Apostillas de un domingo lluvioso y fresco

Habitual uno. La mañana fría y lluviosa retuvo en la cama hasta tarde a muchos electores, pero también a los fiscales y a las autoridades de mesa, de manera que, en su mayoría, comenzaron a funcionar pasadas las 9.

Habitual dos. En la Escuela 267 debieron aplazar el comienzo del comicio por falta de boletas. Hasta pasadas las 9 no había llegado ningún fiscal del PPR, y en las urnas solamente había una boleta de cada agrupación.

Trajinar. Con las pies a la miseria. Así terminó su campaña electoral Alberto «Beto» Icare – candidato del MUP -, quien trajinó fuerte por los barrios Altos, donde es muy elevado el índice de analfabetismo. A eso habría obedecido la inclusión de su fotografía en las boletas del MUP, y no por alardear de «pintón».

Publicidad. En esta elección, donde casi no hubo pintadas, la publicidad gráfica se realizó a último momento, por-que no abundaron los recursos. Los rostros de Madrazo, Lueiro y Savasta fue- ron los únicos que continuaron sonrien-do a los electores en la vía pública, aun-que el primero lo hacía desde coquetas carteleras iluminadas.

¿A quién votó la familia? Esta pregunta se hicieron ayer no pocos barilochenses en relación a los candidatos a intendente por el MID – Jorge Fretes -, y Claudio Lueiro, por el Partido Provincial Rionegrino. Y como Fretes es el suegro de Lueiro, es toda una incógnita cómo se dividen los tantos entre ambos a la hora de votar la familia que conforman.

Presentes. Al caer la tarde de ayer comenzaron a llegar a Bariloche numerosos dirigentes del PJ rionegrino. Entre ellos vinieron el jefe de los espías argentinos Carlos Soria y el senador nacional Miguel Pichetto. Poca exposición y reuniones reservadas, fue el método de trabajo que se dieron para interiorizarse sobre «cómo viene el ajo de la urna», como dicen los españoles.

Ausentes. La cara opuesta en materia de respaldo la ofreció la UCR rionegri-na. Sólo uno de los máximos dirigentes del partido llegó para alentar a Guiller-mo Jáuregui, candidato radical. Fue Os-car Machado, una especie de «padrino» ideológico para el «vasco» postulante.

Nos vamos. Hacia las 21, el «jefe» del MUP, Leonardo De Ferrariis, dió por terminados los tímidos festejos en el bunker del partido vecinal. Sin decir palabra alguna, cruzó sus manos a manera de «se acabó, nos vamos» y todos se retiraron. No hubo cánticos, ni vivas. Los dirigentes y militantes abandonaron el recinto encolumnados y en silencio.

No lo podía creer. Hacia las 19, la intendenta interina local, Graciela Di Biase, concurrió a su despacho en el centro Cívico. En soledad, siguió los informes sobre el recuento de votos. «No lo puedo creer», repetía a medida que aumentaba la ventaja de «Beto».

La realidad de los números fue aplastante

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB)- Fueron varias las sorpresas que se registraron en esta elección, y entre ellas se destaca que el radicalismo fue relegado al último lugar en las preferencias, que Luis Caram obtuvo un honroso tercer puesto en su primera incursión a fondo en la política, y que la ciudadanía esta vez utilizó su voto de manera positiva y la cantidad de votos los nulos y blancos no fue tan significativa.

Frente a la reciente elección para legisladores nacionales, en la que Bariloche se instituyó como capital del voto nulo, esta vez apenas el 7 % de los votantes inutilizó su voto para oponerse o repudiar a la clase política.

El Movimiento de Unidad y Participación ya resultó una sorpresa en 1995, cuando fue alumbrado en torno de la CEB y a su presidente, Leonardo De Ferraríis, como partido vecinalista con intenciones de competir por la intendencia de Bariloche.

En esa primera elección obtuvo el tercer puesto, por debajo del radicalismo y el justicialismo, pero ubicó a dos concejales en el Deliberante y comenzó a dirimir con sus votos en los problemas de fondo. Ese protagonismo lo perdió el MUP en 1999, cuando resignó su individualidad y se sumó a la aventura de la Alianza.

Es cierto que el MUP se quedó con la presidencia del Concejo Municipal en el reparto, pero les resultó difícil despegarse del desastre que resultó la administración encabezada por Atilio Feudal.

El partido Justicialista y su candidato se quedaron con las ganas, más todavía porque tuvieron el apoyo de sus legisladores y funcionarios nacionales y estaban convencidos de que ganaban. Pero no se debe olvidar que sus dos concejales pasaron casi desapercibidos en el Concejo, y que Madrazo, inexperto todavía en cuestiones políticas, debió remon-tar el 15 % que había obtenido César Miguel en la anterior elección, también la peor del justicialismo.

Otro gran derrotado fue el PPR y su candidato Claudio Lueiro, que en 1999 alcanzó el segundo puesto con Carlos Bravo, detrás de la Alianza, y en esta oportunidad cayó hasta la sexta ubicación, por debajo del Partido Humanista y el MID de Jorge Fretes.

El Movimiento Patagónico Popular, que en la elección anterior apenas pudo ubicar un concejal, con el 8,3 de los votos, ahora, llevando a Luis Caram como candidato, se encaramó en el tercer puesto y obtuvo el 15 % de los sufragios.

Derrota histórica de la UCR

Para las autoridades provinciales de la UCR, la derrota de su candidato estaba sellada antes de la elección, aunque quizá nunca pensaron que podría ser tan aplastante. El presidente del partido, Luis Falcó, pasó fugazmente por Bariloche para no confesar que en esta importante elección tendrían un candidato huérfano de todo apoyo, pero fue poco lo que pudo hacer el senador para levantar el ánimo y las posibilidades de Jáuregui.

Y es probable que la pésima performance del radicalismo no se deba tanto a que Feudal haya debido abandonar el cargo en forma anticipada, porque con menos motivos lo hizo Sergio Wisky en El Bolsón, y el candidato radical ganó cómodo.

Para algunos analistas, y especialmente para algunos dirigentes del radicalismo local, el gobierno provincial le soltó la mano a su candidato, Guillermo Jáuregui, y le dio el espaldarazo a Alberto Icare para que Hilda Benítez, esposa de Edgardo Gagliardi, ingrese al Concejo Deliberante en lugar del intendente electo.

La UCR había perdido en 1995 frente a César Miguel, pero por un margen ajustado que le permitió mantener cierto control sobre el Deliberante, con tres concejales.

En 1999 la Alianza arañó el 40 % de los votos, y Feudal acarició la suma del poder con cinco concejales propios. Esta vez, con menos del 5 % de los votos emitidos y el último lugar en la elección, los radicales le adjudican toda la responsabilidad a una maniobra del gobierno provincial, cuanto menos desleal para con el candidato local. (AB)

foto: Pese a la lluvia y otros problemas, la gente concurrió a votar con entusiasmo.


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