Un millar de fieles en la procesión de los pobres

Al terminar la gente, invitada por los párrocos, quemó cruces para "alejar los males."

NEUQUEN (AN).- Cargando una enorme cruz de madera de sauce verde, los curas de los barrios del oeste de esta ciudad encabezaron un vía crucis que desandó los barrios más pobres de la ciudad capital. La caminata terminó frente a un asentamiento de casillas miserables donde la gente, invitada por los párrocos, quemó cruces para «alejar todos los males» que pesan sobre la comunidad cristiana: hambre, falta de trabajo y de educación.

Con un mensaje crítico en cada parada, la procesión sumó a más de un millar de personas de todas las edades, con gran mayoría de vecinos de los barrios que en las últimas horas estuvieron en jaque y con blindaje policial ante la posibilidad de que se produjeran saqueos.

«No podemos vivir de contrabando, sin trabajo y sin pan para nuestros hijos, tenemos que reclamar por lo que nos merecemos y por lo que nos pertenece», afirmó el padre Toni Qualizza, parado frente a un recorte de barda donde se multiplican las casillas pobres de una de las tomas del Gran Neuquén. Fue en el punto final del vía crucis de los pobres, en un lugar donde a la movilización se sumaron los vecinos de esa zona. Allí, dentro de un tambor oxidado, se quemaron las cientos de cruces de madera que los fieles católicos cargaron durante una caminata que duró un hora y media. Qualizza y Juan Pablo Lavigne son conocidos como los curas del oeste, donde viven.

La marcha comenzó poco después de las cuatro y media de la tarde, en el frente del hospital Horacio Heller donde a la par de los reclamos en favor de los pobres se sumaron consignas hacia los enfermos y los discapacitados. La gente conformó una columna compacta con una notable presencia de niños y mujeres. En el medio, cargando la cruz de madera de más de tres metros de largo y uno de ancho fueron seis hombres que se turnaron con los curas. La marcha subió y bajó por los laterales de las bardas, se metió por calles resecas por el viento y el sol; todo entre viviendas humildes y casillas que apenas están en pie.

La caminata, finalmente, derivó en una esquina que más bien parecía un recodo. En ese lugar, los curas Qualizza y Lavigne -ambos vestidos de sport- dieron una misa cargada de mensajes críticos y directos, aunque también emotivos. Mujeres pobres de los barrios del oeste hablaron y pidieron por quienes tienen menos que ellas. Un grupito de niñas de entre siete y diez años explicaron su visión del viernes santo: «no se puede comer carne, no hay que decir malas palabras, hay que ser más buenos y hay que pedir por Dios para que haya trabajo». Las niñas, Belén, María, Mariela, Gladys, Roxana, Rocío, Sara y Verónica, casi todas del barrio Independencia armaron con sus propias manos las cruces de madera, lana, cartón y papel que arrojaron al fuego, al final del vía crucis de los pobres.

El Papa tomó la cruz al final e improvisó sentidas palabras

* En Roma. El Papa Juan Pablo II desafió anoche los fuertes dolores de artrosis en la rodilla derecha que casi le impiden caminar y sacando fuerzas de flaqueza tomó la Cruz y la llevó en la última estación del Vía Crucis que presidió en el Coliseo de Roma.

Lentamente y con voz entrecortada, el Papa pidió al comienzo de la procesión por que «la paz sea contigo Jerusalén, ciudad amada por Dios».

Una vez concluido el rito, al que asistieron unas 50.000 personas, Juan Pablo II pronunció un emotivo discurso improvisado, en el que recordó la pasión del Señor. Pese a las largas pausas y que a menudo vocalizaba mal, los asistentes agradecieron con un aplauso largo y sincero su alocución final.

El anciano Pontífice, de 81 años, no caminó, pero mantuvo la Cruz durante toda la estación con una mano, mientras que con la otra se agarraba en la barandilla de la colina del Palatino, de frente al Coliseo, desde la que presidió la sugestiva ceremonia.

La procesión fue guiada por el cardenal vicario de Roma, Camillo Ruini.

* En Colombia. Millares de feligreses asistieron ayer a los templos en Colombia, en los que jerarcas de la Iglesia Católica o humildes curas en apartadas aldeas pidieron orar y actuar para la paz, la justicia, la tolerancia, la solidaridad y el perdón. Colombia, en donde un alto porcentaje se declara católico, atraviesa por uno de los períodos más aciagos de su historia, con cerca de 25.000 muertes violentas al año.

* En Jerusalén. Con más policía israelí que peregrinos, se desarrolló ayer en el Santo Sepulcro de Jerusalén la procesión del Vía Crucis por la Vía Dolorosa. La ceremonia fue encabezada por monseñor Michel Sabbah, el Patriarca Latino de Jerusalén y máximo dignatario de la Iglesia Católica en Tierra Santa. El recorrido de las catorce estaciones es de kilómetro y medio y este año se ha realizado con más rapidez que nunca, dijo Fray Artemio Vítores. «Ha sido triste -afirmó-.

* En Chile. Agrupaciones de derechos humanos y familiares de detenidos desaparecidos chilenos participaron ayer en un tradicional Vía Crucis, oportunidad en que recordaron a las víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

La peregrinación, en la que participaron alrededor de 250 personas, se realizó hacia Villa Grimaldi, uno de los principales centros de detención y torturas. Se estima que por allí pasaron durante la dictadura unas 5.000 personas, de las cuales cerca de 200 fueron asesinadas.

Solidaridad a instancias de piloto allense

ALLEN (AA).- Decenas de vecinos allenses, en vísperas de la Pascua, se acercaron durante la tarde de ayer en esta ciudad, a colaborar apoyando al corredor local de automovilismo, Julián Crespo, quien por primera vez correrá mañana el TC 2000 en Roca. Es que el joven deportista allense, decidió exhibir su vehículo a la comunidad a través de una campaña solidaria, que permitió juntar una importante cantidad de alimentos no perecederos, que serán entregados a través de Cáritas a múltiples familias carenciadas de la localidad.

Alrededor de las 18, se apostó el Ford Escort Azul de competición del equipo de Belloso en el playón de la parroquia, sobre la calle Sarmiento y Don Bosco, y comenzó a ser visitado por decenas de curiosos.

Muchas familias, que llegaron también para participar de la misa en la iglesia, aportaron alimentos para no dejar de colaborar. Latas y bolsas de elementos comestibles no perecederos fueron almacenados dentro de la parroquia.


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