Cuando nacer es la primera batalla ganada

La mayoría tiene dificultades respiratorias.

Marianela Vergara

marianelavergara@rionegro.com.ar

El área de Neonatología del hospital es un centro de referencia provincial. Atiende el mayor nivel de complejidad desde Viedma a Roca.

Estefanía llamarían a su bebé, lo tenían resuelto. Milagros, su segundo nombre, llegó después, cuando la niña superó los pronósticos y con sus 1.250 gramos decidió salir al mundo el 26 de febrero pasado. Nació por cesárea, luego de tres semanas de internación de Belén (22), su mamá, quien por un embarazo complicado fue trasladada desde Viedma a Roca, para recibir atención en el hospital Francisco López Lima. “Ya pesa 1.390 gramos, está sin oxígeno. Sólo tiene la sonda para comer, y cada tres horas estoy con ella”, cuenta Belén, y tacha los días para estar de regreso y reencontrarse con sus otras dos hijas, de cinco y un año. “Le van a hacer un fondo de ojos, si está bien la van a derivar allá”.

Zulema abraza a su bebé. Lo mira, lo acomoda, lo tapa y lo abraza más fuerte. Y sus ojos se emocionan cuando recuerda los momentos en que el riesgo irrumpía y escuchaba decir que el pequeño que crecía en su vientre “era muy débil”. “Todos los meses me internaron por pérdidas, dolores, pero se ve que no era muy débil, porque Tiziano está acá conmigo”. Son de Río Colorado. El bebé nació a las 34 semanas de gestación con 2.170 gramos, el 28 de febrero. Tenía dificultades respiratorias y hace un par de días consiguió dejar la Terapia Intensiva y se recupera en una habitación común. “Todas estamos acá por un motivo, nuestros bebés”, aseguraron juntas desde la sala de madres.

“Cuando puede gritar pidiendo comida, comer, y con esa comida crecer; respirar por sus propios medios y mantener su temperatura, recién ahí se puede ir a su casa”. Esa es la ecuación para la vida, en la que cada variable aporta lo indispensable para que un prematuro se gane el alta médica, tal como lo explicó la jefa de Neonatología del hospital María del Carmen Uria.

De los 1.050 nacimientos que se contabilizaron en el hospital Francisco López Lima durante el 2015, el 15% se produjo antes de completar la semana 37 de gestación, en vez de las 40 que conforman un embarazo normal. Esto se traduce en que unos 155 bebés nacieron en forma prematura y requirieron cuidados médicos intensivos, además de los menores de 32 semanas que nacieron en otras localidades de la provincia y fueron derivados, como la decena que llegó en esa condición en lo que va del año.

La falta de maduración de los pulmones es el principal inconveniente que presentan los nacidos antes de término. “Tienen los dos desarrollados pero les falta la maduración, y eso se logra funcionando, viviendo”, señaló Uria. “Muchos necesitan oxígeno, tienen el Síndrome de la Dificultad Respiratoria (SDR). Otros sepsis, que son infecciones en la sangre”, amplió.

Mientras permanecen internados, los bebés son acompañados por sus mamás, muchas de las cuales viven en la llamada Sala de Madres, en donde pueden visitar a sus hijos cada tres horas y practicar el contacto piel a piel (conocido como Copap). Para la lactancia su estadía allí es fundamental. “Se los alimenta por sonda con leche fresca, es un punto muy importante. En neo tenemos muchos bebés prematuros con lactancia exclusiva al alta”, recalcó Uria. El seguimiento del prematuro continúa hasta los 5 años en Adanil. “La ceguera o disminución visual y parálisis cerebral son las secuelas más comunes, pero ahora al prematuro se lo cuida mucho y cada vez tiene menos secuelas”.

BEBÉS PREMATUROS

Andrés Maripe


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