clientes desde hace 39 años aunque también hay gente que no tiene acceso a internet. Tantos otros se acercan en busca de una recomendación personalizada porque no solo buscan una película determinada y se van. Abundan las consultas sobre preferencias y el detalle de las sinopsis.

«Esto no es una zapatería -aclaró-. Acá se habla de la vida, de las experiencias personales, hay cosas debatibles. Es un trabajo muy lindo y es una pena que se pierda. Hoy, estamos cada vez más encerrados en nuestra casa, cada vez más aislados, aturdiéndonos, viendo lo que otros deciden por nosotros».

La primera pregunta que hace Suez a sus clientes es en qué género están interesados. «En cuanto me dicen la predisposición, empiezo a recomendar y hacer una sinopsis de cada una de las películas que creo que le van a gustar. Hasta ahora te puedo decir que muy raramente he fallado«, comentó.

Este hombre comenzó a ir al cine con solo seis años. «Puedo decirte todas las películas que vi desde los 6 años hasta acá. Los martes y jueves que era el día de damas en que la entrada costaba 80 centavos. Mi padre me daba un peso y yo iba a un cine que estaba a unas 9 cuadras de mi casa en Flores, en Buenos Aires. Con los 20 centavos que me sobraban podía elegir entre comerme una porción de pizza a la salida del cine, o ir y volver en el tranvía 83 por la avenida de Avellaneda que era toda una aventura», recordó.