Actuando por los necesitados de la Línea Sur

Una agrupación sin fines de lucro llamada Vientos del Sur se ocupa de realizar orginales acciones solidarias que alivian el dolor y las dificultades de gente de escasos recursos.

VIEDMA (AV).- Un trabajo desinteresado y mancomunado desarrolla la agrupación Vientos del Sur. Promueve campañas de recolección de ropas y alimentos que luego son entregados a necesitados pobladores de parajes aislados situados en la Línea Sur rionegrina. Donde presuntamente la ayuda del Estado no llega suficientemente, allí aparece el compromiso del grupo liderado por Julia Tropa y Lidia Giménez, sus hijos y amigos.

«En Atraico, al Sur de Jacobacci, conocimos a dos ancianos que les faltaba de todo, pero como único ruego que estamos tratando de cumplir es que le consigamos camisetas de Boca Juniors y de River Plate, porque nunca tuvieron una», contaron a «Río Negro».

Ambas son empleados domésticas en esta ciudad. En sus ratos libres, hacen gestiones para desarrollar este tipo de actividades que ya fueron declaradas de interés social y comunitario por parte de la Legislatura rionegrina.

La idea de llevar a cabo estas iniciativas surgieron en una charla de vecinas, a partir de una historia de necesidades comunes. Desde muy pequeñas, en sus hogares de escasos recursos, siempre estuvieron ausentes los festejos de Navidad o el Día del Niño.

Ahora de adultas hacen lo imposible por cumplirle el sueño a los demás. Ya recorrieron Atraico, Nahuel Niyeu, Anecón Grande y Colan Conhue, hacia donde suelen viajar con bolsos cargados de indumentaria y otros elementos que salen a pedir por esta ciudad.

«La gente suplica que no nos olvidemos de ellos. Nos piden hasta alimentos y esperan todo el año. Debemos hacer malabares para movernos porque los pasajes a veces se consiguen y mucho menos los vehículos para internarse en los parajes», afirmaron. Se apuran en aclarar que no responden a los mandatos de ningún partido político sino que la posibilidad de ayudar a los necesitados se gestó mientras compartían una charla en el barrio Lavalle donde viven, unos de los más humildes de la capital rionegrina.

La última visita se concretó una semana atrás hacia Anecón Grande donde la pequeña comunidad necesitaba una balanza pediátrica. En la sala de primeros auxilios, el agente sanitario Casimiro Prafil, requiere permanente controlar el peso en la evolución de los recién nacidos.

No fue fácil llegar hasta el pie del cerro del mismo nombre que el paraje. El grupo, con Julia y Lidia a la cabeza, fue trasladado en dos vehículos de la Policía y del comisionado de Fomento. El terreno escarpado y el mal estado del camino hizo bajar las expectativas. Hubo que hacer varios intentos hasta que las camionetas pudieron pasar, y así el sueño se hizo realidad.

Los pobladores del lugar se acercaron a la escuela para recibir ropa de abrigo usada, compartieron mates y torta fritas preparados por un generoso anciano.

Seis niños de la escuela-hogar N° 104 de Clemente Onelli conocieron el mar a fines de 2007 gracias a un esfuerzo propio. Los chicos volvieron con los ojos llenos de lágrimas porque encima conocieron por primera vez las bondades de Papá Noel. Muchas de las historias forman parte de un Diario de Viaje al que todos aportan la experiencia lograda. «Esta gente de los parajes viven en el olvido, siento asombro cuando compruebo cómo luchan diariamente para sobrevivir, y mucha impotencia de verlos tan enfermos y en un mal estado», escribió Elías, miembro del equipo solidario.


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