Tiro por elevación

Redacción

Por Redacción

Escribió Jorge Luis Borges: Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consiste en realidad en un solo momento, el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.

A juzgar por la feroz lucha que se dio en los estertores de 2004 en el seno del Justicialismo -el partido dominante, casi hegemónico, ante el sopor que atrapó al resto de los conglomerados políticos- las principales figuras del peronismo parecen haber encontrado el motivo de su existencia: luchar por el liderazgo de un conglomerado de masas y tratar de ser el eje del universo argentino.

El ex presidente Eduardo Duhalde mandó a los suyos a «vaciar de poder» al gobernador de Buenos Aires, al que había animado a lanzarse en pos de su herencia como los calesiteros hacen con los niños con la sortija. Pero bastó que Felipe Solá, sostenido por el actual mandatario Néstor Kirchner, se abalanzara en pos del premio, para que el «cabezón» le quitara el señuelo haciéndole saber que es él, por más que haya alardeado con su retiro, el verdadero dueño del distrito con un caudal nada despreciable de un millón y medio de votos propios.

La rebelión de Felipe encubre la pretensión patagónica de instalar electoralmente en 2005 a Cristina Fernández de Kirchner en territorio duhaldista. A ello se suma la amenaza, por ahora lábil, de otro ex presidente, Carlos Menem, de incursionar en la provincia de mayores recursos y población, mientras el neoperonista neuquino Jorge Sobisch, provoca cosquilleos inofensivos cuando se presenta en el conurbano como el verdadero sucesor del creador militar del movimiento.

El lanzamiento de una línea interna felipista terminó cuando el miércoles los legisladores que responden al duhaldismo, no sólo le limitaron el manejo del presupuesto provincial, sino que además crearon una comisión bicameral que hará un seguimiento de la ejecución de la obra pública planeada con fondos del tesoro nacional.

Es previsible que se desdiga en el futuro, porque así es este juego. Pero en caliente, Felipe insinuó que le estaban dando «un golpe de Estado», luego de que Duhalde presentara batalla dentro del partido, «sin poner en riesgo a las instituciones», según se preocupó en aclarar. Este punto de vista fue defendido después también por la vicegobernadora Graciela Giannettasio, en quien convergen las miradas felipistas cuando visualizan una conspiración en marcha.

Intendentes y dirigentes que le habían puesto el hombro a Solá fueron llamados personalmente por Duhalde, quien los instó a definirse públicamente de qué lado estaban en la contienda. Uno de ellos, el de Merlo, Raúl Othacehé, fue uno de los que dio un espectacular salto en el aire y volvió al redil del «patrón».

«No seré gerente del duhaldismo ni un gobernador maniatado», señaló tras verse con el presidente Kirchner, quien instruyó a sus colaboradores para que bajen el tono de la pelea y la ubiquen en el marco de una disputa democrática. El pingüino mayor le da «manija» a Felipe, aunque desconfía de su carácter. «Depende de cómo se levanta a la mañana», suele comentarle a sus íntimos.

En una solicitada del grupo «Lealtad», en los que militan Hilda «Chiche» Duhalde, José María Díaz Bancalari, Juan Carlos Camaño, entre otros, se disparó un tiro por elevación hacia la Rosada. Lo explicó así un dirigente que comprende la complejidad del peronismo, envuelto en la mística del eterno retorno: «Solá, para Duhalde, es insignificante, apenas un pato. El aviso, con la fuerza para tumbar a un elefante, es para Kirchner, para refrescarle con quién se mete».

¿Y qué hará K? Se lo anticipó el jefe de gabinete Alberto Fernández al ministro de Defensa, el duhaldista José Pampuro: no es oportuno el choque, hay que quitarle dramatismo, expuso el autor de la frase «desendeudamiento», que expresa la intención de la actual administración de ir desligándose de las ataduras del FMI.

No habrá ruptura, auguró Pampuro quien es de la teoría de que para evitar que la sangre llegue al río, a mediados de año Kirchner y Duhalde se sentarán a negociar las listas de igual a igual. El médico destaca los esfuerzos del segundo por garantizar la gobernabilidad y acepta que, si bien el santacruceño mantiene la orden de seguir afiliando para el Frente para la Victoria (que lo catapultó a la primera magistratura), no dilapidará los esfuerzos hechos para sacar a la Argentina del fondo del pozo, en el que cayó tras la caída del gobierno de la Alianza entre radicales y frepasistas.

El desinterés de K por el PJ es ficticio. Jura que no está para líder partidario, pero relojea los movimientos de sus compañeros y recela (además de Duhalde y Menem) del cordobés José Manuel De la Sota y del puntano Adolfo Rodríguez Saá.

El conflicto larvado, no obstante, deja abierta la puerta para consecuencias imprevisibles. Los jefes mantienen un fino equilibrio, pero se desarticulan bloques, como ocurrió ya en Buenos Aires y en Río Negro. Una neurosis digna de tratamiento psicológico.

El temblor en el PJ se produjo cuando las expectativas y los logros económicos están a la vista. Gran superávit fiscal, crecimiento del consumo y de la actividad comercial, baja del desempleo y negociación crucial con los acreedores para encaminar la deuda externa.

Los secretos de los últimos días dieron origen a versiones sobre el estado de salud del Presidente, pero éste se mostró pletórico antes de viajar a Río Gallegos. Compartieron su optimismo de cara al futuro el comandante del Ejército, Roberto Bendini y el titular del bloque de senadores justicialistas, Miguel Pichetto.

Claro que más tarde se agarraría «una chinche» al enterarse de que Duhalde desatendía su cargo en el Mercosur para advertirle que la provincia de Buenos Aires sigue cerrada a los extraños. Un memorioso recordó que en la época del mayor esplendor de Menem, Duhalde le concedía muy poco. El «cabezón» lleva siempre una boleta negra donde anota todo. De ese pasado menemista, tiene registrado que en una ocasión apenas si abrió las listas para colocar a César Arias y «algún otro diputado oscuro» que respondían al riojano.

El ex vicepresidente Carlos «Chacho» Alvarez, en una reciente conferencia ofrecida en España, dijo de Kirchner, que es un «Presidente por accidente», que al tiempo que se apoyaba en la opinión pública, tomaba conciencia que no puede prescindir del PJ. Como en una película protagonizada por Al Pacino, K espera convertirse en héroe. Y lo será, en un año signado por las audiencias públicas con las empresas privatizadas que administran los servicios públicos, sólo si consigue encontrarle una solución, ahora rápida, al gran caos generado hace tres años.

 

 

Arnaldo Paganetti

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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