Neuquén, la ciudad que la peleó y ganó

La capital de la provincia hoy cumple sus 120 años. Un recorrido que no fue fácil. Pero todo se pudo.Los ríos Limay y Neuquén fueron sus mejores aliados. El tren, su disparador.

Hoy la ciudad de Neuquén cumple sus 120 años de capitalidad. Fue porque en los inicios de 1900, el entonces ministro del Interior, Joaquín V. González y el gobernador del territorio del Neuquén, Carlos Bouquet Roldán, emprendieron una gesta que no fue fácil: trasladar la capital desde Chos Malal al Paraje Confluencia.

Ese fue el origen de todo. Y como estamos de cumpleaños, me voy a permitir una licencia en esta página, solo por hoy. Voy a “editorializar”.

Aquel poblado de la Confluencia no tenía nada más que pastoreo, unos “ranchos” y dos ríos. Chos Malal instalada ya como capital del Territorio corrió con ventaja porque Manuel Olascoaga veía las ventajas de esa localidad por cercanía con Chile para el comercio. Pero…

En 1902 el sistema ferroviario logró domar las aguas del río Neuquén y llegar a ese pueblito “minúsculo”. La mole de hierro superó un gran obstáculo y la estación Neuquén logró la llegaba de todo lo que se necesitaba en estas tierras y más allá.

Se la pelearon duro a Bouquet Roldán. Zapala y Las Lajas quisieron ser capital. El pueblo de Chos Malal se rebeló mandando incluso telegramas al Estado nacional para que nada cambie.
Pero hubo una férrea voluntad del exgobernador del Territorio y del ministro del Interior en no declinar en su decisión.

No suelo comulgar con personas que no conozco y mucho menos con aquellas que son tan lejanas a mi tiempo. Pero creo, en este caso, que esos dos hombres tomaron la decisión acertada. Me vas a decir que: “Los movió un interés personal o económico y por eso lo hicieron”. Y ¿Sabés qué? También lo pienso, todo el tiempo lo pienso.

Por ahí tendremos que indagar un poco más en la historia de Neuquén. Pero a 120 años de esta capital, yo la miro todos los días y digo: “qué linda esta ciudad”. Sí ya sé, está llena de problemas. Pero qué gran ciudad no los tiene. A mí se me apagan todos los cuestionamientos cuando miro al sur, el río Limay; cuando miro al este y aparece el río Neuquén. Cuando voy al norte y veo la barda. Y después, las quejas son para los que gobiernan esta ciudad, nunca para esta tierra.

Que cambió mucho es cierto. Que perdimos gran parte de nuestro patrimonio histórico arquitectónico, sin duda; es una deuda histórica que todos, absolutamente todos los gobiernos municipales, tienen con nosotros. Y tal vez, deberíamos salir los ciudadanos “comunes” a la calle para que eso no continúe.

Pero vamos cerrando porque hoy estamos de festejos y no cabe la mala onda. Los avatares de la vida, como le pasa a cualquier mortal, la tiraron al piso pero supo levantarse, sacudirse el polvo y seguir. “Feliz cumpleaños, Neuquén”.


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