Fabián Matus y Mercedes Sosa: mi vida con “la Mami”

Disconforme con como estaba contada la vida de su madre, decidió escribir su propia versión. En diálogo con “Río Negro”, revela qué lo impulsó a este trabajo y sus sensaciones.

Publicado originalmente en julio por Planeta, “Mercedes Sosa. La Mami”, es un diálogo de Fabián Matus con los recuerdos de su madre, historias familiares y secretos profesionales hasta hoy inéditos. Él estuvo junto a La Negra durante toda su vida para asistirla, acompañarla y aprender a maniobrar buena parte de su enorme trayectoria musical. El libro incluye entrevistas a familiares cercanos y a sus músicos, técnicos, a periodistas y amigos que sirven para conocer a la mujer nacida en Tucumán y fallecida en 2009.

Allí están los primeros pasos de Mercedes en Mendoza, los comienzos en una pensión de Buenos Aires, las giras nacionales, el Nuevo Cancionero, el exilio forzado, el histórico regreso a Argentina del 82, los conciertos en el teatro Ópera, los tours mundiales, la epopeya de “Cantora”, la intimidad detrás de la figura pública, sus buenas y malas.

Fabián (1958) fue productor de eventos culturales y artísticos, discográfico y de programas radiales, televisivos y documentales, tour mánager. También representó a Julia Zenko, Nito Mestre y Daniel Melero. Desde 2010 dirige la Fundación Mercedes Sosa para la Cultura en San Telmo, a media cuadra de plaza Dorrego, donde compartió charla, mate y afecto con “Río Negro”.

“Casi todos los que participamos en el texto hablamos mucho sobre su carácter. Era una mujer muy fuerte, muy recta; con un intelecto muy alto al momento de discutir, que podía ser hiriente, inclusive, de ser necesario. Muy parada sobre sus ideas, pero comprendiendo que si alguien le proponía algo mejor, podía tomarlo; en algunas cosas daba el brazo a torcer, aunque era difícil”, la define su hijo.

“Todos conocíamos su temperamento, pero ninguno lo decía. Una persona tiene valor cuando al conocerla, decidís seguir queriéndola. Y para nosotros, era así, con su parte positiva y negativa, y generalmente, la primera es la que ganó. Desde ya, y más cuando se trata de la madre. Era cabrona pero tenía claro por qué lo era. Las diferentes vicisitudes que debió superar, hacen ponerse serio, muchas veces… Cuando la vida es toda de seda o las cosas se dan sin que las reclames, es difícil poseer un carácter fuerte porque no tuviste que ganar nada. Todo te lo dieron…”, revela.

Matus explica qué lo motivo a escribir sobre su madre, y dice: “Como familia, entendíamos, además, que tanto en el libro de Rodolfo Braceli (”Mercedes Sosa. La Negra”), como en la película (”Mercedes Sosa. La voz de Latinoamérica”) no estaba esa mamá -o en el caso de Araceli, esa abuela- que nosotros conocíamos. Es un libro de familia, yo estoy al frente, pero también Maby (Sosa, periodista y escritora tucumana, sobrina de Mercedes), Araceli (su hija), los tíos, familiares muy directos de la mamá, y necesitamos contar esto”.

P- Aparecen también sus gestos de nobleza, como pagarle igual a un músico que por problemas personales no podía salir de gira con ella…

R- Yo no recuerdo si lo conté en el libro, pero hubo artistas a los que les bancó la dentadura nueva, por ejemplo. La dentista de mamá se llama Dolores, la llamaba para enviarle a tal persona a hacerle lo que fuera necesario, y después le dijera cuánto es… A muchos amigos les daba plata, sí, pero en general daba oportunidades: subirte a un escenario, cantar tu tema, pagarte el arreglo de los dientes, llevarte de gira. En eso era muy generosa. La misma que era cabrona…

P- Belleza cuando cantaba y dureza para expresarse sobre situaciones que la contrariaban. Miraba severamente pero se ablandaba al cantar.

R- Seguro. En ese sentido, en lo personal y artístico, era una gran madre. Nuestras mamás, en general, han tenido palabras duras con nosotros, mientras nos formábamos. Aún de grandes. Y las más dulces han venido de ellas.

P- La expresión que más abunda en el libro es: la Mamá.

R- Exacto. Cuando quedamos los dos solos, al separarse mis padres, fueron tiempos muy difíciles y de no mediar su palabra rectora: mirá, la situación es así y el único modo de salir es éste y si no hacés tal cosa, no tengo manera de controlarla. En verdad, estábamos solos en Buenos Aires, sin familia materna ni paterna.

P- Contás cómo la abuela Emma le habla a tu madre, cito: “Una vez, por ejemplo, le hizo una gran descripción de un atardecer en Tucumán para decirle: Vos no te podés adelantar, tenes que dejar que las cosas pasen, que transcurran. (…) Dándole a entender que hay una secuencia para todo y hay que respetarla. Recuerdo, escribiste, aquella conversación y no puedo evitar pensarla como una manera perfecta de hablarle a una persona con tanta vida nocturna como era la Mamá”. ¿Cuántas cosas te dejó dentro Mercedes?

R- No en vano mencionaste a la abuela, importantísima en mi formación, porque además, tuve la desgracia de no haber sido formado por mi papá (Manuel Oscar), entonces crecí bajo una fuerte presencia femenina y eventualmente la de mi abuelo (Tucho). Fue una figura de peso también, pero todos sabíamos que quien decidía era Doña Emma. Sí, de mi abuelo tengo claro el respeto a la mujer, por mi abuela, increíble…

Ha dejado mucho la Mamá en mi vida, me ha formado. Y algo que todavía me cuesta manejar y sacarlo (los ojos de Fabián se llenan de lágrimas), una actitud de rebeldía frente a situaciones impuestas porque sí. La Mamá era muy rebelde y continuamente buscaba una forma de manifestarlo, de salirse de los cánones. La rebeldía es la mejor postura que me ha legado, el respeto hacia los demás, la amistad y la solidaridad con el dolor, con el estado transitorio de alguna persona, y no dejarla jamás a gamba.

P- Viendo la Fundación que estás levantando con tus hijos, también te pasó su capacidad de trabajo.

R- Bueno, yo digo que sus días tenían más de veinticuatro horas. Mirá, escuchaba muchísima música que le hacían llegar, leía un montón, estaba al tanto de todos los chimentos faranduleros, veía un canal de comidas, todos los noticieros, películas. Además de ensayar. Todos sus amigos te lo pueden decir, Mercedes estaba siempre encima de ellos, mucho más ante una adversidad. Me acuerdo que el niño más pequeño (Camilo) de Víctor Heredia, se enfermó y la Mamá llamaba dos o tres veces por día para saber cómo estaba. Una semana después vuelve a llamar, siguiendo la secuencia, y Víctor le dice: Mercedes, ya se curó, no llames más, está bien, anda corriendo ya…

Era así estando en Buenos Aires o de gira. Levantaba el teléfono, hablaba con toda su gente. Leía, escuchaba música, ensayaba, atendía a la prensa, a los amigos, miraba cine, tele, no sé cómo hacía. ¿Cuándo descansaba? Terminaba de escuchar a (Alejandro) Dolina a las dos de la madrugada y empezaba el día con el Negro (Oscar González) Oro a las nueve de la mañana. ¿En qué momento dormía, cómo le daba el tiempo para tanta actividad?

Entonces, es una personalidad única y para respetar. Por supuesto que también, ahí está la cuestión de su rigidez laboral. Ella daba por hecho que el sonido estaba bien pues había un sonidista propio. Un problema era impensado porque para eso estaba el responsable. Los quilombos se armaban cuando Mercedes se enteraba en medio del concierto que un parlante acoplaba o no se escuchaba, y nadie se lo había advertido. Era muy profesional y lo mismo reclamaba a su equipo; había llegado al escenario dispuesta a dar el mejor recital del mundo, así fuera en una ciudad pequeña. Y el sonidista, jefe de escenario, mánager, debían estar a la misma altura. En esa exigencia, todos estábamos siempre precavidos y con un plan B, ante la contingencia que fuere.

Partía de algo muy sencillo que remite a su infancia. Siempre decía: la gente se va a su casa, se baña, se viste bonito para venir a ver mi concierto, organiza su salida para estar conmigo, y yo tengo que darle lo mejor… Ese señor de la primera fila se levantó pensando: hoy voy a ver a La Negra, como lo resaltable del día.

P- Trabajando el texto se te deben haber movido varias estanterías…

R- Uhh! Miles. Me pasa cada vez que hacemos un producto profundo de ella, alguna muestra o cuando rodamos el documental que estuvimos recopilando y eligiendo material. Me provocó una depresión, de hecho estoy tomando medicación ahora, cuando terminamos el libro por todo lo que repasamos.. Porque, viene con lo que empezamos a conversar, hablar de la Mamá cotidiana, sin filtros, que veíamos a diario. Que la extraño está claro, pero caí en la cuenta de cuánto y profundamente la añoro. Y nos pasó a los tres, Maby, Araceli y yo. En el ida y vuelta del trabajo, terminábamos cada uno, leyendo y escuchando dos veces las entrevistas que habíamos tenido y publicamos. Fue recordar muchas veces qué nos había pasado.

A Maby se le cruzaban las charlas con su tía, sobre cosas de mujeres, de novios y de confidencias. Recordamos cuestiones que no vamos a tener más, que ya no están, y eso provoca mucho dolor. En realidad, se extraña a La Negra Sosa, pero más a la Marta como la nombraban en su familia, a mi mamá, en mi caso. O la abu, para los chicos. La extrañamos. Hoy, su voz, cantando canciones para estos momentos, sería importantísima, dando declaraciones o participando en hechos solidarios. Es una obra encarada más desde lo egoísta, hablando de nuestra Mercedes…

P- ¿El libro cerró la etapa editorial?

R- No, de hecho nos quedaron muchas anécdotas afuera porque teníamos una fecha límite de entrega y nos íbamos a exceder. Así que le dimos ese formato. Es imposible porque, por otro lado, el trabajo en la Fundación obliga a estar constantemente hablando de la Mamá, definiendo valores, viendo qué acciones nuevas desarrollar. El próximo año será musical de nuevo. Vienen los compañeros músicos y me consultan por un proyecto que quieren armar para homenajearla… Estamos todo el tiempo así y está bien.

Nosotros, la familia, ya resignamos la posibilidad de hacer un duelo. Y vivimos la ausencia con la felicidad de cruzarnos con gente que ama a Mercedes como la amás vos, que nos sugiere actividades para hacer o nos invitan a algo que ya desarrollaron, un mural, una peña, una revista, lo que fuere. Nos hace bien saber que no tan solo nosotros, como Fundación, accionamos en pro de la Mamá, sino que hay otros pensando lo mismo. Nos hace sentir menos solos, como en una familia grande.

Una biografía

intensa y sincera

Fabián Matus es mucho más que el hijo de Mercedes Sosa. Es quien estuvo a su lado durante toda su vida para cuidarla y acompañarla, y es quien maniobró en buena parte de su carrera musical, alguna que otra vez debiendo confrontarla, al ocuparse de la producción de sus conciertos y de sus discos en distintas etapas de su trayectoria.

“Mercedes Sosa. La Mami” es un libro de familia donde además de su hijo participa Maby Sosa, que es sobrina de Mercedes, y su hija Araceli.

“Todos conocíamos su temperamento, pero ninguno lo
decía (…) Era cabrona pero tenía claro por qué lo era”,

afirma Matus, acerca del carácter fuerte de su madre.

Datos

“Mercedes Sosa. La Mami” es un libro de familia donde además de su hijo participa Maby Sosa, que es sobrina de Mercedes, y su hija Araceli.
“Todos conocíamos su temperamento, pero ninguno lo
decía (…) Era cabrona pero tenía claro por qué lo era”,

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