Un mal perdedor

Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

opinión

José Mourinho era Gardel y un “genial estratega” después de que Real Madrid venció 1-0 a Barcelona una semana atrás en la final de la Copa del Rey. Salió casi con la misma táctica siete días después y perdió 2-0 en el Bernabéu: lo quieren llevar a Devoto. No es nuevo en el fútbol y no es nuevo tampoco para Mourinho, que ya recogió tempestades en sus pasos anteriores por Portugal, Inglaterra e Italia, todas superadas por los títulos que ganó luego, que enrostró a sus críticos, acrecentando la fama de quienes lo consideran “el mejor técnico del mundo”. Ayer Barcelona lo denunció y la UEFA anunció que le abrirá un expediente por las graves acusaciones que lanzó después de la derrota del miércoles. No lo juzgarán por la derrota. Sí por no haber sabido asimilarla. Mourinho, se sabe, es un mal perdedor. Hasta buena parte de la prensa madrileña, que horas antes lo consideraba Dios, critica en estas horas su táctica defensiva, la misma, en rigor, que utilizó para ganar la Copa del Rey. Casi nunca, dicen los memoriosos, se vio al Madrid jugando en el Berbabéu por copas europeas cediéndole terreno y pelota al rival, y utilizando como único delantero a un jugador que no quiere jugar allí (Cristiano Ronaldo). Es cierto, al Barsa se le facilitó el triunfo tras la expulsión polémica de Pepe. Pero también es cierto que antes, los catalanes tenían casi el 80 por ciento de posesión del balón, contra poco más del veinte del rival. Y más: cuando Messi escapó en los minutos finales, lo hizo él solo burlando en su camino a cinco jugadores rivales. Uno contra cinco. Y fue gol. Fue hasta casi humillante que Josep Guardiola incluyera en el último minuto a un desconido juvenil. Lo hizo, tal vez, para demostrar que Barcelona seguirá convencido trabajando su cantera de juveniles. A sólo metros, en el banco de Real Madrid, seguían sentados Pipita Higuaín, Kaká y Benzemá, más de cien millones de euros entre los tres. Renunciar a atacar de local, esperar el 0-0 para incluir recién en los 30’ finales a Kaká -su plan original- suena excesivamente primario para quien es considerado el mejor DT del mundo. La expulsión de Pepe, clave para la definición, pero no para el desarrollo del juego, siempre dominado por Barcelona, fue acaso polémica, pero no casual. El Madrid jugó sus tres partidos contra Barcelona dispuesto a comerle los tobillos. Y cuando se asume ese plan hay que saber que un cruce a destiempo es posible. Pepe se había salvado de ser expulsado en los dos partidos previos dirigidos por árbitros españoles. En el tercero, dirigido por un alemán, no. Era previsible. Real Madrid se asume inferior colectivamente a Barcelona y por eso renuncia a jugarle de igual a igual. Elige el contragolpe. Forma parte del ADN de Mourinho cuando le toca jugar contra equipos de un nivel similar al suyo. Por eso dejó en el banco a los que más saben y atacan. Y eligió a los que más corren y defienden. A veces esa táctica sale bien porque el fútbol es la “dinámica de lo impensado”, como escribió Dante Panzeri. Pero a veces sale mal. Y no por culpa del árbitro.


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