Amigos selectos

Por Christopher Patten (*)

En Madrid, dentro de pocos días los jefes de gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea se sentarán juntos, sólo por segunda vez, para reforzar nuestra asociación de cara al nuevo siglo. No somos socios accidentales: estamos unidos por vínculos de historia y de lengua, por valores compartidos y por mutuos intereses propios comerciales y políticos realistas.

Nuestra asociación incrementó su velocidad con la primera cumbre de Río en 1999, y todavía se mantienen las prioridades establecidas en aquel momento. Por ejemplo, en lo relacionado con los derechos humanos, la democracia y la gobernanza, la lucha contra las drogas y la necesidad de crear un sistema económico estable a nivel mundial.

Pero muchas cosas han cambiado desde la Cumbre de Río. América Latina se ha visto zarandeada por una turbulencia económica y una inestabilidad política que han puesto en peligro el considerable avance que ha efectuado recientemente la región. Durante varios años, América Latina ha sido un continente de tendencias prometedoras: el paso de las dictaduras populistas a gobiernos democráticos libremente elegidos; la valerosa transición de un aislamiento autoimpuesto a unas economías abiertas.

Esta es la América Latina en la que Europa tenía fe. Y ésta es la América Latina que seguimos deseando apoyar y alentar, y con la que queremos trabajar políticamente y comerciar. Creo que en Madrid debemos hablar con franqueza y velar por que los siguientes pasos de nuestra cooperación cimenten el avance de la década pasada, de manera que llegue a ser verdaderamente irreversible.

Desde la Cumbre de Río, Europa también ha cambiado. Tenemos una nueva moneda, el euro. Pronto admitiremos a nuevos miembros que nos llevarán a un mercado único de unos 500 millones de consumidores.

Nuestras dos regiones están evolucionando rápidamente, pero esta asociación ha demostrado ser sumamente resistente a pesar del constante cambio de nuestro entorno. Los terribles acontecimientos del 11 de setiembre y el celebrado comienzo de una nueva ronda de negociaciones del comercio mundial, han servido para consolidar nuestra cooperación. Es llamativo comprobar con qué frecuencia coincide nuestro instinto: en la lucha contra el terrorismo, en la convicción de que los problemas internacionales requieren soluciones multilaterales del Tribunal Penal Internacional y la Organización Mundial del Comercio para el control de armas pequeñas.

En Madrid, tenemos que encontrar maneras de profundizar nuestra relación a nivel político, así como los vínculos entre el mundo empresarial, la sociedad civil y nuestras poblaciones, de modo más general. Este es el motivo por el que hemos presentado iniciativas concretas para crear redes a través de la tecnología de la información y la sociedad civil. Estoy orgulloso en particular del importante programa de becas que vamos a anunciar en la Cumbre, para dar a los estudiantes de toda América Latina la oportunidad de venir a Europa a cursar estudios de alto nivel en nuestras universidades.

Uno de los ámbitos más importantes de la Cumbre de Madrid será ciertamente el avance en las relaciones bilaterales entre la Unión Europea y las subregiones de América Latina. No me disculpo por no seguir un planteamiento de «talla única»: en cada caso, nuestras relaciones están hechas a medida y tienen en cuenta las diferencias regionales en términos de estabilidad económica y política, comercio y avance en la integración regional. En la Cumbre celebraremos negociaciones con Chile sobre un ambicioso acuerdo de asociación que abarcará la cooperación política, económica y sociocultural, incluida la elaboración de un acuerdo de libre comercio. Este acuerdo sigue de cerca a otro semejante con México. Dos acuerdos muy ambiciosos en sólo dos años: ¡no está mal! Pero eso no es todo. Estamos trabajando actualmente en uno nuevo de asociación con el Mercosur en Madrid, y podremos confirmar un importante avance de cara a ese objetivo.

Por otra parte, confío en que también se reconozca en la Cumbre la necesidad de crear nuevos marcos para los acuerdos políticos y económicos con Centroamérica y la Comunidad Andina.

Insertar aquí un apartado que refleje la situación local, particularmente la participación en el grupo subregional correspondiente.

Confío en que la Cumbre de Madrid imprima una nueva dinámica al crecimiento del mundo empresarial europeo en toda América Latina. Pero Europa no es solamente un socio comercial y un inversor entusiasta para América Latina. También es el principal proveedor de asistencia financiera. ¿A qué se debe ello?

Consideremos los derechos humanos. El historial de América Latina en materia de derechos humanos ha mejorado enormemente en los últimos años, pero sigue siendo frágil en algunos países. Quiero que el avance en los derechos humanos y la democracia forme parte integrante de nuestra relación global: éste es el motivo por el que hemos dado prioridad en nuestra estrategia al apoyo a las redes de la sociedad civil, así como a nuestros planes de gastos para América Latina. Confío en que al actuar así podremos ayudar a destruir la absurda creencia de que existe una tensión entre los intereses comerciales y el apoyo a la libertad. Las sociedades libres constituyen el mejor campo para invertir y hacer negocios.

Consideremos también la pobreza. Doscientos millones de personas de la región viven por debajo del umbral de pobreza. América Latina y el Caribe, en conjunto, tienen la distribución de renta más desigual del mundo. Ello sólo puede contribuir a la inestabilidad. Espero que la Cumbre de Madrid haga avanzar nuestra búsqueda común de soluciones a través de la reforma económica y una mayor integración social. Una justa distribución de la riqueza y la eliminación de la pobreza tienen sentido desde un punto de vista político y moral, pero también económico, al incrementarse el consumo.

Dicen que se puede escoger a los amigos, pero no a los parientes. Nuestra larga historia conjunta nos ha unido con vínculos de sangre, pero también somos amigos selectos.

Si bien España y Portugal tienen vínculos especiales con América Latina, la nuestra es una relación asumida en serio por la Unión Europea en su conjunto. Es mi deseo mostrar en este encuentro que la distancia geográfica no supone un obstáculo para una estrecha asociación.

(*) Comisario de Relaciones

Exteriores de la UE.


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